Primera página del libro "Sonríe o muere", de B. Ehrenreich. |
El cáncer de mama, ahora puedo decirlo con conocimiento de causa, no me hizo más bella ni más fuerte ni más femenina, ni siquiera una persona más espiritual. Lo que me dio, si es que a esto lo queremos llamar "don", fue la oportunidad de encontrarme cara a cara con una fuerza ideológica y cultural de la que hasta entonces no había sido consciente; una fuerza que nos anima a negar la realidad, a someternos con alegría a los infortunios, y a culparnos solo a nosotros mismos por lo que nos trae el destino.
Barbara Ehrenreich. "Sonríe o muere".
Lo-que-no-te-mata-te-hace-más-fuerte, ahora-lo-que-no-puedes-hacer-es-hundirte, es-fundamental-que-mires-al-futuro-con-optimismo, si-te-quieres-curar-lo-primero-que-tienes-que-hacer-es-dejar-de-llorar-y-pensar-que-vas-a-superar-esto.
Esas frases, aliñadas con una buena dosis de simbología estereotipada (lazos rosas y diminutivos infantilizantes para ellAs, bigotes postizos y virilidad de todo a cien para ellOs) y un lenguaje épico propio de lo que sería la versión "para pacientes" de la medicina heroica que otras veces hemos criticado, forman los pilares del imaginario colectivo a la hora de afrontar enfermedades graves en nuestra sociedad.
Un aspecto común de estas respuestas hacia la enfermedad, encuadradas dentro de lo que se viene a llamar la "psicología positiva", que no es sino la formulación psicológico-revistera de una ideología que encumbra el individualismo y la responsabilidad individual por encima de cualquier ideal de bien común, es la creencia de que el individuo puede, mediante la educación de la voluntad, lograr aquello que desee, guiándose por un principio de atracción que vendría a decir que "lo positivo atrae a lo positivo".
Esta visión de la psicología positiva, que se puede mostrar como dominante en medios de comunicación y en los abordajes con los que una parte importante de la sociedad piensa que deben regir las respuestas individuales ante las enfermedades (y, en general, ante las adversidades de la vida) puede ser cierta y dar respuesta a los problemas de los grupos sociales más acomodados. Eso de que lo positivo atrae a lo positivo lo podemos ver claramente en el ámbito de la salud, donde la riqueza económica atrae la sensación de tener una buena salud y repele un buen número de enfermedades (o incluso la mortalidad prematura), pero a las clases más desfavorecidas es difícil que se lo apliquemos, especialmente en un país en el que el ascensor social parece que se averió hace tiempo y no tenemos quien lo arregle. La psicología positiva se convierte en el discurso dominante (en el afrontamiento social del cáncer de mama, por ejemplo) porque es la ideología de la clase dominante.
Pero estas visiones de la sociedad con respecto a la enfermedad y su relación con la-forma-de-mirar-la-vida, ¿surgen de la nada o podemos pensar que nacen en el seno de un sistema sanitario que también compra ese discurso? Leamos este párrafo de Atul Gawande:
Cuando uno está luchando contra un cáncer, una insurrección armada o simplemente un problema difícil en el trabajo, el espíritu de la época es decir que el pensamiento positivo será la clave -o "el Secreto"- del éxito. Pero a mí me parece que la verdadera clave es el pensamiento negativo: buscar, y a veces incluso esperar, los fallos.
Athul Gawande, "The power of negative thinking", New York Times, 1/05/2007. Citado en "Sonríe o muere", de Barbara Ehrenreich.
Lo que describe Gawande acerca de "buscar, y a veces incluso esperar, los fallos" no se parece en exceso a la forma de funcionamiento dominante en el sistema sanitario. Un sistema en el que las voces críticas suelen ser marginadas de la estructura organizativa y de gestión está destinado a buscar la autocomplacencia en su forma de funcionamiento habitual, incentivando que los errores se escondan debajo de la alfombra y los logros (por pequeños y anecdóticos que sean) se publiciten dentro y fuera de la organización como si fueran auténticas revoluciones... revoluciones de cartón piedra que generan un ambiente constante de hiperactivación y falsa ilusión que impide ver que debajo de esas notas de prensa manchadas de caramelo se encuentran realidades sanitarias cubiertas de errores evitables y sufrimientos identificables.
El pensamiento positivo del que hablamos ha caracterizado la gestión (como disciplina académica -el management- y como forma de operativizar la maximización de resultados de una organización) de las últimas décadas, convirtiéndola en una pseudociencia al servicio de las clases dominantes. Es necesario, e incluso urgente, sacar ese pensamiento positivo del funcionamiento de las organizaciones sanitarias y reclutar un ejército de protestones que crean en un contrapeso al estilo de la máxima gramsciana de conjugar el pesimismo de la inteligencia con el optimismo de la voluntad". Porque cambiar el discurso dominante también es cambiar la organización al completo y empezar a mirar hacia "abajo" en ese ascensor social estropeado, dándole el protagonismo a aquellos a los que ahora la sociedad les dice que simplemente con su esfuerzo podrán: prosperar/evitar-enfermedades/curarse/whatever.
Me parece muy interesante el tema Javi. Aunque con muchas aristas.
ResponderEliminarTengo mis dudas si lo que hay que sacar del sistema es a esos risueños buenoides sin evidencia o a ese gran grupo de gruñones cejijuntos que escriben y protestan pero no han tomado nunca las riendas de ninguna situación. Y se van a jubilar sin haberlo hecho. Supongo que habría que sacar a ambos. O que nos dejaran salir al menos.
Me ha gustado mucho esa frase "conjugar el pesimismo de la inteligencia con el optimismo de la voluntad" Creo que lo resume muy bien.
Estructurar la queja como un proceso de acción colectiva, que sume, que resuma acciones existentes y hacia un movimiento adelante. Con optimismo gramsciano y alegria nerudiana.
Elogio del cabreo https://rafabravo.wordpress.com/2010/10/31/5710/
ResponderEliminarMe ha gustado el texto.
ResponderEliminarTras reflexionar añado que tal vez lo que deba acabar es que no haya pensamiento crítico en el sistema sanitario, ó lo que es lo mismo, va siendo hora de empezar a pensar de otra manera...
Javi gracias por escribir sobre este tema. Más allá de la comparación con la gestión y lo que apuntan los "Rafas" y Salvador lo que si que me gustaría es que este mensaje pudiera llegar a las protagonistas de esta historia: las personas que pasan por esta experiencia y que no les queda otra que oír machaconamente el mantra del pensamiento positivo. Hace mucho, mucho tiempo escribí algo sobre esta enfermedad a través de mi experiencia. Era para un blog de pacientes así que, aunque hay un hueco para el "mirar adelante" y seguir "bailando", también intentaba transmitir la idea de que hicieran caso omiso de la multitud de consejos que desde ese momento iban a recibir. Nunca en toda mi vida he recibido tantos (malos) consejos y todos iban en la misma línea. El positivismo cala hasta los huesos y además es contagioso. Pasas alternativamente de la "lucha" y la "batalla" a lo positivo y "buenrollismo" de tener una experiencia así. Ahora, con el tiempo y la distancia, quizás escribiría otra cosa pero la idea de "haz lo que debas" permanece: Bailando (incluso) en la oscuridad http://cancermama-escueladepacientes.blogspot.com.es/2011/11/bailando-incluso-en-la-oscuridad.html Un abrazo. Maite
ResponderEliminarEl problema de ese positivismo (auto)impuesto es que en realidad disfraza una negación de una misma, de comprender y aceptar lo que está pasando y de permitirse reaccionar como un ser humano, dolerse ante el dolor en lugar de sonreír indiscriminadamente. El "yo puedo con todo" social ha hecho mucho daño y causado mucha culpabilización.
ResponderEliminarIgual que la lógica bélica de la salud/enfermedad, no deja de ser otra narrativa impuesta para conducirnos sutilmente por los caminos de la corrección social...
Qué bueno leeros a tanta buena gente junta.
ResponderEliminarCofiño, en realidad muchos de los posts que publicamos no son sino excusas para poner lo de Gramsci, que nos gusta muy mucho.
Maite, justo lo que me ha gustado mucho del primer capítulo en el que Ehrenreich habla de su tránsito por/con el cáncer de mama es ese abrir los ojos ante una dinámica de imposición de conductas (y culpabilización si te sales de ese camino de sonrisas)...
Ayer me pasaron por twitter este artículo:
"Positive psychology in cancer care: bad science, exaggerated claims, and unproven medicine" http://share.eldoc.ub.rug.nl/root2/2010/Posipsinc0/