[Con intención de reactivar la economía y la marca España andamos en reformas. Disculpen si le desahuciamos, expropiamos o simplemente le jodemos. Mientras seguiremos hablando..]

22.4.16

Alternativas a un modelo de innovación que está podrido.



En los dos artículos anteriores planteamos el problema existente con el modelo de innovación de medicamentos, centrado en las patentes, cómo esto puede repercutir en la incapacidad de los Estados para mantener políticas públicas de medicamentos solventes y en cuáles podrían ser algunos primeros pasos que allanaran el camino para un cambio de modelo.

Hoy vamos a intentar plantear algunos de los modelos alternativos que podrían mostrar el camino a seguir para introducir nuevos valores en el sistema de investigación, desarrollo e innovación de medicamentos, deshaciendo mecanismos que a día de hoy se consideran como inmutables.

Entre las siguientes propuestas, algunas suponen rupturas radicales con el modelo existente en la actualidad mientras que otras son reformas de dicho modelo. Recientemente ISGlobal ha publicado (enlace al documento completo) un documento magnífico donde realizan una clasificación de las posibles alternativas para reformar el modelo de I+D biomédico clasificándolas en "dentro de ADPIC" y "fuera de ADPIC" (ADPIC es el acuerdo de la Organización Mundial del Comercio que regula la propiedad intelectual); en este post vamos a realizar una diferenciación mucho más simplona y polarizada pero que creemos que sirve para enfatizar en una de las alternativas que creemos que tiene mayor potencial para cambiar el modelo de innovación y los incentivos que lo rodean:

Estrategias basadas en la desvinculación del proceso de I+D y la comercialización.


La vinculación de los procesos de investigación y desarrollo con el monopolio de la comercialización es lo que se encuentra en la esencia del sistema actual de patentes. Una empresa investiga un medicamento y posteriormente se le concede un monopolio durante un periodo de tiempo determinado para que explote la comercialización de dicho medicamento. Esto, que en el discurso hegemónico es visto como algo inmutable porque genera (sí o sí, y no se te ocurra dudarlo) el incentivo necesario para que el capital fluya a mansalva hacia las I+D+i en medicamentos, genera un incentivo notablemente perverso a la par que obvio: no importa el valor de la molécula fabricada, tu objetivo siempre será el de maximizar tus beneficios sobre ella, aunque eso suponga ocultar información sobre investigaciones, establecer precios abusivos, buscar indicaciones fuera de los márgenes de lo investigado o untar a los reguladores, los prescriptores o los pacientes para que se incrementen tus ventas.


El desligamiento (o delinkage en su forma anglófona) de los procesos de investigación y comercialización supondría la creación de entidades de reembolso de los logros de investigación (al estilo del propuesto Medical Innovation Prize Fund) de modo que los hallazgos que cumplieran una serie de resultados determinados recibirían una recompensa previamente pactada de acuerdo con los costes de investigación y el valor añadido aportado por la investigación (posteriormente hablaremos de qué quiere decir eso de "pagar por valor" y qué limitaciones tiene).

Estrategias de tipo push-pull-pool

En los últimos años se ha venido hablando de tres tipos de estrategias que al aplicarse de forma combinada podrían ser útiles para, dentro del marco normativo actual o en uno reformado, generar mejoras en los procesos de investigación y, sobre todo, promover el acceso a medicamentos; estos tres tipos de estrategias son las siguientes:

- Estrategias tipo push: consisten básicamente en dar un empujón a las iniciativas de investigación mediante dos aspectos fundamentales, el incremento de la financiación y la disminución de trámites burocráticos innecesarios; los horizontes de financiación de la investigación y desarrollo se han ido incumpliendo sistemáticamente tanto cuantitativamente (metas de gasto como porcentaje del PIB) como cualitativamente (equilibrio entre la I+D pública y la privada, que ahora mismo se encuentran a la par -a pesar de lo que el mantra cuñado repite de forma insistente con su "es que no hay investigación con fondos públicos"). Un cambio regulatorio sin un compromiso presupuestario en favor de la I+D+i es difícil que suponga una mejora sustancial.
- Estrategias tipo pull: se centran principalmente en las últimas fases de la investigación y constan de procedimientos que garanticen que la investigación que aporta valor añadido será correctamente recompensada. El sistema de patentes en conjunto podría considerarse una estrategia de tipo pull, así como otras iniciativas como el Health Impact Fund, apoyado por referentes como Amartya Sen o Peter Singer. A día de hoy, las iniciativas que han planteado dar una recompensa a cambio del descubrimiento o desarrollo de una molécula determinada frente a una enfermedad han contado con el apoyo de inversiones privadas empresariales o dentro del ámbito de la filantropía; el reclamo desde el activismo por el acceso a los medicamentos es que sean los estados y las instituciones públicas supranacionales quienes se impliquen en el desarrollo de este mecanismo de cambio del sistema de innovación. 
- Estrategias tipo pool: en este tipo de estrategias estarían los fondos de patentes que lograrían exenciones parciales de la patente para poder evitarlas en supuestos concretos que favorecieran el acceso a medicamentos, pero no perturbarían el derecho a la patente otorgado al dueño de la misma.

La combinación de estas estrategias ha sido una práctica común en los últimos años para intentar salvar los obstáculos puestos por la regulación vigente, especialmente en relación a enfermedades olvidadas y en enfermedades con tratamiento pero cuyo acceso se veía muy limitado para pacientes de países de rentas medias-bajas y bajas.

Pagar por valor... ¿pero qué valor?

Uno de los aspectos que más se repite cuando se habla de cambiar el modelo de innovación biomédica es el de que los beneficios económicos que una empresa o institución extraiga a cambio de generar una innovación dependan más del valor de la misma que de la capacidad de dicho organismo de explotar los atractivos comerciales más allá de su valor terapéutico.

Ese "pagar por valor" es un mantra muy repetido pero pocas veces analizado y diseccionado, porque no es tan sencillo como parece. Recientemente se han publicado dos entradas de blog que merecen ser leídas a este respecto, por un lado "Value pricing for drugs: Whose value, What price?" en el blog de Health Affairs y  por otro lado How to improve measures of "value"" en el blog Healthcare Economist.

Que lo que se pague guarde relación con el valor que aporta es algo que es coherente con las tendencias ya comenzadas en el pago por el desempeño de profesionales , por ejemplo. Lo que ocurre con "pagar por valor" es que corre el riesgo de convertirse en un significante que se haya vaciado por ser excesivamente manoseado desde diferentes niveles institucionales; para ello lo primero es definir algunos aspectos:


  • ¿De qué hablamos cuando hablamos de "valor"?: la consideración del concepto valor es algo construido socialmente y que seguramente no sea igual en la estepa mongola que en el Cáucaso o en Houston. En nuestro contexto sanitario hace tiempo que venimos considerando (con algún salto mortal teórico-práctico entre medias) valioso aquello que aporta calidad de vida a los años y años a la vida, pero esto es algo dinámico y cuyo debate debe ser tenido en cuenta.
  • ¿Cómo vamos a medir el "valor"?: la utilización del valor como aspecto fundamental que determine la cantidad a pagar por un medicamento recae en la idea de que podemos medir ese valor de una forma más o menos rigurosa. El ámbito de la economía que estudia la oncología es uno de los que va más adelantado a la hora de proponer metodologías de medición del valor, como se comenta en este interesante artículo de la revista Forbes titulado "Value in healthcare -- Time to stop scratching the surface"; la cuantificación del valor trae consigo dos aspectos que no suelen gustarnos demasiado cuando hablamos de salud, el precio que vamos a atribuirle a la vida (o a su expresión fraccionada que son los Años de Vida Ganados o los Años de Vida Ajustados por Calidad) y el precio máximo que estamos dispuestos a pagar a cambio de alargar la vida una de esas fracciones.
  • ¿Quién va a medir el "valor"?: volvemos a hablar de transparencia una vez más; no podemos caer en el error de jugar a las cartas con barajas trucadas de modo que vayamos a cuantificar el valor de los medicamentos en base a estudios clínicos de transparencia dudosa o con datos que representan a la perfección el concepto de sesgo de publicación. Hay que determinar quién va a encargarse de deterrminar qué valor aportan los medicamentos y en base a qué estudios y documentos se va a hacer.
Concluyendo.

Hay partida, y esta se ha de librar en los próximos años. Recientemente la Alianza Europea por la Salud Pública (EPHA) ha publicado un manifiesto titulado "La sociedad civil exige a los Estados Miembros a apoyar la visión de la Presidencia Holandesa de la Unión Europea acerca del acceso asequible a medicamentos", del cual rescatamos el siguiente párrafo para cerrar esta lista de artículos sobre un tema del que hablaremos muchas más veces:
2016 podría ser el año en el que la Presidencia Holandesa impulse a la Unión Europea a investigar y abordar seriamente los fallos del actual modelo de I+D. Este sistema nos dirige hacia el desarrollo de medicamentos "me too", comportamientos anti-competitivos y precios elevados de nuevos tratamientos que no están relacionados con los costes de su desarrollo".
Ojalá sea 2016 el inicio de este cambio. 




Lecturas imprescindible para seguir aprendiendo sobre este tema:


Quigley F. Making medicines accesible: alternatives to the flawed patent system. En: Health and Human Rights Journal (enlace al texto completo).

Fanjul G, Villanueva E. Innovación biomédica y acceso a medicametnos esenciales: alternativas a un modelo roto. IS Global. 2016. (enlace al texto completo)

13.4.16

Pfizer, la ética perdida y los reguladores invisibles.

Al parecer hay gente escandalizada por esta noticia aparecida en eldiario,es recientemente:


Esta noticia parte de una aparecida unos días antes en la que "Pfizer admite que despidió a 30 directivos por pagos irregulares a médicos españoles"... se han escrito bastantes cosas, pero hay dos que nos parecen imprescindibles:

Este texto de Joan-Ramón Laporte titulado "Despidos en Pfizer" y este otro de Abel Novoa en NoGracias bajo el nombre de "Ni Pfizer ni Farmaindustria tienen credibilidad: la fiscalía debe investigar". En ambos textos existe un hilo argumental coincidente bien representado en este párrafo del texto de Laporte:
"Los ciudadanos de este país no merecen, no hemos merecido los sucesivos gobernos que se han limitado a leer en los periódicos las estafas, expolios, robos y otras actividades delictivas cometidas por las compañías farmacéuticas. Estos gobiernos no han reclamado compensaciones por daños, no han aplicado sanciones, y hacen ver que no se enteran de que tienen un sistema de salud lleno de ladrones"

Y complementado con este fragmento del texto de NoGracias:
"Para que la auto-regulación de Farmaindustria fuese creíble, la Unidad de Supervisión Deontológica o la Comisión Deontológica de la Industria Farmacéutica órganos responsables del control del cumplimiento del Código, deberían abrir un expediente para conocer el exacto alcance de las irregularidades y garantizar a la sociedad española que la empresa ha tomado todas las medidas necesarias.
Pero eso no va a pasar.
Pero lo que sí parece necesario es que la fiscalía abra una investigación a una empresa que reconoce que sus empleados han cometido un delito de soborno."
Desde hace tiempo, a pesar de existir el marco jurídico que regula la relación entre profesionales sanitarios e industria farmacéutica (imprescindible este post publicado en postpsiquiatría: "Límites legales en la relación entre el proefsional sanitario privado y público y la industria farmacéutica") se ha dejado la labor de control y supervisión a la propia industria farmacéutica, que supo jugar su baza diseñando un Código de Buenas Prácticas que esgrimir como innovación en el autocontrol cada vez que alguien les acusaba de algo.

Lo cierto es que este asunto nos sitúa ante un dilema discursivo que parece no tener salida y donde se dirimen los posibles enfoques con los que abordar el problema:
  • Por un lado, el énfasis en la necesidad de control por parte de las instituciones públicas y de aplicación de la legislación vigente parece dejar de lado la importancia de los valores éticos de las profesiones sanitarias que deberían considerar como inaceptable el dejarse corromper por parte de cualquier tipo de industria, empleador o agente externo al acto clínico. Esto nos dibuja un horizonte teórico deseable pero totalmente irreal en una situación que, como bien describía Joaquín Hortal en la serie de tuits que se inician en este enlace, es vivida por la mayoría de lxs médicxs como la situación normativa, de modo que actual en lo que muchxs consideramos que es lo éticamente correcto supone caminar a contracorriente y salirse del camino colectivamente aceptado. 
  • Por otro lado, la justificación de que lo que hace la industria es legal y que si se mueven en los márgenes de la legalidad está justificado porque son una empresa y quieren maximizar beneficios, colocar sus productos, blablabla y "no-son-una-ONG" parece exonerar al corruptor de todo tipo de responsabilidad ética.
  • Por último, hay una falta notable de reconocimiento de este problema por parte de los profesionales sanitarios. Desde que uno entra en el sistema puede discurrir por él mientras la industria farmacéutica le invita a la comida de bienvenida a la especialidad, anualmente al congreso anual de la sociedad científica de turno en algún lugar de España (o con suerte a algún congreso europeo en algún otro sitio), le regalan algún libro clave de esos que cuestan 300 euros... e incluso puede ser que al terminar la especialidad te quedes currando en tu servicio con una beca de """investigación""" (en la que harás mayormente trabajo clínico) y que aunque sea vehiculizada por una fundación de investigación pública en realidad tu pagador será alguna empresa farmacéutica (o relacionada). El nivel de aceptación basal de compadreo con la industria farmacéutica es elevado y poco permeable a planteamientos éticos, dado que es complejo de abordar algo tan normalizado, a pesar de que existe evidencia disponible que muestra que estas relaciones pueden no ser muy buenas para la salud de la población.
La duda es, ¿puede existir una relación de colaboración entre la industria farmacéutica y los profesionales sanitarios sin que esta esté basada en la opacidad y las corruptelas? En una carta que escribimos Marta Carmona, Usama Bilal y y, Javier Padilla, en el British Medical Journal acerca de la interacción de médicxs e industria en torno a la formación médica continuada no nos mostrábamos muy optimistas en la posibilidad de que una existencia exista sin moverse bajo esos principios de opacidad y corrupción; sin embargo fuera la que fuera la posible relación debería enarbolar los principios de transparencia, independencia y rendición de cuentas del mismo modo que la desmercantilización de dicha relación.

Hace unos años escribimos un texto para la iniciativa APXII que tal vez serviría para enmarcar esa posible relación que, desde luego, dista de ser la norma aún a día de hoy:
En resumen, es necesario que la transparencia permeabilice nuestras relaciones con la industria farmacéutica; hay que transformar los espacios actualmente reservados a la “visita médica”  en tiempo para dedicar a la formación, docencia e investigación, fomentando, por encima de todo, una actitud crítica e independiente en nuestro trabajo diario. Cambiar la práctica clínica es una tarea difícil, y mejorar los hábitos de prescripción, un reto; pero aprender a hacer las cosas bien desde el principio, es algo que debería estar en nuestras manos.
En ocasiones la mejor forma de generar sinergias (palabra de moda) es dedicarse a lo que uno mejor sabe hacer: la industria farmacéutica a diseñar, fabricar y comercializar fármacos innovadores frente a los mayores problemas de salud de la población; los médicos a tratar de mejorar la salud de su población mediante una buena práctica clínica empática basada en una formación crítica e independiente.

Las relaciones de la industria farmacéutica con lxs médicxs no son iguales ahora que hace 30 años. Cierto.
La industria farmacéutica pone cada vez más hincapié en ejercer la captura del regulador y menos en influir sobre el prescriptor.
La industria farmacéutica sigue manteniendo sus estrategias de fomento, diseño, incentivación y posicionamiento de Líderes de Opinión que transmitan su mensaje a comités de expertos y otros ámbitos de toma de decisiones.

Y ninguna de estas cosas se podrá cambiar si no hay una implicación potente por parte de las instituciones de ocupar el lugar que les compete y dibujar un escenario de poder en el que sean algo más que una figura de cartón institucional que deja a la empresa hacer a su gusto mientras le abre las puertas de la financiación pública de sus productos.


12.4.16

El día de la Atención Primaria: lo que no fue, no es y no sabemos si será.



Hoy se celebra el Día de la Atención Primaria, eso que desde diferentes ámbitos se considera fundamental y desde ninguno se convierte en esencial:
  • En el ámbito de lo político se eleva a la Atención Primaria a la condición de "eje del sistema" pero a la hora de asignar los presupuestos es el hospital quien protagoniza escaladas probablemente insostenibles.
  • En el ámbito de lo gestor, se inventan nuevos modelos de atención a paciente crónico y se repite que "los nuevos retos de la sanidad no serán posibles sin una Atención Primaria fuerte", pero esos nuevos modelos suponen un by-pass para la atención primaria en muchas ocasiones y ésta pierde autonomía de gestión (entre otras cosas por apenas tener autonomía de manejo de presupuestos).
  • En el ámbito de la consulta, el ombliguismo medicocéntrico está muy presente en la queja pero al parecer igual de presente en las miradas positivistas-buenrolleras.
A pesar de lo que aparece en los discursos, la Atención Primaria actual carece de muchos de los aspectos que podríamos considerar como básicos para realmente liderar cualquier tipo de sistema sanitario en los próximos 50 años... por citar algunos de esos aspectos a vuelapluma:
  • Sistemas de información que no le dan al profesional sanitario la capacidad de monitorizar su trabajo (incluso en algunos sistemas autonómicos lxs médicxs de familia ni siquiera tienen sistemas de detección de alarmas sobre analíticas anómalas, por ejemplo).
  • Historias Clínicas Electrónicas con gran inestabilidad en su funcionamiento diario y un diseño que hace que el médico esté más incentivado para mirar a la pantalla que a la cara del paciente (por no entrar a hablar de la arquitectura de las mismas, problema compartido con el resto de niveles asistenciales).
  • Un modelo de gestión de profesionales que ha eliminado cualquier vía de incentivo del desarrollo profesional que no sea la basada en incentivos monetarios cuya perversión es evidente para cualquiera que lea los indicadores utilizados para medir los objetivos que abren la puerta del cobro.
  • Una moda en torno a los modelos de integración asistencial que hace que mientras haya megacongresos celebrando la integración sociosanitaria y gerentes pontificando al respecto, en el mundo de las realidades materiales en un pueblo como Parla (con su megalo-tasa de desempleo y su micro-renta per capita) haya una trabajadora socia para """compartir""" enter varios centros de salud.
  • Una falta total de delimitación de las prestaciones que se deben cubrir en Atención Primaria, de modo que servicios como la Cirugía Menor, la planificación familiar, la realización de infiltraciones (y demás) queda determinado por las habilidades (o las ganas) individuales del profesional de turno, y no porque esas habilidades estén contempladas como requisitos para la contratación (o la promoción interna).

Pero el asunto del papel de la Atención Primaria en nuestro presente y, sobre todo, en nuestro futuro dista mucho de ser un tema de ajuste menor de roles y ataca directamente al modelo del sistema sanitario y a una conciencia clara de que la realización de reformas en el sistema supone la reforma de los repartos actuales de poder, y eso es algo con lo que no todos los actores comulgarán. En relación con los equilibrios de poder observamos principalmente 3 aspectos que van a hacer que la Atención Primaria siga muy persente en los discursos pero nada presenten en la realidad:

  • El modelo de innovación farmacéutica ha engarzado muy bien con la política farmacéutica de los últimos años, de modo que un sistema de escalada de precios, disminución marginal de los beneficios clínicos, falta de opacidad a todos los niveles y protagonismo casi absoluto de los medicamentos de uso hospitalario, se ha maridado a la perfección con una política farmacéutica destinada al control de la prescripción en el nivel de Atención Primaria y control de precios a nivel de la farmacia ambulatoria. En resumen, una industria farmacéutica campando a sus anchas por un mundo de monopolios de explotación y opacidad a todos los niveles mientras las instituciones miraban con la lupa a la Atención Primaria y la señalaban con el dedo acusador. Esta polarización de lo mercantil hacia el ámbito hospitalario es extrapolable a las empresas de material diagnóstico y relacionadas.
  • Las normas de contratación estandarizada (tipo bolsa de empleo) se han ido implantando con todos sus defectos en Atención Primaria de forma uniforme y sin matices ("cualquiera vale para trabajar ahí" debió pensar alguien que al día siguiente dijo que "la Atención Primaria es el eje del sistema") mietnras que en los hospitales la bolsa se ha introducido dejando abierta la puerta de atrás de la "contratación por perfiles". Ambos mecanismos tienen sus inconvenientes, pero la diferenciación en las formas de aplicación de mecanismos estandarizados de contratación no es más que la expresión de que para uno de los niveles asistenciales sí que importa hilar fino y para el eje-del-sistema menos.
  • La "titularización" de la sanidad: los titulares de la prensa pueden ayudar a performar la percepción de los pacientes sobre lo que significa una sanidad de calidad. Rara vez lo que ocupa titulares o campañas de difusión de grandes resultados es algo que radique en la atención primaria, y no es porque no exista investigación a este nivel (no hay más que echar un ojo a revistas sanitarias para ver que tanto la investigación en atención primaria como la investigación en salud pública -su hermana poblacional- va teniendo peso cualitativo y cuantitativo), sino que probablemente tenga relación conque el camino entre la nota de prensa y la satisfacción del votante sea más rápida por la vía de las macronoticias que por la de convertir a la Atención Primaria en el eje-del-modelo-de-comunicación-con-la-población.
Las relaciones de poder AtenciónPrimaria-SistemasMixtos-AtenciónHospitalaria son la reproducción de otras relaciones de poder en otros escenarios sociales, y pensar la Atención Primaria como un ente liberado de valores con connotaciones clave en esa lucha de poderes difícilmente nos podrá llevar a cambiar el rol que tiene en el escenario actual.

No sabemos si dentro de 50 años seguirá habiendo un nivel asistencial caracterizado por la longitudinalidad, la polivalencia y la accesibilidad (se llame como se llame), pero sí tenemos bastante claro que longitudinalidad y polivalencia no parecen valores muy al alza a día de hoy.

Nota al pie: se ha hablado todo el rato de Atención Primaria y solo a veces de médicxs porque a pesar de lo que alguna campaña pseudomediática parece indicar, la característica de la Atención Primaria no es la medicodefamiliacentralidad, sino que se trata del nivel más horizontal de los existentes (aunque muy mejorable a ese respecto) con una interacción y mezcla de profesionales notable.


3.4.16

Tu próstata SÍ importa... sobre todo a la industria farmacéutica.

Tienes 49 años, sales del trabajo, estás cansado de toda la semana. Te montas en el tren, llegas a tu estación y al bajarte ves un enorme cartel como el de la foto.

Foto tomada del twitter de @mlalanda

"La próstata SÍ importa", piensas... y miras quién es el responsable de esa campaña... Unas cuantas sociedades científicas de medicina y la mismísima consejería de salud de la Comunidad de Madrid... además reparas (o no) en que en la esquina inferior derecha hay un logo... GSK... no sabes qué empresa es esa, pero bueno, alguien que les habrá ayudado económicamente para que no nos gastemos dinero público en estas cosas... está bien.

Llegas a casa y tu hija te dice que ha visto un cartel en la estación de Cercanías... que eso de la próstata cree que es lo que puede hacer que te cueste un poco empezar a orinar o que te levantes una vez por la noche...

Paralelamente, tu médica de familia va camino del trabajo; al bajarse en la estación de tren ha visto el cartel de la fotografía de arriba y ha pensado "a ver, ahora avalancha de pacientes con problemas de próstata en la consulta" (porque de estos fenómenos tiene bien cargada su experiencia profesional... promoción de enfermedades lo llaman) y recuerda que la sociedad científica a la que ella pertenece le recomendó un documento sobre Hiperplasia Benigna de Próstata recientemente... va a leerlo...

"Criterios de derivación en HBP para AP 3.0"... y firmado por las mismas sociedades científicas que el cartel que estaba en la estación de tren...


La médica no repara (o sí) en que la última página del documento dice lo siguiente:


En efecto... el mismo logo patrocinador de la campaña que también venía avalada por la Consejería de Salud de la Comunidad de Madrid.

GSK... GlaxoSmithKline... la empresa farmacéutica comercializadora del Duodart (tamsulosina+dutasterida), que es la única forma que tiene la médica de familia de nuestra historia de poder mandar un tratamiento asociando alfabloqueante+5-ARI sin tener que pasar por la inspección médica y que ha tenido últimamente algún que otro problema por asuntos de corrupción; en esa noticia de El Mundo se puede leer lo siguiente:

Según las últimas alegaciones, GSK habría pagaado a médicos rumanos cientos, y en algunos casos, miles de euros, entre los años 2009 y 2012 a cambio de que prescribieran sus medicinas, incluyendo los tratamientos para la próstata "Avodar" y "Duodart" y "Requip para el parkinson".

Cuando se habla de recomendar tratamientos y de la salud de la población no solo hay que ser honrado, sino que además hay que parecerlo. Ningún documento sustentado en el músculo financiero de la industria farmacéutica debería tener el apoyo de sociedades científicas y muchísimo menos de una institución pública, porque la higiene transparente que tanto se exige a las instituciones públicas debe expandirse como una exigencia en los ámbitos de ejercicio de la profesión.

El círculo se cierra, desde el señor que camina de vuelta al trabajo hasta la médica que recibe información que por muy objetiva que pretenda ser viene manchada del velo turbio de su financiación.

1.4.16

Cómo arreglamos el modelo de innovación de medicamentos: los primeros pasos.



En el artículo de ayer comentábamos que el sistema actual de innovación biomédica está completamente roto y que uno de los signos que nos hace verlo es la escalada de precios mucho mayor que la escalada de valores añadidos aportados por los nuevos productos.

El sistema actual de innovación lo apuesta todo a la centralidad de las patentes como factor de estímulo para la inversión en investigación y desarrollo. Una patente que otorgue un monopolio de explotación del nuevo medicamento durante un número de años, generando un espacio de tiempo en el que la voluntad fundamental de la empresa comercializadora será la de incrementar el retorno de la inversión, generándose incentivos del tipo de incrementar los precios unitarios muy por encima de los costes de investigación, producción y riesgos añadidos, así como fomentando el interés de dicha empresa porque ese medicamento se utilice para las mayores indicaciones posibles con independencia del valor añadido aportado.

En una situación de fracaso del modelo actual, cabe pensar en qué modelos alternativos diseñar y qué medidas previas han de tomarse para que el nuevo modelo se encuentre con un terreno donde poder funcionar adecuadamente.

La innovación biomédica o el retorno de lo político.

La industria farmacéutica (y otros grupos de presión satélites) han colocado el foco de la política farmacéutica nacional y supranacional principalmente en dos aspectos: la rapidez en los procesos de aprobación de medicamentos y la mejora de los mecanismos de financiación (aceptando, incluso, la introducción de nuevos modelos de reembolso como los contratos de riesgo compartido).

Esta fijación del ámbito de la política farmacéutica a partir de la aprobación de los medicamentos se basa en considerar que la existencia de patentes y su regulación se encuentra en un ámbito pre-político que no debe estar sujeto a discusiones o injerencias por parte de los decisores políticos, sino que simplemente han de ser garantizadas.

El rescate de las reglas del juego de los modelos de innovación para introducirlos en el ámbito de lo político es uno de los aspectos fundamentales para lograr un cambio más allá del que la mano invisible del mercado (que con gran invisibilidad otorga monopolios de explotación) pueda introducir. La creación del Panel de Alto Nivel en Acceso a Medicamentos es una muestra de la introducción de este tema en el ámbito político.

El abono previo: medidas necesarias pero no suficientes.

Para que el planteamiento de un nuevo modelo de innovación biomédica sea fructífero es necesario la introducción de modificaciones previas en los actuales modelos de funcionamiento de los sistemas públicos de toma de decisiones y de I+D+i.

Esto se puede ver claramente al repasar las demandas de la campaña NoEsSano, que establecen tres bloques de actuación: 1) transparencia, 2) introducción de criterios de interés público en la investigación y 3) cambio en el modelo de innovación biomédico.

En el ámbito de la transparencia las medidas más urgentes deberían ir encaminadas a resolver dos de los agujeros negros informativos más llamativos en este campo:

  1. Costes de I+D+i: como ya comentamos en el último artículo, la opacidad existente en relación a los costes de investigación y producción de medicamentos es enorme, esto hace por un lado que por parte de la industria se ofrezcan como válidas unas cifras tan elevadas que cada vez que son publicadas reciben hordas de artículos poniendo en duda el empirismo de los cálculos y los modelos aplicados para llegar a ellas, y por otro lado que por parte de la prensa y parte de la sociedad civil se haga hincapié en los costes de producción, que dejan de lado tanto los costes de la I+D como los costes en los que se incurre para la investigación de moléculas que se quedan por el camino de las fases iniciales sin llegar a las fases clínicas y mucho menos de comercialización. Para calcular estos costes es necesario que las instituciones públicas entren a auditar, porque de lo contrario estaremos fiándonos de los cálculos realizados por quienes luego fijarán los precios de sus medicamentos en función de dichos cálculos.
  2. Fijación de precios: a pesar de los avances iniciales introducidos en nuestro país por la Ley de Transparencia, aún es imposible saber cuánto pagan los servicios públicos de salud y cada uno de sus hospitales por los medicamentos que dispensan.
La transparencia debe llegar a todos aquellos lugares en los que algo de dinero público es depositado, pero esa transparencia se tiene que traducir en acción (o en posibilitación de la acción, por lo menos) para que los procesos de toma de decisiones giren en torno a la información liberada, no para seguir actuando a ciegas pero rodeados de datos.

En lo relacionado con la introducción de criterios de interés público es necesario que la I+D+i que reciba fondos públicos contemple cláusulas que hagan que el acceso a los medicamentos producto de la investigación no se rijan simplemente por las leyes del monopolio de las patentes sino que dispongan de mecanismos que faciliten dicho acceso; además, la I+D+i con fondos públicos tiene que apostar de forma decidida por los grandes problemas de salud de la población, no pudiendo entrar en la rueda de ratón que es la obtención fácil de retornos de inversiones relacionadas con problemas menores.

Esto, complementado con otras estrategias de facilitación del acceso a los medicamentos (como puede ser la reducción de los copagos y la introducción de techos de copago en los casos en los que no sea posible eliminarlos) pueden constituir el terreno sobre el que levantar modelos alternativos y más efectivos de innovación biomédica.

Y sobre esos modelos tratará la próxima (¿y última?) entrega de esta serie sobre medicamentos, precios y futuros posibles.