¿Le gustaría que le atendiera una médica con un burka? se pregunta el ABC-de-Sevilla, en un artículo que, más allá de un titular hecho para captar clics (y evidenciar cierta envidia de fatwa), expone lo ocurrido en un centro de salud de Sevilla, donde la dirección del centro se ha propuesto acabar con todos los símbolos religiosos presentes en las consultas, a raíz de la reclamación de un usuario por el hecho de que hubiera un crucifijo decorando una sala del centro de salud.
La noticia, más allá de la estridencia propia del ABC (y de Sevilla cuando de la semana santa se trata) plantea un asunto interesante y resuelto de forma poco clara generalmente: ¿hasta qué punto la consulta es un terreno de libre expresión de los profesionales sanitarios dentro de un servicio público de salud? ¿puede un médicx o enfermerx llenar su consulta de crucifijos, versos del Corán o imagen del flying spaghetti monster?, en el caso de poder, ¿quién dice cuánto es válido y cuánto no está permitido?
España dista mucho de ser un país laico, y la aconfesionalidad constitucional la llevamos medio escondida (estas imágenes de Susana Díaz son el vivo ejemplo de ello). La sanidad no es ajena a este fenómeno, especialmente cuando la religiosidad y la espiritualidad aflora de manera más notable en los momentos en los que la enfermedad se hace presente y eso ha aprovechado desde la religión para atribuirse un papel en los cuidados más allá de lo somático que nunca debió institucionalizarse en los servicios públicos de salud; es por ello que se siguen financiando servicios religiosos católicos en hospitales públicos y se usa la condición de religioso (profesional) para opinar en materia de cuidados paliativos y bioética (La frase presente en este último enlace de "El servicio de asistencia religiosa católica, a través de sus legítimos representantes, formará parte del comité de ética y del equipo interdisciplinar de cuidados paliativos" debería hacer que se nos cayera la cara de vergüenza).
En algunos servicios autonómicos de salud tratan de prohibir que las consultas parezcan el uniforme de Fernando Alonso, lleno de publicidad de las diferentes empresas que patrocinan dan información de medicamentos al médicx en cuestión; si intentar que la consulta no parezca un centro comercial parece algo lógico, en nuestra opinión más aún lo es tratar de que no parezca un lugar de expresión religiosa por parte del profesional sanitario que pasa consulta en dicha habitación -de un servicio público de salud-.
De la noticia nos ha gustado especialmente un párrafo:
Gran parte del personal está indignado y no sólo porque no puedan manifestar sus sentimientos y exponer los detalles que les llevan los pacientes, como por ejemplo, estampas de santos, sino por el efecto inmediato de esta queja, en contraposición al caso omiso que se hacen a otras relativas a la masificación, a la falta de sustitución de las bajas, listas de espera, o averías en elementos tan imprescindibles para los usuarios como el ascensor, según destaca el médico de familia, Antonio Leal.
Recortes frente a estampitas y crucifijos. Este falso dilema muestra cómo las condiciones de empobrecimiento de los servicios de salud son barreras para la toma de medidas que poco o nada tienen que ver con dichos recortes.
Probablemente dentro de unos años veremos como inadmisible la colocación de crucifijos en las consultas de los servicios públicos de salud, quedando esto como algo reservado a la esfera de lo privado (o de la colectividad dentro de las comunidades religiosas), al igual cada vez más gente ve como inadmisible la colocación de posters de publicidad en las mismas. Hasta entonces seguiremos sorprendiéndonos de la elevada presencia de la simbología religiosa en los centros sanitarios públicos, como se puede ver en la siguiente foto del cabecero de una cama de un hospital andaluz.
PS: que todos los hospitales públicos de la ciudad de Sevilla lleven nombre de vírgenes es un buen caldo de cultivo para que la expresión religiosa pase de la denominación de los hospitales a la decoración de la consulta o, incluso, a los mensajes que se transmitan dentro de estas.
2 comentarios:
Siempre he pensado que la expresión de la religiosidad del médico en el encuentro médico-paciente está "de más", pero me pregunto si somos sensibles a considerar que la dimensión religiosa de nuestros pacientes forma parte de su ser "biopsicosocial" y que por tanto es un elemento a explorar y respetar. Un abrazo, "colega de centro".
Mercedes Figueroa
Cuando estaba escribiendo el post tenía un párrafo justo sobre eso, pero al final no le encontré un buen encaje...
Creo que no solo la religiosidad sino la espiritualidad (que también puede ser laica) tiene que jugar un papel y hemos de tenerla en cuenta, pero sobre todo de forma "receptiva" y no tanto "prescriptiva" (como sería más en el caso de la expresión ornamentística y tal).
Pero desde luego... a veces es algo en loq ue seguro que no entramos por miedo a no estar en consonancia con el paciente...
Un abrazo compañera!!
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