El dominico le pregunta a su compañero: "¿Qué te dijeron?"
El jesuíta responde complacido: "Que se puede fumar".
- ¡Hombre, es curioso! A mí me dijeron que no -comenta el dominico.
- ¿Pero qué fue exactamente lo que preguntaste? -se interesa el jesuíta
- Si era aceptable fumar mientras se rezaba -contesta el dominico.
- ¡Claro! - responde el jesuíta-. Es que yo les pregunté si se podía rezar mientras se fumaba.
(Mitchell, R.C. y R.T. Carson, 1989).
Y es que en la manera de hacer la pregunta ponemos en nuestra boca las primeras palabras de la respuesta que queremos escuchar.
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