26.11.13

Agita al diabético a ver si hace espuma


[De un tiempo a esta parte me cuesta escribir, sacar conclusiones o tricotar pensamiento; tan grave siento la podredumbre en el paciente cuyo intestino habitamos, que cuesta verle sentido a razonar con la gangrena. Resulta entonces más heroico aún el papel de mis verborrágicos compañeros en este anaquel, posteando día y noche como si no hubiera un mañana. Les admiro.]

Una sensación le sacude a uno al entrar a una clase de medicina: "aquí hay algo perverso, aunque no sé decir qué es". Esa misma sensación le inunda a uno en los pases de guardia, en las madrugadas de planta, en las peleas de la urgencia "tuyo es, mío no", en todas partes, difuso e inefable. No es fácil de delimitar. No es quiénes somos (aunque también), no es lo que hacemos, aunque algo haya, no es sólo por qué lo hacemos, no es nada directo y evidente. Se agradece en ocasiones que esa perversión mane honesta; en la medicalización de la vida cotidiana, en la simplificación de las relaciones humanas como genética cifrada en un DSM espectral, en el uso del canceropánico como gancho para vender seguros, en la caridad que ahora esmalta la investigación [todo conocimiento saldrá de un laboratorio, salmo responsorial], en el "ojalá le confirmen a mi marido que tiene asperger porque lo leímos en la wikipedia y le pega todo", en el "estuve distraído el día de la muerte de mi padre pero una neurocientífica me ha explicado que no se pueden experimentar dos sensaciones intensas a la vez y estoy mejor", está ahí, claramente, no hay que darle vueltas.

No está, podría jurar, en el anuncio de la apertura del NHS, en la reivindicación de una sanidad pública y universal, en la pelea por el acceso a la salud [tampoco está en los médicos de la Enterprise. En la Enterprise no existe la perversión y todos son felices].

No es tan fácil perfilar dónde exactamente se apoya la trampa [o a lo mejor vosotros sí porque sois mazo de listos, pero yo aún no he podido].

Busca al beneficiario y tendrás al sospechoso, reza un aforismo que me acabo de inventar. Es obvio que las industrias del diagnóstico, seguros privados, alimentaria y farmacéutica ganan con todo esto. Es fácil también entrever que un sistema basado en el acorchamiento (y disolución) de la conciencia de clase y la creación de consumidores que pagan por sus cadenas y las lucen orgullosos, utiliza estas estratagemas para sostenerse. La walmartización de la salud es uno de los pulverizadores del estado de bienestar, sí. Pero, ¿cómo se traduce eso en lo que mueve a tu-vecino-que-defiende-que-no-se-resfría-desde-que-toma-actimel, en tu contacto en el facebook que-sólo-publica-morralla-biologicista-pensando-que-habla-en-nombre-de-la-ciencia-por-haber-leído-a-Punset, en tu casero el-que-no-piensa-dejar-de-hacerse-un-chequeo-completo-al-año, en tu camello que-toma-vareniclina-porque-porros-sí-pero-tabaco-no?

Escribo esto porque ha llegado esta perla a mis manos y al leer "Colectivo socialista de pacientes. Haz de tu enfermedad un arma" mi yo ciudadana ha tenido un conato de esperanza, que se ha visto instantáneamente ahogado por los ocho años que llevo dando tumbos por hospitales. La bombona, por favor.

Debería haber una revolución de enfermos. Lalonde debió agarrar un kalashnikov y terminar lo que empezó [ya puestos podría haber empezado Virchow y habernos ahorrado dos guerras mundiales]. Cada aquejado de cólera sin acceso a fluidoterapia, cada diabético amputado, cada gordo con arterias de crocanti porque el sistema así lo quiso, cada hipertenso con sonrisa torcida por vivir en un burdel alimentario, cada pobre que se cementó el pulmón con nicotina, cada negro que se llenó de parásitos o cada niño excluido violentado hasta enloquecer, cada uno de ellos debería marchar en fila y volar los parlamentos, los consejos de administración y si es preciso también los hospitales.

Y sin embargo he visto a muy muy pocos [técnicamente no he visto a ninguno, pero pretendo esperar a los 50 antes de lanzar afirmaciones cerradas] de éstos reclamar, querular y exigir lo que es suyo. Y sí lo he visto hacer, y con franca frecuencia, a los medicalizados, exigiendo una mayor medicalización. Exigiendo dormir con la locura por un disgusto con los cuñados. Exigiendo radiarse hasta la náusea por algo que han leído en google. Exigiendo subir la dosis del metilfenidato del niño porque en el grupo de amigos hay algunos que toman el triple de lo que le habéis puesto a él.

Puede que tenga que ver con que al entrar en la facultad no ves compañeros pobres como las ratas (aunque alguno haya) y falta una cultura de agitar al diabético y darle pancartas con las tiras de glucosa. Puede que tenga que ver con un sistema sanitario tratando de compensar una política social de patchwork. Puede que tenga que ver con un sistema asistencial basado en una atención primaria colapsada y demolida que convierte la urgencia en una puerta giratoria.

Y con esto qué hacemos, dijo la R1, y la R4 miró al tendido y pensó "quiero irme a casa a mirar Memes Literarios".

Bettelheim habló de una fortaleza vacía, ese lugar en que va quedando encerrado el autista para huir del vacío que siente fuera. Uno puede traducirlo y apellidar así al nihilismo que entra tras cada telediario y cada acción del gobierno. Paralelamente uno puede desfondarse intentando convencer a algún "líder de opinión" de que ciencia y cientificismo difieren, y que no porque la homeopatía sea un timo, es necesario atribuir Todo a lo orgánico; o de que no sólo los magufos critican las vacunas cuya indicación es dudosa; o de que no tiene sentido confiar en la caridad neoliberal para resolver pandemias. Es loable la labor de mis compañeros de bloj, así como el resto de blojs amigos [Ludo amigo] en aportar lucidez a todos estos embrollos. Pero sigue habiendo un sesgo de selección atroz en aquellos a los que podemos llegar. Y no nos estamos parando a poner en palabras que nos han puesto unos enfermos nuevos para quitarnos la revolución que debieron hacer nuestros enfermos.

Y así quizá podamos ir entendiendo la indignación neutralizada, los gobiernos que nos infligimos y estas ojeras de derrotados.



Otro día hablaremos de "¿Podemos catalogar este blog como un tipo de ansible?" y "Na(ta)ción Prozac, la era de la deportivización de la vida cotidiana".

¡Permanezcan atentos a sus salvapantallas!

4 comentarios:

  1. Más más, por favor.
    Tu spam Gusta!

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  2. Interesante material; desde luego es valioso y en este sitio siempre encontramos información critica; gracias por compartirla.


    Éxito http://bit.ly/1nmg1v7

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  3. No obstante, la revolución de los pacientes (¿hay otra?), el Colectivo Socialista de Pacientes/Frente de Pacientes, no ha cesado nunca de existir ni de hacer y por el contrario continúa diseminàndose como reguero de pòlvora (vèase una muestra selecta de protocolos de acciòn en la citada www.spkpfh.de), haciendo de la enfermedad un arma, tambièn en contra de aquellos mèdicos que en lugar de seguir el ejemplo de Huber, fundador del SPK, a saber, traicionar a la clase mèdica y tomar partido decidido y activista de una vez y para siempre a favor de la clase de pacientes, empezando por estigmatizarse a sí mismos como pacientes de confrontaciòn, en lugar de ello prefieren en cambio (¿cuàl cambio?) insistir en distanciarse y alienarse en su propio ser mèdico esperando que "sus" pacientes quizàs un día se animen a incluso hacerles la revoluciòn que ellos no hacen y ni siquiera ven.

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