(((o de cómo un residente de segundo año se queda impactado al ver cómo muchos de sus compañeros - adscritos a otros hospitales, afortunadamente - conciben la medicina de familia como un trabajo de secretariado y repiten como si fueran propios los argumentos mil veces usados por sus tutores afectos de "burn-out")))
Lugar: Unidad Docente de Medicina Familiar y Comunitaria Sevilla.
Acto: Curso sobre atención sanitaria al paciente inmigrante.
Pongamos que estamos en un curso en el que se habla largo y tendido sobre el "Síndrome de Ulises", el docente lanza al aire una pregunta:
- ¿Qué haríais con un paciente que llega a vuestra consulta con un cuadro como el del paciente del caso clínico? (cefalea, insomnio y multitud de síntomas encuadrables en el síndrome de Ulises).
Ante esta pregunta un sector inusitadamente amplio del grupo de alumnos (todos MIR de 2º año de Medicina Familiar y Comunitaria) comienzan a defender que "en 5 minutos no hay tiempo para nada", "yo le daría un analgésico y un tranquilizante y ya está, no puedo más que tratar el síntoma que tenga", "a mi me gustaría hacer más, pero con el poco tiempo de consulta no voy a ponerme a preguntarle que de donde viene o qué otras cosas se le pasan por la cabeza"... incluso hay quien dice "es que si tratamos correctamente a ese paciente tendríamos que hacerlo también con otra gente en estado de problemática social".
Tenemos 2 opciones:
1. Llorar.
2. Alegrarnos de la gente que reivindicó la Medicina Familiar y Comunitaria como el lugar idóneo para el abordaje de este tipo de pacientes, con longitudinalidad (cada consulta no es un empezar de cero), abarcando más allá del puro aspecto orgánico y acudiendo a hacer una exploración completa en el ámbito de lo psico y de lo social. Alegrarnos por la Confianza de que esa gente será la que lleve la voz y la iniciativa de la Medicina Familiar y Comuntiaria en un futuro cercano... y además, podemos dar idea de algunos lugares de los que sacar 20 minutillos para atender a algún paciente de este tipo a diario:
- No recibir visitadores farmacéuticos, de tal modo que ganaremos en torno a 15 minutos diarios (como mínimo).
- No pedir analíticas sin justificación o, si se insiste en pedirlas, dar los resultados por teléfono si hubiera algo reseñable.
- No revisar a personas sanas (la TA no tiene por qué tomarse una vez al mes, y además no tiene por qué tomarse en la consulta del médico).
- No convertirse en una máquina expendedora de bajas; revisar cada incapacidad laboral y plantear planes conjuntamente con el paciente para favorecer la incorporación la trabajo (de forma terapéutica en la mayoría de los casos). La baja como herramienta terapéutica, no como elemento de evitar conflictos médico-paciente.
- Usar un número de fármacos que conozca a la perfección, para no tener que emplear tiempo cada dos por tres en revisar posibles interacciones, efectos adversos o pautas de inicio/retirada.
- Explicar a los pacientes la evolución esperada de los procesos patológicos, evitando que reconsulten por algo que evoluciona correctamente. El paciente informado utiliza los recursos de forma más adecuada.
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Ahora habrá quien diga que la gente tal o la gente cual...yo simplemente croe que hay pacientes y situaciones ante las cuales no valen excusas y que en esos casos hay que ejercer de Médico de Familia y Comunidad...sin matices...
Como complemento dejo aquí el enlace a un texto de Juan Gérvas, Mercedes Pérez y Blanca Gutiérrez sobre las Consultas Sagradas...que al fin y al cabo es de lo que estamos hablando...
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