A raíz de un artículo leído ayer en el blog "pharmalot" y del que posteriormente leímos ecos en EL PAÍS y Farmacriticxs, nos viene a la cabeza cuál es el participante de ensayo clínico ideal que parece ser buscado por algunas empresas a la hora de diseñar algunos de sus ensayos clínicos...
- Lugar de residencia: es importante que viva en un país en que se cumpla alguna de las siguientes dos características (o las dos):
- Legislación permisiva: una legislación laxa en temas de ensayos clínicos (especialmente si se trata de niños o personas dependientes) facilita en gran medida la realización de cualquier ensayo clínico; los países europeos o norteamericanos no suelen ser buenos lugares por haber un exceso de trabas legales; cada vez quedan menos sitios donde poder emprender grandes gestas para la historia como el "experimento Tuskegee" -llevado a cabo por el sistema público de salud de los EEUU y también conocido como el "estudio Tuskegee sobre sífilis no tratada en varones negros-.
- Gobierno fácil de "convencer": si la legislación te pone trabas o si algo sale mal, siempre está bien saber que no hay nada que unos cuantos billetes no puedan solucionar (ya-sabes-a-qué-me-refiero).
- Nivel sociocultural: han de cumplirse dos principios:
- Cuanto más pobre mejor: estrechamente relacionado con el apartado 1.2, entre la gente con pocos ingresos económicos y con mala autopercepción de salud estará bien vista la recepción de cuidados, aunque sean experimentales, de forma gratuita; de hecho, cabe la posibilidad de que "olvidarse" de decirles que es experimental no sea un gran problema [véase último párrafo del enlace a EL PAÍS o este otro artículo]
- Cuanto más analfabeto mejor: la legislación, habitualmente, se limita a pedir un consentimiento firmado, sin necesidad de que figure en ningún sitio que la información ha sido efectiva. Una cruz en un papel no tiene por qué desvelar el nivel de ilustración del firmante.
- Particularidades culturales: siempre está bien justificar la vulneración de un derecho básico a la información aludiendo a que se cumplieron "las leyes y costumbres del país"... de hecho podríamos crear un nombre para esta técnica, por aquello de darle empaque... "etnodescentralización de la mentira"... nos mola.
Luego siempre se pueden promocionar (al otro lado de la dicotomía del desarrollo que tan bien se ha vendido por la televisión) lo que nos gusta el paciente informado y martillear los oídos de la población y los profesionales sanitarios con las palabras "paciente empoderado"...
Empoderado (y no demasiado) el rico; el pobre apaleado.
Siempre nos quedarán las donaciones de medicamentos (como ya comentamos en una ocasión)...
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