[Con intención de reactivar la economía y la marca España andamos en reformas. Disculpen si le desahuciamos, expropiamos o simplemente le jodemos. Mientras seguiremos hablando..]

20.8.10

Miradas invisibles y conspiraciones silenciosas

Consolación tiene 75 años y vive en un pueblo de un par de miles de habitantes. Mujer discreta, con la cara trabajada por el sol del campo, notó hace algo más de un año una heridita en la piel del pezón de su pecho izquierdo, pero no lo contó a nadie. Consolación no quería preocupar a nadie... tampoco a si misma...pero ese no querer que nadie sufriera por ella la llevó a perder 15 kilos en 6 meses según esa heridita del pezón se iba convirtiendo en algo más grande... seguramente no era el tumor que tenía lo que le hizo perder peso, sino la preocupación, esa preocupación que metastatizaba por todo su organismo.

Llegó un día en el que Consolación no pudo más y le dijo a su familia que tenía “una costrita” en el pecho, una “costrita” a la que los médicos llamaron úlcera y que explicaba todo lo que a Consolación le venía pasando en los últimos meses: la pérdida de peso, la inquietud, el insomnio, la tristeza (a la que su médico llamaba depresión), los bultitos que le habían salido en la piel del escote y de la espalda, su mirada perdida...

Todo esto no es sino un breve esbozo del contexto situacional que rodeaba el micromundo de Consolación en el momento en el que la vi entrar en la consulta procedente directamente de Urgencias; yo estaba como Médico Residente en una consulta especializada en Patología de la Mama, ejerciendo ese rol curioso que la mayoría de las veces me hastía pero que en ocasiones me hace percibir detalles que ni médico adjunto ni pacientes pueden notar. Sentado al lado de la ginecóloga que estaba a cargo de la consulta pude ver un juego de miradas y lenguaje no verbal mucho más elocuente que los lugares comunes que inundaron los 30 minutos de consulta...

Consolación con mirada asustada, en silla de ruedas tras una intervención de cadera “la tenía desgastada”, haciendo preguntas cuya respuesta sabía pero no quería saber.
La hija y la nieta de Consolación, haciéndonos gestos constantes con las manos queriendo decir que Consolación no sabía lo que tenía (o eso creían ellas... o mejor, eso querían creer ellas... conspiración del silencio en estado puro).
La auxiliar de enfermería poniendo cara de susto y resoplando al descubrir la “costrita” de Consolación.
La ginecóloga intentando aislarse de la hija y la nieta de Consolación y tratando de transferir a Consolación el mando de la conversación para ir destapando junto a ella la parte del diagnóstico que ella quisiera ir viendo.

Un juego de miradas en el que sorprende el empeño que se sigue teniendo por parte de muchas familias en que sus parientes afectados de enfermedades no sepan nada... incluso cuando han sido estos los que han sabido desde hace tiempo pero han callado por miedos propios y ajenos.

Conspiraciones del silencio que han de ser desmontadas, o por lo menos puestas en evidencia para que la familia reflexione en torno a ellas y la privación de información hacia sus parientes...

Miradas y miradas...

1 comentario:

Emilienko dijo...

Yo a veces no entiendo por qué nos seguimos dedicando a todo esto...