17.5.11

80 gotas de blonda negra para la del 7, cuando puedas.

Trabajo evitando suicidios. (no, no soy prostituta. probablemente si lo fuera obtendría mejores resultados). Ignoro cuál es el impacto de mis horas de guardia escuchando desgarros aterradores, escuchando ¿aparentes? trivialidades, escuchando delirios atroces o intentando escuchar a secas (sin mucho éxito). Nadie me cuenta cuántos se matan de verdad, ni cuántos se matan de los que yo he tenido enfrente, filiados (curioso concepto) para nosotros. Pero ése es mi trabajo, yo no acudo si te mueres, sólo si te matas.

En un raquítico año de (t)Urgencia psiquiátrica he visto cosas que no creeríais (o bueno, sí, que aquí sois todos unos listos), en el horror de lo cruel que puede ser la vida con el humano y éste consigo mismo, y en el opuesto polo a otros humanos siendo atrozmente idiotas, consigo y con los demás. La conclusión helatriz suele ser la misma, carámbano afiladito por todos aquellos que no llegan a venir y a los que podríamos haber ayudado (o vienen y no acabamos de atinar); garganta de arena por todos los que vienen sin necesitarlo porque alguien o algo les empuja a ello (psiquiatriza o rebota), confundiéndoles el rumbo y lanzándoles al páramo iatrógeno sobre el que hacemos sombra. Pero hoy no pienso hablar de la ley de cuidados inversos, si es que eso se puede hacer.

Trabajo pretendiendo evitar suicidios y hablo a diario con quienes fantasean con la muerte, sea final o sea medio (movilizador del medio); me he acostumbrado y sea o no sea correcto no lo veo como tú. No por ello, sin embargo, historias como ésta me sobrecogen menos. Me pregunto, soluta en desasosiego, si me habría parado a escuchar esta historia, versión que presentó esta potencial paciente hasta el día de su muerte; si habría tenido medio o tiempo para entenderlo, si es mi papel sustituir a los inoperantes jueces y si no trato de marcarme un avestruz al pretender acotar mi función.

[No sólo de alienistas viven la trampa sensiblera, me lo pregunto también al recordar la fictio-imagen de Patti Smith con camisón de urgencia retorCRUcida en boxes, confundida con una vieja loca más, o al pensar al másquefascinante José Ramón Larraz , Encandilante en “on vampyres and other symptoms”, que en la Urgencia no sería más que un puro cuya carpeta nadie quiere coger. Dioses menores arrastrados por la corriente mientras tú abandonas tu puesto de vulgar asidero para atarte los cordones, con la corriente vacía cuando vuelves a mirar.]

Una, que vive en la constante náusea a ponerse invasiva donde no debe, lacra sonrojante de toda mi profesión (médica); a veces se asoma a lo Real(¡!) y no puede sino pensar que no sólo invadimos donde no debemos sino que vivimos dando la espalda a justo lo único que sí deberíamos hacer. Sea supongo la contribución que nos toca al mundo que, por ser mundo, ha de repugnar. Sea esto entonces un atisbo lúcido del papel de cada cual y el nuestro prop(r)io. Será. Pero sigue habiendo algo perverso en todo lo que hacemos.


En la imagen, el aspecto que querría la gilipollas al teclado poniendo cara de atención, durante una guardia tan hija de puta como ésta.

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