Si ante un grupo de personas preguntas qué es lo que hace que exista población que no se vacune, lo más probable es que la primera respuesta que te encuentres esté relacionada con los movimientos antivacunas o con los recelos de cierta población (de forma más o menos organizada) ante posibles efectos adversos o similar. Después ya se entraría en otros argumentos relacionados con la exclusión social, las dificultades de acceso al sistema sanitario, etc.
Si uno acude a las fuentes de búsqueda bibliográfica científica habituales se encuentra conque los textos en relación a los movimientos antivacunas no se dedican a contabilizar la prevalencia del antivacunismo como determinante de la no-vacunación en una población concreta, sino que, dando por hecho su existencia e importancia, elaboran guías de comunicación científica para tratar de persuadir a esa población para que se vacune o para que vacune a sus hijos (1) (2) (3).
En cambio, si uno mira más allá e intenta ver cómo otros determinantes sociales actúan sobre la cobertura vacunal de la población, podemos encontrar algunos textos más explicativos. Son múltiples los trabajos que insisten en señalar una importante asociación entre bajo seguimiento de los programas de vacunación y clase social (4)(5)(6)(7)(especialmente relacionado con el nivel educativo de los padres, por encima de otras formas de medir la clase social) . Así mismo, también se ha visto que un mayor número de hijos en la familia se relaciona con una menor tasa de vacunación.
En Estados Unidos, entre los años 1996 y 2001 se observó también un incremento de las desigualdades en la tasa de vacunación según la raza. Las personas de raza negra presentaban menores tasas de vacunación que las de raza blanca, incrementándose las diferencia a razón del 1.1% anual durante los años estudiados.(8)
Una medida que ha demostrado ser efectiva es el desarrollo de un fuerte sistema de atención primaria (aquello de "la atención primaria es la base del sistema", pero de verdad), logrando disminuir las inequidades en el acceso a la vacunación yconsiguiendo una mejora en la cobertura vacunal.(9)
No cabe ninguna duda de que las decisiones individuales de no-vacunación pueden tener una repercusión importante en salud sobre poblaciones enteras, por lo que los movimientos de anti-vacunación podrían tener efectos a este nivel. Sin embargo, ¿cómo es posible actuar contra un problema si ni siquiera tenemos constancia de la magnitud del mismo? (10)(11)
¿No estaremos cayendo en dar una importancia mayor a aquellos determinantes contra los cuales nos sentimos más cómodos peleando (ya sea por sensación de superioridad intelectual o porque se puede hacer desde un sofá), dibujando un panorama irreal? Defendemos el uso de la ciencia y la objetividad (la subjetiva objetividad, todo sea dicho) para el abordaje de la realidad -especialmente en temas de salud- y fallamos a la hora de dar el segundo paso en dicho abordaje (el de la observación y medición de la realidad).
Los movimientos antivacunas pueden ser un problema de salud pública llegado el momento, pero a día de hoy lo son más los grupos de población excluida sin apenas acceso al sistema sanitario. El grado de exclusión es tal que nos olvidamos de ellos hasta para considerarlos un problema.
1. Poland GA, Jacobson RM. The clinician's guide to the anti-vaccionists' galaxy. Hum Immunol 2012;73(8):859-66
2. Poland GA, Jacobson RM. Understanding those who do not understand: a brief review of the anti-vaccine movement. Vaccine 2001;19(17-19):2440-5
3. Behrmann J. The anti-vaccination movement and resistance to allergen-immunotherapy: a guide for clinical allergists. Allergy Asthma Clin Immunol 2010;6(1):26
4. Stronegger WJ, Freidl W. A hierarchical analysis of social determinants of measles vaccination coverage in Austrian schoolchildren. Eur J Public Health 2010;20(3):354-9
5. Barata RB, Ribeiro M, De Moraes JC, Flannery B. Socioeconomic inequalities and vaccination coverage: results of an immunisation coverage survey in 27 Brazilian capitals, 2007-2008. J of epidemiol and community health;66(10):934–41
6. Smith, PJ, Lindley MC, Rodewald LE. Vaccination coverage among U.S. children aged 19-35 months entitled by the Vaccines for Children program, 2009. Public health reports (Washington, D.C. : 1974), 126 Suppl:109–23.
7. Topuzoglu A, Ozaydin GA, Cali S, Cebeci D, Kalaca S, Harmanci H. Assessment of sociodemographic factors and socio-economis status affecting the coverage of compulsory and private immunization services in Istanbul, Turkey. Public Health 2005;119(10):862-0
8. Chu SY, Barker LE, Smith PJ. Racial/ethnic disparities in preschool immunizations: United States, 1996-2001. Am J Publich Health 2004;94(6):973-7
9. Mosquera, P, Hernández J, Vega, R, Martínez J, Labonte R, Sanders D, San Sebastián M. The impact of primary healthcare in reducing inequalities in child health outcomes, Bogotá-Colombia: an ecological analysis. International journal for equity in health;11:66. doi:10.1186/1475-9276-11-66
10. Gangarosa EJ, Galazka AM, Wolfe CR, Phillips LM, Gangarosa RE, Miller E, et al. Impact of anti-vaccine movements on pertussis control: the untold story. Lancet. 1998;351:356–61.
11. Jansen VA, Stollenwerk N, Jensen HJ, Ramsay ME, Edmunds WJ, hodes CJ. Measles outbreaks in a population with declining vaccine uptake. Science. 2003;301(5634):804.
Si uno acude a las fuentes de búsqueda bibliográfica científica habituales se encuentra conque los textos en relación a los movimientos antivacunas no se dedican a contabilizar la prevalencia del antivacunismo como determinante de la no-vacunación en una población concreta, sino que, dando por hecho su existencia e importancia, elaboran guías de comunicación científica para tratar de persuadir a esa población para que se vacune o para que vacune a sus hijos (1) (2) (3).
En cambio, si uno mira más allá e intenta ver cómo otros determinantes sociales actúan sobre la cobertura vacunal de la población, podemos encontrar algunos textos más explicativos. Son múltiples los trabajos que insisten en señalar una importante asociación entre bajo seguimiento de los programas de vacunación y clase social (4)(5)(6)(7)(especialmente relacionado con el nivel educativo de los padres, por encima de otras formas de medir la clase social) . Así mismo, también se ha visto que un mayor número de hijos en la familia se relaciona con una menor tasa de vacunación.
En Estados Unidos, entre los años 1996 y 2001 se observó también un incremento de las desigualdades en la tasa de vacunación según la raza. Las personas de raza negra presentaban menores tasas de vacunación que las de raza blanca, incrementándose las diferencia a razón del 1.1% anual durante los años estudiados.(8)
Una medida que ha demostrado ser efectiva es el desarrollo de un fuerte sistema de atención primaria (aquello de "la atención primaria es la base del sistema", pero de verdad), logrando disminuir las inequidades en el acceso a la vacunación yconsiguiendo una mejora en la cobertura vacunal.(9)
No cabe ninguna duda de que las decisiones individuales de no-vacunación pueden tener una repercusión importante en salud sobre poblaciones enteras, por lo que los movimientos de anti-vacunación podrían tener efectos a este nivel. Sin embargo, ¿cómo es posible actuar contra un problema si ni siquiera tenemos constancia de la magnitud del mismo? (10)(11)
¿No estaremos cayendo en dar una importancia mayor a aquellos determinantes contra los cuales nos sentimos más cómodos peleando (ya sea por sensación de superioridad intelectual o porque se puede hacer desde un sofá), dibujando un panorama irreal? Defendemos el uso de la ciencia y la objetividad (la subjetiva objetividad, todo sea dicho) para el abordaje de la realidad -especialmente en temas de salud- y fallamos a la hora de dar el segundo paso en dicho abordaje (el de la observación y medición de la realidad).
Los movimientos antivacunas pueden ser un problema de salud pública llegado el momento, pero a día de hoy lo son más los grupos de población excluida sin apenas acceso al sistema sanitario. El grado de exclusión es tal que nos olvidamos de ellos hasta para considerarlos un problema.
1. Poland GA, Jacobson RM. The clinician's guide to the anti-vaccionists' galaxy. Hum Immunol 2012;73(8):859-66
2. Poland GA, Jacobson RM. Understanding those who do not understand: a brief review of the anti-vaccine movement. Vaccine 2001;19(17-19):2440-5
3. Behrmann J. The anti-vaccination movement and resistance to allergen-immunotherapy: a guide for clinical allergists. Allergy Asthma Clin Immunol 2010;6(1):26
4. Stronegger WJ, Freidl W. A hierarchical analysis of social determinants of measles vaccination coverage in Austrian schoolchildren. Eur J Public Health 2010;20(3):354-9
5. Barata RB, Ribeiro M, De Moraes JC, Flannery B. Socioeconomic inequalities and vaccination coverage: results of an immunisation coverage survey in 27 Brazilian capitals, 2007-2008. J of epidemiol and community health;66(10):934–41
6. Smith, PJ, Lindley MC, Rodewald LE. Vaccination coverage among U.S. children aged 19-35 months entitled by the Vaccines for Children program, 2009. Public health reports (Washington, D.C. : 1974), 126 Suppl:109–23.
7. Topuzoglu A, Ozaydin GA, Cali S, Cebeci D, Kalaca S, Harmanci H. Assessment of sociodemographic factors and socio-economis status affecting the coverage of compulsory and private immunization services in Istanbul, Turkey. Public Health 2005;119(10):862-0
8. Chu SY, Barker LE, Smith PJ. Racial/ethnic disparities in preschool immunizations: United States, 1996-2001. Am J Publich Health 2004;94(6):973-7
9. Mosquera, P, Hernández J, Vega, R, Martínez J, Labonte R, Sanders D, San Sebastián M. The impact of primary healthcare in reducing inequalities in child health outcomes, Bogotá-Colombia: an ecological analysis. International journal for equity in health;11:66. doi:10.1186/1475-9276-11-66
10. Gangarosa EJ, Galazka AM, Wolfe CR, Phillips LM, Gangarosa RE, Miller E, et al. Impact of anti-vaccine movements on pertussis control: the untold story. Lancet. 1998;351:356–61.
11. Jansen VA, Stollenwerk N, Jensen HJ, Ramsay ME, Edmunds WJ, hodes CJ. Measles outbreaks in a population with declining vaccine uptake. Science. 2003;301(5634):804.
un poco más de rigor : en UK quedaron 2 millones de niños sin vacunar de sarampion .....por padecer antivacunitis
ResponderEliminarhttp://www.bmj.com/content/346/bmj.f2545
Manuel,
ResponderEliminarpuestos a tener rigor podrías enlazarnos a algo que no sea una noticia de prensa (sí, que sea del BMJ no implica que sea un artículo peer reviewed...)... Ahí aluden a la antivacunitis pero no muestran ningún estudio epidemiológico real con cierto rigor en su recogida que muestre que ese enlace causa-efecto es real y no sacado de ningún prejuicio...
Muy bien blog y escribo super informaciones differente por la tema y tu trabajo que escribiste muchas cosas todos son muy buenas y interasantes
ResponderEliminarexcursiones en estambul
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