"Yo sé que tú estás de mi lado", me dijo una vez un inmunólogo mientras charlábamos sobre políticas de vacunación. No estuve de acuerdo, pero solo porque no me sentía cómoda con eso que él presentaba como una confrontación entre partes. El debate sobre la vacunación tiende a describirse con lo que la filósofa de ciencia Donna Haraway llamaría "dualismos preocupantes".
En su libro "Inmunidad", Eula Biss trata de saltar por encima del dualismo preocupante que aparece en el debate público sobre políticas de vacunación para tratar de divulgar en dos sentidos que, en nuestra opinión, resultan fundamentales para orientar las políticas en materia de vacunación hacia un lugar más cercano al entendimiento que al combate: la divulgación de la epistemología detrás del método científico y la presentación de los beneficios y riesgos de las vacunas de ayer, hoy y mañana, y por otro lado la exposición de cuáles son algunos de los ejes discursivos por los que transita el pensamiento de algunas personas que dudan acerca de si vacunar o no a sus hijos e hijas, si vacunarlos de todas las vacunas disponibles, si hacerlo según marca el calendario vacunal...
En esta línea de tratar de entender qué discursos llevan a algunas personas a no querer vacunar a sus hijxs (o al menos a dudar acerca de la idoneidad de dicha acción) es en la que se centra el estudio que junto con alguns compañerxs echaremos a andar, llamado "La no vacunación como punto de encuentro: analizando discursos para tender puentes"; dentro de la introducción del protocolo de investigación de este proyecto se puede leer lo siguiente:
Los distintos marcos de ética de salud pública propuestos en los últimos quince años subrayan los valores del respeto a la autonomía, la generación de confianza, la transparencia y la participación comunitaria en la toma de decisiones. No es razonable ni deseable hacer todos los argumentos simétricos pero sí lo es dar cabida proporcional a todas las voces implicadas. Una intervención de salud pública dirigida a una amplia población sana, menor de edad, debe tener también un amplio consenso social y ser sensible a las opiniones contrarias. Es una obligación moral hacer acopio de esa expresión de la autonomía individual expresada como "el mayor beneficio del/la menor" confrontada, o más bien entretejida, con el bien común.
Es ahí donde, probablemente, se encuentre el punto principal de conflicto en el diseño de las políticas de vacunación, ese aparente compromiso (en ocasiones) entre autonomía y derechos colectivos. Cuando estos dos conceptos se enfrentan siempre suele asociarse la autonomía al individualismo y el ejercicio dominante de los derechos colectivos al paternalismo. Es en este punto donde Eula Biss plantea un par de párrafos que nos han parecido interesantes:
En respuesta a las críticas que Merry hizo del paternalismo, la educadora Barbara Peterson nos propone pensar en el problema de la obesidad infantil desde una perspectiva maternalista: "Cuidar de alguien no tiene por qué suponer una amenaza a su libertad", añade.
"Desde un punto de vista feminista y centrado en el cuidado, la libertad no se define como una separación y una independencia totales con respecto a los padres", escribe Peterson: mientras que la figura paterna puede evocar un control opresivo, la figura materna nos ayuda a imaginar relaciones que no estén basadas solo en el ejercicio del poder, sino también en el cuidado.
A veces las respuestas de los organismos oficiales dejan mucho que desear a la hora de afrontar problemas complejos que no se pueden solucionar con herramientas procedentes de la epidemiología más cuanti, así que seguiremos transitando por este camino (y dando noticias de lo caminado).
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