Alguna vez hemos hablado en algún texto de la reinversión en salud como la otra cara de la misma moneda de los procesos de financiación de prestaciones. Recientemente se ha publicado un texto (1) que analiza la deprescripción ("proceso de desmontaje de la prescripción de medicamentos por medio de su análisis, mostrando y tratando de resolver sus contradicciones y ambigüedades") como la otra cara de la moneda de la prescripción, dibujando el marco ético que debe regir ambos procesos.
Extraemos los siguientes párrafos de las conclusiones:
Se han realizado estudios de deprescripción muy variados, implicando a médicos de familia y/o farmacéuticos y/o enfermería, y con resultados también variables, si bien en su mayoría se demuestra que son efectivos: se logra deprescripción de medicamentos con reducción de costes, hospitalizaciones, caídas, efectos adversos medicamentosos y mortalidad. Esto permite concluir que la deprescripción es posible (justicia), puede atraer beneficios para la salud (beneficente) y es segura (no maleficente).
Sin embargo, es poco prudente la deprescripción sin deliberación, sin tener en cuenta las preferencias del paciente. La autonomía del paciente es el poder de veto que debe modificar las prioridades de deprescripción definidas por los otros 3 principios (justicia, no maleficencia y beneficencia). De no ser así, se corre el riesgo de que el paciente interprete el proceso de prescripción/deprescripción de manera distante, pasiva, desconfiada, como un problema burocrático, de reducción de costes o de enfrentamiento interniveles.
Especialmente interesante nos parece la frase de "la autonomía del paciente es el poder de veto", máxime en un contexto en el que toda medida decrecentista es tomada como estrategia de recorte de prestaciones. No se puede predicar la necesidad de un cambio de foco en la asistencia sanitaria reproduciendo los mecanismos medicocéntricos de la prescripción farmacológica estándar, así como no podemos seguir defendiendo un modelo de "enfoque centrado en el paciente" que realmente quiere decir "enfoque centrado en el paciente que se centra en mi enfoque", colocando al paciente en el centro, pero no en el sujeto.
Tal vez la manera de conseguir que los "enfoques centrados en el paciente" sean reales pasa por lograr que la participación social en salud logre conjugar los elementos micro de la consulta con los elementos macro de la participación en la organización de los servicios de salud y los sistemas sanitarios... mientras tanto seguiremos celebrando abordajes que introduzcan marcos éticos en la práctica clínica habitual.
(1) Hortal J, Aguilar I, Parrilla F. Un modelo de desprescripción prudente. Med Clin 2014;143(10): doi:10.1016/j.medcli.2014.02.026
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