1.12.14

Teresa, su dignidad y mi superioridad moral.

El otro día Teresa Romero, la auxiliar de enfermería que se contagió del ébola mientras atendía a una de las personas repatriadas por haber contraído la enfermedad por virus ébola, salió en un programa de televisión en horario de máxima audiencia.

Desde entonces he podido ver pasar por mis muros de las redes sociales todo tipo de juicios (la mayoría de ellos morales) sobre esta aparición. Desde el desagradecimiento con las personas que la habían curado (mejor, que le habían "salvado la vida", mesianic-modus-on) hasta valoraciones sobre su dignidad como persona.

Yo no vi la entrevista y no tengo especial interés en verla. Además, no imagino ningún escenario en el cual me encontrara en la situación de emitir juicios de valor sobre las acciones de Teresa Romero. Recordemos que Teresa Romero es una auxiliar de enfermería -es decir, que su sueldo neto anual no debe distar demasiado de esos 12.000 € que se dice que podría haber cobrado de Telecinco-, trabajadora de la sanidad pública -con el deterioro de las condiciones de trabajo que eso supone en los últimos años- y que se contagió mientras ejercía su profesión en unas condiciones de formación específica para esa tarea que están puestas en entredicho -principalmente por la lentitud en la gestión de los procesos de formación y preparación de los profesionales que hemos observado desde la llegada del ébola a Occidente-. Una trabajadora que, tras enterarse por los medios de comunicación de que se había contagiado de una enfermedad que por aquel entonces mataba a la mitad de gente que la padecía -ahora la tasa de letalidad es de un 35% aproximadamente-, tuvo que escuchar como representantes del hospital y consejeros de sanidad (jerárquicamente superiores) la señalaban como culpable inequívoca de su situación y la ridiculizaban hasta la náusea (no-hace-falta-un-máster-para-__________). Una trabajadora que ha podido leer su esquela en medios de comunicación, que no ha vuelto a ver viva a su mascota -inserte aquí su comentario graciosete y moralmente superior acerca de los vínculos emocionales de las personas con sus mascotas-.

Cuando escuché las declaraciones de Javier Rodríguez, consejero de sanidad de la Comunidad de Madrid, pensé que si se tratara de un médico (masculino licenciado) no habría hecho las declaraciones que hizo y éstas se encontrarían más cerca del heroísmo que de la acusación-con-chascarrillos. Ahora me planteo si las críticas sobre su moralidad y su dignidad por decir-lo-que-quiera-que-dijera en televisión serían las mismas si se tratara del jefe de servicio de enfermedades infecciosas o si lo que estamos viendo es una versión destilada del "onanismo literario" que ya hemos comentado algunas veces por aquí.

¿Quiere decir esto que apoyo lo que dice y hace Teresa Romero? No. Quiere decir que no me encuentro en posición de criticar a una compañera (sí, mi corporativismo también incluye a las auxiliares de enfermería) que en unas condiciones de trabajo mejorables y con unos culpables de esas condiciones claramente identificables contrajo una enfermedad que casi le cuesta la vida. Haga lo que haga Teresa aquí esperamos que nos pille mirando a la luna (no al dedo).

1 comentario: