Fotografía propia. Cuesta del Observatorio. Granada. |
Una de las discusiones que han copado los debates sobre gestión del sistema sanitario en los últimos años ha sido la relacionada con la titularidad de la gestión (pública o privada) de los centros sanitarios; más allá de los típicos conflictos entre lo público y lo privado y las reflexiones generales que se asocian a estos debates, en el caso de la sanidad hay una pregunta que subyace a este debate y que plantearon con claridad José Mª Abellán y Fernando I. Sánchez en su texto titulado "¿Por qué lo llaman gestión privada cuando quieren decir "desfuncionarización"?", publicado en el blog Nada Es Gratis hace un año; con independencia de que podamos estar más o menos de acuerdo con lo planteado en dicho texto, terminaban haciendo dos preguntas muy pertinentes:
¿por qué no avanzar en modelos de gestión directa (pública) que propicien un régimen regulatorio más flexible para el personal sanitario y la contratación de servicios, aprendiendo de las experiencias que han resultado ser más exitosas (los profesionales sanitarios parecen estar dispuestos a ello: aquí)? ¿Es necesario dar el salto a la gestión indirecta (privada y con ánimo de lucro) para explotar las ganancias que se derivan de un sistema de contratación y retributivo más favorecedor de la eficiencia, con los efectos distributivos que ello conlleva? ¿Por qué lo llaman gestión privada, cuando quieren decir “desfuncionarización”?
Generalmente, cuando se habla de las virtudes de la gestión privada de los profesionales sanitarios se hace desde una perspectiva basada en la comodidad del gestor para contratar, despedir e incentivar a sus trabajadores, planteándose un falso dilema entre la laboralización de los profesionales frente al funcionariado imposible de motivar y dirigir; en ese planteamiento se pierde un aspecto principal, mucho más importante que el de las comodidades de la dirección: la independencia profesional.
En el contexto sanitario que vivimos en nuestro país y que recientemente hemos vivido en Madrid, cabría preguntarse ¿habría sido posible la rebelión profesional -cristalizada en la llamada "Marea Blanca"- en un sistema con los profesionales sanitarios contratados como personal laboral -no estatutario-? ¿Es el "funcionariado" -en el caso de sanidad son estatutarios, no funcionarios- la mejor manera de asegurar que siga existiendo un grupo de contrapoder profesional que amortigüe los vaivenes políticos y obligue al consenso?
El valor de esa independencia ha de hacerse presente en los debates públicos pero también en las acciones profesionales de los funcionarios/estatutarios, ejerciéndola con firmeza ante situaciones de manifiesta injusticia como la exclusión del sistema sanitario de los inmigrantes indocumentados, por ejemplo.
¿Quiere esto decir que no hay que hacer ningún tipo de reforma en la función pública? En absoluto. La situación actual de la gestión de trabajadores en el Sistema Nacional de Salud dibuja un panorama preocupante que no parece captar la atención merecida por parte de los directivos de los distintos sistemas autonómicos de salud. Tradicionalmente existía una secuencia según la cual un trabajador jóven, una vez completado su periodo formativo -con independencia, prácticamente, de su categoría profesional-, pasaba por una serie de contratos eventuales hasta conseguir una interinidad y, con tiempo y mediante oposiciones una plaza fija; dicha secuencia se ha roto, existiendo en la actualidad un grupo de estatutarios profesionalmente blindados, un grupo menguante de trabajadores jóvenes -o no tanto- en fase de precarización, y una bolsa creciente de -yaquerríanellosser- trabajadores que ni siquiera pueden acceder al sistema sanitario para trabajar. Este crack en la secuencia de formación, desarrollo y relevo de los profesionales hace que se pierdan los valores como la independencia profesional (la renovación mensual de cnotratos no anima a la rebeldía en muchos casos) y fomenta que los trabajadores que se encuentran en situación de unirse al sistema sanitario público vean con buenos ojos cualquier estrategia diferente de gestión, con la esperanza de encontrar un hueco ahí.
El sistema sanitario lleva años olvidándose de sus trabajadores: les contrata y les paga, pero las interacciones con ellos son mínimas; tal vez, como decía José Ramón Repullo en la mesa de debate celebrada el pasado viernes en la Escuela Nacional de Sanidad, sea necesario instaurar mecanismos de evaluación periódica (anual, bianual...) semejantes a los instaurados en otros países de nuestro entorno, como forma de que la consecución de una plaza fija no suponga un incentivo negativo para la formación continua y la buen práctica clínica; además, tomar las riendas de la formación y desarrollo profesional de los trabajadores sanitarios ayudaría a que el debate no fuera "funcionariado frente a gestión privada de profesionales", sino que caminaríamos hacia cómo conseguir tener un cuerpo de profesionales independientes a los que mantener motivados y actualizados para que prestaran la mejor asistencia a sus pacientes y sus comunidades.
Interesante post...
ResponderEliminar¿La funcionarización invita a la "rebeldía"? Más allá de la Marea Blanca he echado de menos respuestas contundentes de este supuesto grupo de funcionarios rebeldes. Tengo la impresión de que la seguridad laboral (aunque no en exclusiva) podría explicar nuestra nula conciencia de clase (de la obrera, mejor no hablamos) de colectivo médico. Nos hemos desentendido de las actividades sindicales y ello podría explicar el maltrato continuo al colectivo que parece incapaz de articular cualquier tipo de respuesta solidaria (o incluso egoísta). Ser precario no ayuda tampoco pero quizás nos haga volver a tomar conciencia de la importancia del grupo...
Jesús
Yo no creo que la funcionarización invite a la rebeldía, pero creo que la estabilidad laboral la posibilita. No voy a negar que le hecho de que dicha estabilidad sea "contracorriente" en la dinámica de las sociedades actuales hace que me parezca que hay que ser aún más cauteloso a la hora de empezar a desmontar este sistema profesional -o de seguir desmontándolo-.
ResponderEliminarSobre la conciencia de clase... los médicos, los políticos y los religiosos eran las tres categorías profesionales clásicas... a partir de ahí creo que todo son reconfiguraciones, desgraciadamente. tenemos una universidad que no redistribuye, por lo que será difícil pedirle a los médicos otra conciencia que no sea la de la clase dominante..
... pero mientras tanto seguiremos intentándolo, claro está :)
Me parece un post muy interesante, como suele ser habitual, en el que tocas aspectos clave. Desde luego, es fundamental evitar la privatización pero,por otra parte, también hay que evitar el atrincheramiento en el inmovilismo. Tenemos que hacer profundas reformas y cambios en el sistema para eliminar ineficiencias si no queremos que acaben privatizándonos. Y sobre esto se habla mucho pero me temo que se hace muy poco. Y cuando se intenta hacer algo, se avanza muy lentamente por la gran cantidad de barreras que aparecen. Me temo que en el siglo XXI es difícil avanzar con estructuras y planteamientos del siglo pasado. Y si no planteamos las reformas desde dentro, vendrán de fuera a hacerlo.
ResponderEliminarUn saludo,
Emilio
Un post muy interesante.
ResponderEliminarComo profano en las vicisitudes más profundas de lo laboral y lo económico, no llego a mucho; pero siempre he creído que no debería estar reñido el garantizar un grado de estabilidad laboral con el incentivar al trabajador estableciendo métodos de autocontrol del sistema que además fomenten la mejora de la calidad.
El problema es que estamos ante un panorama absolutamente polarizado: el trabajo es o bien precario y frágil, lo cual hace al trabajador temeroso de hacer algo que le quite ese pobre recurso; o fosiliza al trabajador con la sensación de que lo que haga tendrá la misma —nula— influencia en su trabajo, el entorno del mismo, y el sistema en el que se desempeña.
El comentario de Jesús me parece también muy acertado, creo que esta estabilidad laboral, a mi juicio mal planteada por dejar simplemente al trabajador un poco «a la deriva», hace que se haya perdido esa conciencia. Si a eso le añadimos una especie de vox populi que parece situar al médico bien como un privilegiado que no puede quejarse o como una especie de ser superior que se puede permitir decidir sobre los demás con total impunidad; creo que el cóctel acaba dando como resultado una sensación colectiva de «estar en otra onda», de no ser como los demás. La consecuencia es lo que comentan Uds: una suerte de vagueza, o hastío, o simplemente una astenia en el preocuparse por la situación.
ME temo que el "funcionariado" no es la mejor manera de asegurar que siga existiendo un grupo de contrapoder profesional que amortigüe los vaivenes políticos y obligue al consenso" aunque juegue bastante a favor.
ResponderEliminarDe lo contrario no se explicarían "asaltos" tipo algoritmos valencianos, borreguismos generalizados (Minue dixit) o UDGC( Unidades Dictatoriales de Gestión Clínica) en autonomías que bien conoces
-Lo que si esta claro que estos "gestores" que abogan por la no-funcionarización , no iban a durar ni un segundo en un sector autenticamente liberalizado
¡menuda casta de prepotentes!
Saludos y buen post
La funcionarización per se (en una cultura individualista) no propicia la rebeldía, la precarización (en una cultura individualista) la imposibilita casi al completo.
ResponderEliminarEntonces, ¿no será culpa del individualismo y no del régimen laboral? ¿qué pasaría si los "fijos" se solidarizan con los "precarios" y viceversa?
Mientras lo resolvemos, he de decir que prefiero un colectivo funcionarial individualista que uno precario igual de individualista...
Al final, como casi siempre, tenemos que hablar de aspectos motivacionales y éticos:
- ¿Tendríamos el mismo miedo a des-funcionarización si contásemos con el respaldo solidario de todo el colectivo? ¿Os imagináis la fuerza real y moral de un colectivo sanitario unido?
- ¿Tendríamos el mismo miedo a la des-funcionarización si supiésemos que los intereses de los gerentes estarán alineados con los nuestros?
- Por cierto, ¿cuales son nuestros intereses y motivaciones?
Creo que hay muchas preguntas que resolver antes de ponernos a remar en alguna dirección...
Jesús
Jesús ha mencionado el papel de los sindicatos y de alguna manera también en la última entrada la de otras instituciones profesinales , que muchas veces por ausencia han contribuido a debilitar nuestro prestigio profesional y el debido respeto de la Administración.
ResponderEliminarRecordar que a muchas profesiones se les ha cedido el autocontrol del ejercicio profesional , motivo por el cual la colegiación es obligatoria.
Colegios, Asociaciones profesionales, organismos institucionales de representación a nivel corporativa- juntas clínicas y facultativas han tenido una actitud demasiado gremialista y sobre todo en el sector público poco comprometida con los valores fundacionales del SNS.
Antoni Agustí.
Muy bien blog y escribo super informaciones differente por la tema y tu trabajo que escribiste muchas cosas todos son muy buenas y interasantes
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