Recuerdo haberle oido, con una serenidad admirable y sencilla, decir que sabía muy bien que tras cualquier achaque su vida se extinguiría. Y recordaba a sus abuelos, los cuales cuando se morían salían al jardín, se abrazaban a los árboles y sentían pena por irse de la vida, que es tan bella. Saludos!
Recuerdo haberle oido, con una serenidad admirable y sencilla, decir que sabía muy bien que tras cualquier achaque su vida se extinguiría. Y recordaba a sus abuelos, los cuales cuando se morían salían al jardín, se abrazaban a los árboles y sentían pena por irse de la vida, que es tan bella.
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