[De un tiempo a esta parte me cuesta
escribir, sacar conclusiones o tricotar pensamiento; tan grave siento
la podredumbre en el paciente cuyo intestino habitamos, que cuesta
verle sentido a razonar con la gangrena. Resulta entonces más
heroico aún el papel de mis verborrágicos compañeros en este
anaquel, posteando día y noche como si no hubiera un mañana. Les
admiro.]
Una sensación le sacude a uno al
entrar a una clase de medicina: "aquí hay algo perverso, aunque
no sé decir qué es". Esa misma sensación le inunda a uno en
los pases de guardia, en las madrugadas de planta, en las peleas de
la urgencia "tuyo es, mío no", en todas partes, difuso e
inefable. No es fácil de delimitar. No es quiénes somos (aunque
también), no es lo que hacemos, aunque algo haya, no es sólo por
qué lo hacemos, no es nada directo y evidente. Se agradece en
ocasiones que esa perversión mane honesta; en la medicalización de
la vida cotidiana, en la simplificación de las relaciones humanas
como genética cifrada en un DSM espectral, en el uso del
canceropánico como gancho para vender seguros, en la caridad que
ahora esmalta la investigación [todo conocimiento saldrá de un
laboratorio, salmo responsorial], en el "ojalá le confirmen a
mi marido que tiene asperger porque lo leímos en la wikipedia y le
pega todo", en el "estuve distraído el día de la muerte
de mi padre pero una neurocientífica me ha explicado que no se
pueden experimentar dos sensaciones intensas a la vez y estoy mejor",
está ahí, claramente, no hay que darle vueltas.
No está, podría jurar, en el anuncio de la apertura del NHS, en la reivindicación de una sanidad pública
y universal, en la pelea por el acceso a la salud [tampoco está en
los médicos de la Enterprise. En la Enterprise no existe la
perversión y todos son felices].
No es tan fácil perfilar dónde
exactamente se apoya la trampa [o a lo mejor vosotros sí porque sois
mazo de listos, pero yo aún no he podido].
Busca al beneficiario y tendrás al
sospechoso, reza un aforismo que me acabo de inventar. Es obvio que
las industrias del diagnóstico, seguros privados, alimentaria y
farmacéutica ganan con todo esto. Es fácil también entrever que un
sistema basado en el acorchamiento (y disolución) de la conciencia
de clase y la creación de consumidores que pagan por sus cadenas y
las lucen orgullosos, utiliza estas estratagemas para sostenerse. La
walmartización de la salud es uno de los pulverizadores del estado
de bienestar, sí. Pero, ¿cómo se traduce eso en lo que mueve a tu-vecino-que-defiende-que-no-se-resfría-desde-que-toma-actimel, en tu
contacto en el facebook que-sólo-publica-morralla-biologicista-pensando-que-habla-en-nombre-de-la-ciencia-por-haber-leído-a-Punset,
en tu casero el-que-no-piensa-dejar-de-hacerse-un-chequeo-completo-al-año, en tu camello que-toma-vareniclina-porque-porros-sí-pero-tabaco-no?
Escribo esto porque ha llegado esta perla a mis manos y al leer "Colectivo socialista de pacientes.
Haz de tu enfermedad un arma" mi yo ciudadana ha tenido un
conato de esperanza, que se ha visto instantáneamente ahogado por
los ocho años que llevo dando tumbos por hospitales. La bombona, por
favor.
Debería haber una revolución de
enfermos. Lalonde debió agarrar un kalashnikov y terminar lo que
empezó [ya puestos podría haber empezado Virchow y habernos ahorrado dos guerras mundiales]. Cada aquejado de cólera sin acceso a fluidoterapia, cada
diabético amputado, cada gordo con arterias de crocanti porque el
sistema así lo quiso, cada hipertenso con sonrisa torcida por vivir
en un burdel alimentario, cada pobre que se cementó el pulmón con
nicotina, cada negro que se llenó de parásitos o cada niño
excluido violentado hasta enloquecer, cada uno de ellos debería
marchar en fila y volar los parlamentos, los consejos de
administración y si es preciso también los hospitales.
Y sin embargo he visto a muy muy pocos
[técnicamente no he visto a ninguno, pero pretendo esperar a los 50
antes de lanzar afirmaciones cerradas] de éstos reclamar, querular y
exigir lo que es suyo. Y sí lo he visto hacer, y con franca
frecuencia, a los medicalizados, exigiendo una mayor medicalización.
Exigiendo dormir con la locura por un disgusto con los cuñados.
Exigiendo radiarse hasta la náusea por algo que han leído en
google. Exigiendo subir la dosis del metilfenidato del niño porque
en el grupo de amigos hay algunos que toman el triple de lo que le
habéis puesto a él.
Puede que tenga que ver con que al
entrar en la facultad no ves compañeros pobres como las ratas
(aunque alguno haya) y falta una cultura de agitar al diabético y
darle pancartas con las tiras de glucosa. Puede que tenga que ver con
un sistema sanitario tratando de compensar una política social de
patchwork. Puede que tenga que ver con un sistema asistencial basado
en una atención primaria colapsada y demolida que convierte la
urgencia en una puerta giratoria.
Y con esto qué hacemos, dijo la R1, y
la R4 miró al tendido y pensó "quiero irme a casa a mirar
Memes Literarios".
Bettelheim habló de una fortaleza
vacía, ese lugar en que va quedando encerrado el autista para huir
del vacío que siente fuera. Uno puede traducirlo y apellidar así al
nihilismo que entra tras cada telediario y cada acción del
gobierno. Paralelamente uno puede desfondarse intentando convencer a
algún "líder de opinión" de que ciencia y cientificismo
difieren, y que no porque la homeopatía sea un timo, es necesario
atribuir Todo a lo orgánico; o de que no sólo los magufos critican
las vacunas cuya indicación es dudosa; o de que no tiene sentido
confiar en la caridad neoliberal para resolver pandemias. Es loable
la labor de mis compañeros de bloj, así como el resto de blojs
amigos [Ludo amigo] en aportar lucidez a todos estos embrollos. Pero
sigue habiendo un sesgo de selección atroz en aquellos a los que
podemos llegar. Y no nos estamos parando a poner en palabras que nos
han puesto unos enfermos nuevos para quitarnos la revolución que
debieron hacer nuestros enfermos.
Y así quizá podamos ir entendiendo la
indignación neutralizada, los gobiernos que nos infligimos y estas
ojeras de derrotados.
Otro día hablaremos de "¿Podemos
catalogar este blog como un tipo de ansible?" y "Na(ta)ción
Prozac, la era de la deportivización de la vida cotidiana".
¡Permanezcan atentos a sus salvapantallas!
4 comentarios:
Más más, por favor.
Tu spam Gusta!
Interesante material; desde luego es valioso y en este sitio siempre encontramos información critica; gracias por compartirla.
Éxito http://bit.ly/1nmg1v7
Muy bien blog y escribo super informaciones differente por la tema y tu trabajo que escribiste muchas cosas todos son muy buenas y interasantes
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No obstante, la revolución de los pacientes (¿hay otra?), el Colectivo Socialista de Pacientes/Frente de Pacientes, no ha cesado nunca de existir ni de hacer y por el contrario continúa diseminàndose como reguero de pòlvora (vèase una muestra selecta de protocolos de acciòn en la citada www.spkpfh.de), haciendo de la enfermedad un arma, tambièn en contra de aquellos mèdicos que en lugar de seguir el ejemplo de Huber, fundador del SPK, a saber, traicionar a la clase mèdica y tomar partido decidido y activista de una vez y para siempre a favor de la clase de pacientes, empezando por estigmatizarse a sí mismos como pacientes de confrontaciòn, en lugar de ello prefieren en cambio (¿cuàl cambio?) insistir en distanciarse y alienarse en su propio ser mèdico esperando que "sus" pacientes quizàs un día se animen a incluso hacerles la revoluciòn que ellos no hacen y ni siquiera ven.
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