18.12.12

Las instituciones, la ciencia y la anticiencia.

En los últimos días me he encontrado con dos noticias que implican a instituciones u organizaciones y que tienen algo en común: el posicionamiento de dichas organizaciones en apoyo a la ciencia y contra las disciplinas que no hayan mostrado de forma científica su eficacia/efectividad (las llamadas pseudociencias).

Por un lado "Izquierda Unida aprueba una resolución contra la presencia de "medicinas" alternativas en la Sanidad pública".

Por otro lado "El Colegio de Médicos de Barcelona presenta el libro '101 preguntas y respuestas sobre homeopatía'".

Ya lo hemos manifestado anteriormente en este blog (ver posts "En Médico Crítico nos gusta el reiki" o "CEEM y la ineducación médica"), y es que creemos que hay que luchar contra la equidistancia en estos temas. Es necesario huir del "todo vale", de la falsa sensación de inocuidad y de ignorar el enorme coste de oportunidad (no sólo económico, sino sobre todo de conocimiento) que tiene la aceptación de los argumentos pseudocientíficos por parte de instituciones y organizaciones que deberían utilizar sus esfuerzos en apoyar la Ciencia (la que tiene mayúsculas, no la que se intenta disfrazar de ella).

Personalmente me adherí a la iniciativa de Eparquio Delgado para que Izquierda Unida aprobara dicha resolución (ver aquí listado de adhesiones) porque resulta inquietante ver cómo en demasiadas ocasiones sectores anticientíficos se acercan a los grupos de izquierda intentando hacer ténue la gruesa línea que separa los conceptos "pensamiento crítico" y "pensamiento mágico" (de eso también hablamos aquí hace unos meses).

La misma incultura científica que hace que el Colegio de Médicos de Barcelona apoye la difusión de la homeopatía es la que hace que un presidente autonómico piense que existe una ciencia productiva y una no productiva, ignorando que las investigaciones en ciencia aplicada tienen su fundamento en la investigación primaria [resaltemos que en nuestro país el peso de la investigación pública en este segundo aspecto es predominante frente a la inversión privada, que se dedica a rentabilizar sus inversiones en la investigación aplicada -ver informes Farmaindustria para más datos-].

Para terminar, nada mejor que el último párrafo del artículo de Andreu Escrivá al respecto:

Necesitamos que alguien se tome en serio la ciencia, que alguien les explique -de una vez por todas- que no es posible paralizar la maquinaria investigadora del país y volverla a poner en marcha con un chasquido de dedos cuando "haya dinero". Que sin ciencia básica no hay ciencia aplicada que valga, ni patentes, ni proyectos, ni economía que resista. Que sin ciencia, a secas, esto se para. 

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