Puedo comprender que el paso del tiempo y el trabajo diario de lucha contra condiciones adversas pueda quemar a mucha gente, pero me resisto a creer que esa lucha consiga minar notoriamente supuestas vocaciones profundas de servicio al paciente y a la medicina.
El otro día el en centro de salud mi tutor dio una sesión clínica sobre “Ecografía en Atención Primaria”, al terminar dijo que su intención era, en parte, animar al resto de médicos a integrar la ecografía como una herramienta más dentro del proceso de trabajo del médico de cabecera. La respuesta no pudo ser más desalentadora; ninguno de los otros 9 médicos del centro de salud se mostró mínimamente interesado en que la ecografía ocupara en su trabajo un papel más allá de aquella sesión clínica.
Los argumentos fueron variados, pero se dividían en tres:
“yo ya no tengo edad para aprender eso, prefiero que me posibiliten la petición de ecografías para que las haga un radiólogo”.
“me pagan lo mismo por hacerlo que por no hacerlo, así que no pienso aprender”
“ yo no soy radiólogo, así que no tengo que meterme ahí” (suele ser un argumento aplicado para muchas otras cosas, del estilo de “yo no soy neumólogo, no tengo por qué saber hacer espirometrías”, “yo no soy ginecólogo, no tengo por qué saber hacer citologías”, “yo no soy cirujano general, no tengo por qué saber hacer cirugía menor”... sobre esto se puede encontrar un buen artículo en el Buen blog “El bálsamo de Fierabrás”.
Lo primero que me vino a la cabeza al ver estas reacciones (y lo primero que comenté con mi tutor) es que hay médicos que transmiten la sensación de que no les Gusta ser médicos. Prefieren ser meros directores de orquesta de distribución, entreteniendo al paciente hasta que decidan derivarlo a uno u otro subespecialista hospitalario.
No se trata de ser un médico digno de la serie de House, donde lo mismo se opera a corazón abierto que se hace una tinción de anatomía patológica o se escruta un complicadísimo diagnóstico diferencial sobre una fiebre de origen desconocido, pero si queremos ser Médicos habrá que aprovechas las opciones que se nos presenten para aumentar nuestras habilidades.
3 comentarios:
Podríamos llamarlo dejadez o falta de motivación, pero para entendernos simplemente lo llamaremos cutrez (que también viene en el diccionario de la RAE).
El cutre en el trabajo se caracteriza por muchas cosas, pero suele tener en general la tónica del que racanea con un paciente, no es capaz de revisarse la más mínima patología porque son más allá de las 15h (variable según horarios), no es capaz de actualizarse (en parte por temor a ver todo lo que hace mal), etc. Además, para más soberbia, no suele contemplar opiniones de otros compañeros, por no hablar de un residente o de un estudiante.
Es muy difícil estimular a un cutre. Lo lleva en la sangre, en el cromosoma... ese, o lo adquirió por una mala interpretación de lo que debería cobrar o la pleitesía que debería rendírsele.
Complicada la solución para el cutre. Generalmente tienen que aparecer normas o decisiones que le obliguen (directa o indirectamente) a trabajar, a recordar esa "vocación" que creyó tener cuando tuvo un espejismo al final de la adolescencia sobre lo que es ser médico. ¿un programa de formación continuada serio?... da pie a una entrada nueva y a opiniones varias :)
Saludos a tod@s!
Esto mismo que leí hace una semana en el blog de "fierabrás" no es sólo común en la atención primaria, sino que se ve en ocasiones en la atención especializada.
Ejemplos podría poner muchos, pero me parecen en muchas ocasiones tan vergonzosos que prefiero ni poner por escrito.
Personalmente creo que no deberíamos olvidar que, a pesar de ser médicos de cualquier especialidad, antes somos médicos generales y por eso deberíamos saber un poco más de lo que es estrictamente nuestro campo.
La verdad es que comparto tu desaliento, pero pensemos en positivo y creamos que es una minoria.
Lo bueno de esta especialidad es que te permite realizar muchas activiades diferentes y supone un reto continuo en cuanto aprendizaje.
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