Aludir al copago es aludir a un montón de conceptos que se
han vinculado a él y que hacen que sea un debate tan superficial como
imposible: privatización, repago, recortes,… Sin embargo, debajo del
maniqueísmo del debate “copago SÍ o NO” existe un debate que puede aportar
mucho tanto a la organización de nuestro sistema de prestaciones sanitarias
como a la concepción de la salud en todas las políticas y la colocación del
individuo dentro del sistema de salud.
Vamos a señalar cuatro aspectos que nos parece que pueden
ayudar a visibilizar argumentos en torno al copago que no siempre resultan
obvios.
1.
El copago bueno es el que no recauda nada.
Una de las propuestas de reforma de los copagos que más nos
gusta es la que habla de los copagos evitables, especialmente una de sus
formas, que podría consistir en que de cada grupo terapéutico se asumiera la
financiación sin ningún copago de algunos de los medicamentos principales de
ese grupo –los más efectivos, seguros y eficientes- y se impusiera un copago
importante para los demás medicamentos de ese tipo.
Así, fomentaríamos el uso de medicamentos que sabemos que
valen lo que cuestan y que son seguros, y el uso de los otros medicamentos –con
copago- quedaría relegado para las personas que por motivos ajenos a la
evidencia científica quisieran usarlos –sería fundamental la labor de los
médicos de conciencia de los costes y de alejamiento del esnobismo farmacológico que lleva en muchas ocasiones a prescribir
lo más nuevo, sin que esto sea mejor, más seguro ni más eficiente.
El caso paradigmático de este asunto podrían ser las
estatinas (medicamentos para bajar los niveles de colesterol en sangre);
financiándose sin ningún copago algunas de las estatinas más efectivas, seguras
y eficientes (simvastatina, atorvastatina y otra con un perfil específico de
interacciones/seguridad –pravastatina o fluvastatina, por ejemplo-) se evitaría
que la población que debe tomarlas tuviera que pagar ningún copago y se “gravaría”
el uso de medicamentos de menor valor terapéutico.
2.
El copago daña el principio de protección
financiera… pero no es lo único que lo hace.
Uno de los objetivos de un sistema sanitario es el de
proteger financieramente a la población frente a la posible aparición de gastos
catastróficos (gastos inesperados que puedan llevar a la bancarrota a un
paciente y/o su familia). El copago incrementa el gasto sanitario “de bolsillo”
(aquel que sale directamente del bolsillo del usuario) y por ello mina esta
función de protección.
Sin embargo, de cara a afrontar gastos inesperados, el gasto
que supongan los medicamentos pueden no ser los más importantes. La aparición
de una enfermedad grave puede suponer unos gastos importantes relacionados con
la pérdida de la capacidad para trabajar, gastos relacionados con transporte
sanitario, necesidad de adquirir equipamientos especiales para el domicilio,
ayuda para los cuidados,… es decir, tendemos a circunscribir las reclamaciones
en torno a los copagos a lo estrictamente asistencial o medicamentoso, pero es
necesario ser conscientes de que los gastos catastróficos pueden ser mucho
mayores fuera del ámbito de lo puramente asistencial, especialmente para
personas con débiles entornos sociales y menor nivel socioeconómico.
3.
El “ya pagamos por impuestos” tiene un recorrido
limitado.
Habitualmente se argumenta que el copago debería denominarse
repago porque los usuarios ya
financiamos el sistema sanitario mediante el pago de impuestos directos e
indirectos. Es cierto que el sistema sanitario no es gratuito sino
gratuito-en-el-punto-de-asistencia, porque se ha prepagado mediante impuestos;
igualmente, podría argumentarse que el pago de impuestos no tiene porqué
garantizar per se una tarifa plana
para todo tipo de cobertura y prestaciones.
Desde aquí, el argumento en este aspecto lo articularíamos
de otra manera, más coherente con el punto 1 de este artículo:
“Dado que la financiación del
sistema sanitario se realiza mediante impuestos y partiendo de que el sistema
fiscal sea equitativo –aunque sea mucho suponer-, toda persona cubierta por el
sistema sanitario tendría que poder afrontar cualquier enfermedad y los
tratamientos precisos sin que fuera necesario el aporte económico
extraordinario ligado al copago según está establecido actualmente. Sin
embargo, en el caso de querer acceder a prestaciones de bajo valor añadido
sería donde estarían justificados los llamados copagos evitables”.
Para obtener todas las prestaciones para todo el mundo sin
ningún tipo de participación económica de los usuarios (sin copagos) tendríamos
que aumentar el gasto sanitario de forma importantísima –aportando poca salud,
seguramente-, maximizando el volumen del famoso cubo de la financiación que
ponemos a continuación –y del que ya hemos hablado en otras ocasiones-.
4.
La identificación de los copagos y la salud en todas las políticas.
Siendo un trabajador en activo se paga un copago al comprar
un medicamento con receta… pero si miramos cada uno de los apartados de la
siguiente imagen, que trata de ilustrar los determinantes sociales de salud
que influyen en el desarrollo de enfermedad cardiovascular, podemos identificar
muchos otros aspectos donde están presentes los “copagos” –aunque nunca los
hayamos llamado así- (educación, transporte público, cuidados,…).
No poder aceptar un empleo porque el salario no da para paga
el coste del transporte público desde el domicilio hasta el lugar de trabajo
puede tener un efecto sobre la salud mayor que el de un copago del 50% sobre la
última estatina que no haya demostrado ser más efectiva-segura-eficiente que
las ya existentes.
En esta infografía de la Organización Mundial de la Salud
para ilustrar la incorporación de la salud a todas las políticas se puede
identificar esto que comentamos. Pensar la salud en todas las políticas tal vez
precise de integrar algunos conceptos que solo pensábamos en compartimentos
estancos.
Si después de leer todo esto seguimos creyendo que el debate
es “copago SÍ o NO” habrá que seguir tratando de explicar que “copago NO para
castigar, NO para recaudar, NO para educar, NO para disuadir; y copago SÍ para
poder financiar otras prestaciones que aporten más salud a las personas que más
lo necesiten”. Mientras tanto seguiremos intentando mirar al copago fuera de
las fronteras dialécticas del copago.
3 comentarios:
Después de leer su argumentado articulo, me parece que otro debate es posible en base a estos puntos:
1.-¿ son necesarios macro-centros de salud expendedores de recetas?
2.- ¿Libre elección de medico sin burocracias es posible ?
3:-Un sistema atención primaria similar como en Francia ¿es factible ?
4.- Copago recetas segun renta , que se aplica en en España ¿como se debe actualizar?
Abres cuestiones interesantes, pero complejas de abordar. Por ejemplo, la frontera pensionista - no pensionista, rota recientemente, aunque mínimamente. Sin embargo, hay pensionistas "ricos" y trabajadores "pobres" que repagan onerosamente sus prestaciones farmacéuticas. La inercia juega más que la razón y la complejidad no puede abrirse paso. En cada categoría, los hay ricos y pobres. Y el Sistema los trata por igual, dentro de su categoría. Y el patrimonio no cuenta. Si la prestación universal infinita es imposible, llega el momento de catalogar adecuadamente qué prestaciones de elevado valor añadido deberán protegerse sobre un plano de igualdad y qué otras no. Y esto deberá hacerse sin fronteras de taifas.
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