(O de como enmarcar nuestra lucha en una más global)
Los
especialistas internos residentes (EIR) de Andalucía (médicos, enfermeros, psicólogos, farmaceuticos...) defendemos nuestro derecho a unas condiciones formativas y laborales
decentes supuestamente porque estamos convencidos de que esto repercutirá en la salud
de la población a la que atendemos y atenderemos.
De la misma manera, debemos defender una sanidad Pública, gratuita y de acceso universal, lo cual también redunda en beneficio de los ciudadanos, como demuestra la evidencia científica acumulada durante muchos años.
Y como somos ciudadanos y pacientes antes que profesionales, estamos comprometidos por encima de nuestros intereses particulares con la salud de todos. Y por lo tanto estamos obligados a defender con la misma fuerza que nuestras condiciones laborales, una educación pública y con recursos suficientes, unas políticas públicas orientadas a disminuir las desigualdades por razón de clase social, sexo, edad, nacionalidad o religión. Exigimos unas condiciones de trabajo y de vivienda dignas y unos servicios públicos que no prestan menos atención a quien más la necesita.
Si en defensa de la salud, defendemos solo lo primero (nuestros derechos) y no todo lo demás (que tiene un impacto mucho mayor, como está bien establecido en la literatura científica) estaremos cayendo en una grave contradicción y lo que es peor, la ciudadanía ni nos entenderá ni nos apoyará.
De la misma manera, debemos defender una sanidad Pública, gratuita y de acceso universal, lo cual también redunda en beneficio de los ciudadanos, como demuestra la evidencia científica acumulada durante muchos años.
Y como somos ciudadanos y pacientes antes que profesionales, estamos comprometidos por encima de nuestros intereses particulares con la salud de todos. Y por lo tanto estamos obligados a defender con la misma fuerza que nuestras condiciones laborales, una educación pública y con recursos suficientes, unas políticas públicas orientadas a disminuir las desigualdades por razón de clase social, sexo, edad, nacionalidad o religión. Exigimos unas condiciones de trabajo y de vivienda dignas y unos servicios públicos que no prestan menos atención a quien más la necesita.
Si en defensa de la salud, defendemos solo lo primero (nuestros derechos) y no todo lo demás (que tiene un impacto mucho mayor, como está bien establecido en la literatura científica) estaremos cayendo en una grave contradicción y lo que es peor, la ciudadanía ni nos entenderá ni nos apoyará.
En
Andalucía y en España estamos sufriendo en los últimos meses a la aplicación de salvajes recortes sociales. Se están
reduciendo ayudas al desempleo, quitando becas, aumentando tasas, cerrando servicios sociales,
posponiendo ayudas a la dependencia, se ha subido el IVA y no se hace
nada para evitar el fraude de las grandes fortunas,
no hay guarderías ni residencias publicas suficientes, la vivienda es
un lujo para muchas familias, están empezando a excluirse sectores de
población de la cobertura sanitaria antes universal y la escuálida
pensión del abuelo es el
único sustento de muchas familias. Todo esto tiene un impacto brutal en
la salud. Mucho más que el propio sistema sanitario. Y la gente se está
rebelando contra este estado de cosas. En los últimos meses hemos
asistido a numerosas huelgas, manifestaciones, concentraciones y
encierros. Y en los próximos habrá más.
Con esto no
quiero decir que nuestras reivindicaciones hasta ahora hayan sido, en teoría,
relativas a la perdida de salario exclusivamente. Si esto fuera así, no
llevaría 9 días de huelga y dispuesto a mantenerla el tiempo que haga
falta. Lo
que quiero decir, es que cuando haya que echarse a la calle en contra
de todo esto, también tenemos que estar ahí, al lado de los parados, los
estudiantes, los excluidos, los inmigrantes en situación irregular, los
dependientes y sus familias y con todo el que proteste porque le (nos)
están quitando derechos construidos a lo largo de 30 años. No vale decir que esas no son
nuestras batallas. Así, parecerá que solo nos preocupa la nuestra y
habremos perdido la guerra. Para la ciudadanía es difícil de entender, que si defendemos al salud, estemos dispuestos a mantener esta huelga indefinida, pero no secundemos una huelga general.
En
el contexto actual, nuestra lucha aislada no tiene sentido. Debemos
tender puentes, crear alianzas y tejer redes. Primero con el resto del
personal sanitario, los estatutarios por que no pueden tener miedo a
represalias y los contratados porque tienen mucho miedo y justificado,
pero porque son ellos los que más están sufriendo los recortes. En
segundo lugar con el personal no sanitario. Administración, limpieza,
mantenimiento, cocinas. Sin ellos no funciona esto, están igual de
amenazados (en algunos casos más porque han sido privatizados) y son el
puente natural con el resto de la ciudadanía. Y tercero con la
población. Si no los involucramos, si esta lucha es solo de los
profesionales, está perdida de antemano. Debemos llegar a la gente, y
la forma más fácil es a través del tejido asociativo. Los de Atención
Primaria a través de las asociaciones de vecinos. Y los del hospital de
las de pacientes. Seguro que los de neuro conocéis a los de Alzheimer o
los de ELA. Los de endocrino a la asociación de diabéticos. Los de nefro
a la de trasplantados. Y así todo lo que se os ocurra. Organicemos
reuniones. Hablemos, intercambiemos impresiones,
expliquemos que nos mueve y pidamos su apoyo, pero preguntemos también
que les preocupa y ofrezcámosle el nuestro.
Solos, somos
unos trabajadores en su legitima lucha por sus derechos laborales.
Juntos estamos defendiendo la salud y el bienestar de toda la población,
y si conseguimos eso somos imparables.
Enrique Píriz López
Residente de 4º año de Medicina Familiar y Comunitaria
CS San Pablo. Sevilla
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