Dentro de las medidas anunciadas recientemente por la Comunidad de Madrid se encuentra la imposición del euro por receta a imagen y semejanza de lo llevado a cabo en Cataluña. No importa que el Consejo de Estado crea que es inconstitucional, el gobierno de la C. de Madrid insiste en que llevará a cabo dicha medida.
Como en medicocritico queremos ser bienpensantes, seguiremos lo que dice el principio de Hanlon, que afirma que "nunca le atribuyas a la maldad lo que puede ser explicado por la estupidez" y vamos a proponer algunas alternativas igual de sencillas y fáciles de entender para los gobernantes de la Comunidad de Madrid, de forma que puedan sustituir el "euro por receta" y convertirlo en el "euro por XXXX" [cuando alguien no sabe de algo, y por lo que sabemos es algo relativamente extendido en las altas esferas de mando de la sanidad de la C. de Madrid, es mejor no cambiarle los esquemas demasiado para que se entienda bien].
Nuestra opinión sobre el euro por receta ya la dimos hace meses; las alternativas a este tipo de reformas regresivas e inequitativas las colgamos en un artículo hace una semana. Pero si los dirigentes siguen empeñados en aplicar tasas fijas tal vez estaría bien tener en cuenta el concepto de fiscalidad saludable.
En mayo de 2012 el British Medical Journal publicó un artículo llamado "Taxing unhealthy food and drinks to improve health" [enlace al texto completo; enlace a la noticia de Time sobre el artículo], donde revisaba las experiencias en instauración de impuestos a alimentos y bebidas poco saludables, y sus repercusiones en la disminución del consumo derivada de dichos impuestos.
Como se comenta en el artículo, las experiencias previas demuestran disminuciones en el consumo de estos productos después de la imposición de estas tasas. Al compararlo con el euro por receta, se puede trazar un paralelismo fundamental, y es que ambas serían medidas fuertemente regresivas (afectan igualmente en términos absolutos al pobre que al rico -porque los matices en el límite de pago hechas por Cataluña y Madrid son irrisorias-, pero afectan a los pobres con mayor intensidad de forma relativa) en lo que se refiere al consumo de los bienes tasados, pero la diferencia es que una medida con impuestos regresivos para los alimentos poco saludables repercutiría de forma progresiva a la salud (los pobres se verían más afectados por el aumento del precio de los alimento poco saludables y su disminución del consumo sería mayor que la que se produciría en las personas con mayor renta).
Recordemos que la obesidad afecta más a los trabajadores manuales que a los trabajadores no manuales, hecho que parece pasarse por alto al centrar todas las intervenciones sobre la obesidad en los hábitos de vida en vez de en las condiciones de vida [recomendamos leer este post de Salud Comunitaria para aclarar estos dos conceptos].
Hace unos meses saltó a los medios de comunicación la decisión del ayuntamiento de Nueva York de prohibir la venta de refrescos de más de medio litro; en seguida la industria alimentaria reaccionó con anuncios a toda página en los periódicos más importantes del país, bajo el lema "Nueva York necesita un alcalde, no una abuela".
Más allá de esta interpretación interesada (disfrazada de liberalismo, cuando en realidad es una defensa del beneficio económico de las grandes empresas alimentarias -¿o era eso el neoliberalismo?-), parece claro que puestos a instaurar tasas sobre productos puede ser más saludable y equitativo hacerlo sobre alimentos no saludables que sobre medicamentos de prescripción médica. En Dinamarca recientemenet anunciaron que abandonaban las tasas sobre alimentación no saludable porque "aumentaron los precios y se pusieron en riesgo puestos de trabajo"; dado que lo proponemos como alternativa a otra tasa de similares efectos, suponemos que eso no debería ser problema para su imposición en nuestro país.
Si la intención del euro por receta no es recaudar sino disuadir (Ignacio González dixit), mejor disuadir a la población de comer mierda que de tomar los medicamentos que su médico le ha prescrito, ¿no? [otra cosa es que si están mal prescritos haya que actuar... sobre el médico u otros agentes implicados en dicha prescripción].
Como en medicocritico queremos ser bienpensantes, seguiremos lo que dice el principio de Hanlon, que afirma que "nunca le atribuyas a la maldad lo que puede ser explicado por la estupidez" y vamos a proponer algunas alternativas igual de sencillas y fáciles de entender para los gobernantes de la Comunidad de Madrid, de forma que puedan sustituir el "euro por receta" y convertirlo en el "euro por XXXX" [cuando alguien no sabe de algo, y por lo que sabemos es algo relativamente extendido en las altas esferas de mando de la sanidad de la C. de Madrid, es mejor no cambiarle los esquemas demasiado para que se entienda bien].
Nuestra opinión sobre el euro por receta ya la dimos hace meses; las alternativas a este tipo de reformas regresivas e inequitativas las colgamos en un artículo hace una semana. Pero si los dirigentes siguen empeñados en aplicar tasas fijas tal vez estaría bien tener en cuenta el concepto de fiscalidad saludable.
En mayo de 2012 el British Medical Journal publicó un artículo llamado "Taxing unhealthy food and drinks to improve health" [enlace al texto completo; enlace a la noticia de Time sobre el artículo], donde revisaba las experiencias en instauración de impuestos a alimentos y bebidas poco saludables, y sus repercusiones en la disminución del consumo derivada de dichos impuestos.
Como se comenta en el artículo, las experiencias previas demuestran disminuciones en el consumo de estos productos después de la imposición de estas tasas. Al compararlo con el euro por receta, se puede trazar un paralelismo fundamental, y es que ambas serían medidas fuertemente regresivas (afectan igualmente en términos absolutos al pobre que al rico -porque los matices en el límite de pago hechas por Cataluña y Madrid son irrisorias-, pero afectan a los pobres con mayor intensidad de forma relativa) en lo que se refiere al consumo de los bienes tasados, pero la diferencia es que una medida con impuestos regresivos para los alimentos poco saludables repercutiría de forma progresiva a la salud (los pobres se verían más afectados por el aumento del precio de los alimento poco saludables y su disminución del consumo sería mayor que la que se produciría en las personas con mayor renta).
Recordemos que la obesidad afecta más a los trabajadores manuales que a los trabajadores no manuales, hecho que parece pasarse por alto al centrar todas las intervenciones sobre la obesidad en los hábitos de vida en vez de en las condiciones de vida [recomendamos leer este post de Salud Comunitaria para aclarar estos dos conceptos].
Fuente: Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad. |
Hace unos meses saltó a los medios de comunicación la decisión del ayuntamiento de Nueva York de prohibir la venta de refrescos de más de medio litro; en seguida la industria alimentaria reaccionó con anuncios a toda página en los periódicos más importantes del país, bajo el lema "Nueva York necesita un alcalde, no una abuela".
Más allá de esta interpretación interesada (disfrazada de liberalismo, cuando en realidad es una defensa del beneficio económico de las grandes empresas alimentarias -¿o era eso el neoliberalismo?-), parece claro que puestos a instaurar tasas sobre productos puede ser más saludable y equitativo hacerlo sobre alimentos no saludables que sobre medicamentos de prescripción médica. En Dinamarca recientemenet anunciaron que abandonaban las tasas sobre alimentación no saludable porque "aumentaron los precios y se pusieron en riesgo puestos de trabajo"; dado que lo proponemos como alternativa a otra tasa de similares efectos, suponemos que eso no debería ser problema para su imposición en nuestro país.
Si la intención del euro por receta no es recaudar sino disuadir (Ignacio González dixit), mejor disuadir a la población de comer mierda que de tomar los medicamentos que su médico le ha prescrito, ¿no? [otra cosa es que si están mal prescritos haya que actuar... sobre el médico u otros agentes implicados en dicha prescripción].
Buena distinción entre liberalismo y Neoliberalismo, gracias ;)
ResponderEliminarRespecto al fondo del tema totalmente de acuerdo, es claro que desde el punto de vista salubrista sería beneficioso y desde el punto de vista económico que hay aún margen, para gravar productos que disminuyen la salud como tabaco, alcohol y la maldita azúcar, que tanto gusta poner en cantidades industriales a las empresas alimenticias en sus productos para mantener y fomentar la dulce adicción, que tanta salud consume.
celebro que un bloguero andaluz se pcupe del euro por receta madrileño, cominidad donde ninguno de tus colegas de oficio ga dicho nada en contra de la tasa que perjudica al bolsillo de los pacientes (están más preocupados por la privatización y por sus propios bolsillos)
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