14.1.15

Fisiopatología del colapso sanitario. Capítulo 2015.

De forma totalmente imprevista el mes de enero comienza a mostrarnos imágenes de los centros sanitarios saturados, los pacientes hacinados (y casi apilados) en los pasillos de los servicios de urgencias hospitalarios e historias de personas a las que tardan eones en ser atendidas en Urgencias o pacientes que no tienen cita con su médico de familia hasta una semana después de pedirla (con suerte). ¿Es esto un despropósito? Sí. ¿Sabíamos que iba a ocurrir un aumento de demanda asistencial al empezar enero? Sí. ¿Creemos que el año que viene será distinto a éste? Probablemente sea peor.

Vamos a tratar de enumerar algunos de los mecanismos que influyen en el colapso de los servicios hospitalarios urgencias , como resultado final (y mediáticamente visible) de un cúmulo de decisiones en diversos puntos del sistema sanitario.

El acúmulo de pacientes en los pasillos de las urgencias se debe principalmente a que un servicio que ya de por sí suele trabajar al límite de su capacidad se ve desbordado por un incremento de la gente que acude a él, y una incapacidad de dar salida hacia las plantas de hospitalización a todas las personas que así lo requieren.

En la parte del incremento de demanda podemos identificar varios factores:

  • Por un lado, tras el parón navideño (porque sí, en navidades se produce un parón navideño de funcionamiento en los centros de salud y en las consultas ambulatorias de los hospitales-) la Atención Primaria afronta la llegada de pacientes en el inicio de la epidemia gripal de cada año ofreciendo a los pacientes citas programadas a más de una semana vista en muchos casos. Una Atención Primaria que no puede atenderte en 24-48 horas no es más que un sistema de gestión de crónicos estables y personas sin patología. Al llegar a esa situación, los pacientes crónicos que se desestabilizan por la llegada del frío, la contaminación elevada o la infección respiratoria de vías altas complicada, acaban acudiendo a buscar asistencia a otro sitio.
  • Como explicaba magistralmente Rafa Bravo, si bien hay 5 motivos por los que no deberías ir al médico si tienes un proceso gripal, hay uno que hace que no puedas eludir la visita a tu centro de salud. Las barreras burocráticas (inútiles) deberían eliminarse en todo momento, pero en fase de alta frecuentación se convierten en muros con importantes externalidades negativas tanto para la atención primaria como para los servicios de urgencias y los pacientes que acuden a ambos niveles asistenciales.
  • Las cifras elevadas de contaminación favorecen la reagudización de procesos respiratorios y cardiovasculares no solo en el largo plazo sino también en el corto plazo (esto se estudió en España en el estudio EMECAM). En un año como éste en el que la contaminación está disparada justo en la época de inicio de la temporada de gripe, esto añade un factor extra de afluencia de pacientes a los servicios sanitarios.
  • El frío. Las bajas temperaturas favorecen la agudización de algunas enfermedades crónicas. Además, nuestro país se encuentra entre los países de Europa en los que el invierno se salda con un mayor exceso de mortalidad. Al frío de la calle hay que añadirle el frío de las casas, especialmente el de aquellas casas cuyos habitantes no pueden encender la calefacción o la estufa porque no tienen dinero para pagar la factura de la luz o el gas. La denominada pobreza energética también tiene sus efectos sobre la salud de las personas.
En la parte de la dificultad para "dar salida" a los pacientes que precisan ingreso en el hospital nos encontramos con plantas de hospitalización que se intentan mantener cerradas hasta que no queda más remedio, lo cual suele suponer varios días (o semanas) de retraso en la toma de la decisión de volver a abrirlas, además de precisar personal para atenderlas. 

Como resultado de todo esto, y de la situación de vivir al límite que experimenta el sistema sanitario en los últimos años (puede parecer que siempre vivió al límite -la financiación mediante emisión de deuda así lo atestigua-, pero las restricciones presupuestarias de los últimos 3 años están logrando que vayamos un paso más allá en ese estrangulamiento de la sostenibilidad externa) nos encontramos con el colapso del sistema a múltiples niveles. Un colapso que no nos debería extrañar que fuera mayor año tras año porque no hay soluciones que frenen un deterioro con tintes acumulativos.

¿Qué hacer como respuesta? En el caso del Servicio Andaluz de Salud lo tienen claro, como se puede observar en la imagen: contratar más gente en los servicios de Urgencias hospitalarias.


Pero... ¿que hubiera poca gente trabajando en Urgencias era el problema? La gente que trabaja en esos servicios en esta época hace una labor titánica para atender en las mejores condiciones posibles a la avalancha de pacientes que tienen que atender, pero la capacidad de dichos servicios de urgencias se encuentra al límite durante una parte importante del año. Limitar los planes de gestión de los periodos de alta frecuentación a la contratación de personal de urgencias traduce que lo único que nos preocupa de esos periodos es que los medios de comunicación nos inunden con titulares del tipo "Las Urgencias se colapsan con esperas de hasta 15 horas", pero para la salud de los pacientes, la del sistema sanitario -y la de los propios profesionales sometidos a la presión asistencial de esta época del año- las medidas frente a las época de alta frecuentación hay que realizarlas de marzo a diciembre, justo cuando es necesario fortalecer un sistema que se asfixia cuando llega esta época, año tras año, planteándonos si tiene sentido ser más de trasplantes que de gripes.

No basta con echarle la culpa "a los virus", especialmente cuando la época de gripe aún no está atacando duramente, como se observa en la gráfica del último informe semanal del Sistema de Vigilancia de la Gripe en España. Tan importante es tomar las medidas correctas como hacer un buen diagnóstico de la situación, porque creer que estamos a hombros de la epidemia gripal de 2014-2015 puede hacernos creer que "lo peor del año ya ha pasado" cuando claramente no es así.


Algunas cosas cuesta dinero hacerlas -aunque haya quien crea lo contrario-, y obtener un sistema sanitario en el cual los recursos profesionales y materiales no estén siempre al 200% de su capacidad es una de ellas -aunque también haya cuestiones de funcionamiento que se puedan y deban hacer sin un extra de recursos económicos-, y redunda no solo en la efectividad de los servicios prestados sino también en la seguridad de los mismos, permitiendo, además, que el sistema sanitario se reconcilie con unos trabajadores que vivimos el atender-con-la-lengua-fuera como una vía de desarrollo profesional lamentable y desmotivadora.


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