Contaba una idolatrada (por mi y otros tantos) profesora de políticas de la UAM (Itziar Ruiz-Giménez) que en cierta cultura africana el hombre occidental está representado por un muñeco con la boca muy grande y las orejas muy pequeñas, mientras que el hombre africano es un muñeco con la boca pequeña y las orejas muy grandes.
Algo parecido ocurre muchas veces en el ámbito sanitario; desde su púlpito, muchos especialistas hospitalarios emiten sus verdades in cuestionables en torno a millares de temas (tratamiento de la diabetes, screening del cáncer de mama, vacuna contra el virus del papiloma humano, tratamiento de la hipertensión,...) con independencia que sean temas de manejo mayoritario en Atención Primaria.
La baja autoestima que caracteriza a la Medicina de Familia con respecto a la medicina hospitalaria hace que dichos discursos y recomendaciones se asuman sin más, concediéndoles un grado de confianza mayor que el de los estudios que sí la merecerían, y superponiéndola sin cuestionamiento, en muchas ocasiones, a nuestra práctica habitual; sin más.
Escrito en una semana que arrastra planteamientos repletos de incógnitas acerca de las diferencias entre Atención Primaria // Hospital
Los médicos de familia sabéis mucho.
ResponderEliminarEl otro día pensé en por qué nunca veía las otitis medias "de libro" y todas eran tan raras. Es porque vosotros las detectáis y las tratáis.
Pero también hacéis eso con la mayoría de las depresiones, las diabetes, las infecciones de vías altas, los traumatismos banales y muchas cosas más.
Por eso, los especialistas hospitalarios estamos inevitablemente sesgados y por eso es tan necesario ese rotatorio en AP para todos los MIRes.