[Con intención de reactivar la economía y la marca España andamos en reformas. Disculpen si le desahuciamos, expropiamos o simplemente le jodemos. Mientras seguiremos hablando..]

19.8.12

Del pensamiento crítico al pensamiento mágico

Ocurre, no con poca frecuencia, que en ciertos entornos que se jactan de enarbolar el pensamiento crítico para posicionarse ante la realidad socio-político-económica, acaban abrazando con fuerza el pensamiento mágico-místico-religioso cuando de lo que se trata es de hablar de ciencia (el paradigma de esto podrían ser los grupos reikiófilos en el contexto de la acampadaSol del 15-M).

Un ejemplo de esto lo podemos ver en este comentario realizado en el blog principia marsupia a raíz de una entrada hablando de los cosméticos. La entrada del blog es buenísima, apoyada en datos y con un razonamiento científico muy bien explicado, pero en el comentario en cuestión podemos encontrar estas frases [llegué a este comentario gracias a @undivaga]:
Lo que si que ignora nuestro ponente es lo siguiente: Como Cosmétologo Holístico y Terapeuta en Alqvimia, Aroma y Spa, os puedo asegurar, que los Cosméticos Holísticos que solamente están elaborados con principios activos vegetales (salvo la cera de abejas virgen, que no es vegetal, pero que se usa en esta Maravillosa Cosmética)

Estos hechos probados científicamente y empíricamente durante milenios, no se dan a conocer, por que la industria Médico-Farmacéutica-Biotecnológica ha elaborado la actual normativa para fármacos, protocolos de tratamientos médicos, cosméticos convencionales, agricultura intensiva y transgénica, alimentación masificada con sus aditivos tóxicos… Unicamente con fines Eugenesitas…

Este último párrafo es el que hace que tenga que dedicarle a este tipo de razonamiento unas palabras. Por culpa de magufos que confunden la crítica con el escepticismo con el mantener creencias mágico-religiosas alternativas y mezclan en su credo una crítica atolondrada a la industria farmacéutica en la que caben grandes hitos del pensamiento contemporáneo como el negacionismo del VIH-SIDA, los grupos antivacunas o la defensa a ultranza de la homeopatía. Estos colectivos comparten una posición contra la industria farmacéutica basada en que ésta se niega a reconocer sus teorías como ciertas porque le ocasionarían pérdidas económicas incalculables y romperían su modelo de negocio.

Posicionamientos que no parten de una crítica fundamentada ni de estudios científicos (y cuando lo hacen resulta que no son sino engaños de mayúsculas dimensiones -vean a Wakefield y su relación vacunas-autismo-) no hacen sino infectar la totalidad de la crítica a la industria farmacéutica haciendo que posturas razonadas (legítimas y NECESARIAS) sean vistas por muchos como cercanas a estos colectivos que se pasaron de rosca en el fomento del escepticismo hasta confundirlo con lo opuesto.

El ejemplo más claro de este hecho es, posiblemente, el que toca el ámbito de las vacunas. Los colectivos antivacunas parecen haberse adueñado de toda crítica a cualquier vacuna, de tal modo que cuestionar la eficacia o la pertinencia de la introducción de una vacuna en el calendario poblacional en seguida se tacha de antivacunas, incapacitando de este modo los argumentos que vayan detrás. Tan anticientífico (o mejor, pseudocientífico) es estar totalmente a favor de la vacuna contra el virus del papiloma humano para su aplicación poblacional -y global- a mujeres (e incluso hombres) como estar en contra de la vacuna del sarampión.

En el caso de la vacuna del papiloma, planteamientos como el que en su momento publicamos en este blog o cuestionamientos como el publicado en el NEJM sobre a quién estaba llegando esa vacuna son necesarios para la mejora. El JAMA publicó hace unas semanas una carta de investigación donde hablaba de poca efectividad de la vacuna contra la tos ferina por introducción de una vacuna acelular; esto NO es ser antivacunas, y los aumentos de la tos ferina en la región de Australia donde tuvo lugar el estudio no tiene nada que ver con dichos movimientos.

El fomento del espíritu crítico y la escepticemia debería ser una obligación para todos los que nos desenvolvemos medianamente bien en el ámbito de la ciencia (especialmente en el ámbito sanitario, donde los beneficios económicos y la asimetría de información son grandes), pero igual de importante es tener los argumentos y capacidad de comunicación para diferenciarnos de esos grupos que (también llevados por intereses económicos en muchas ocasiones) pervierten los fines de mirar a la realidad con ojos interrogantes.


[[recomiendo la lectura de un texto con el que me he reencontrado escribiendo este post; se trata de "pro-vacunas contra anti-vacunas", escrito por Juan Gérvas, un pro-vacunas critiquérrimo]]

[[no puedo concluir sin antes comentar que, por el hecho de llamarnos médicocrítico y cuestionar en muchos casos acciones y argumentos de la industria farmacéutica hemos podido ver cómo nuestros comentarios han recibido enlaces de negacionistas del SIDA, fans de las flores de Bach y un moderadamente largo etc]]


1 comentario:

Undívaga dijo...

Concretamente con las vacunas muchos que no somos profesionales sanitarios pero tenemos o vamos a tener hijos estamos muy perdidos.
Te consideras una persona de mentalidad crítica, tienes una buena cultura científica, lees y te preocupas y aun así no estás informado para saber qué vacunas están bien desfinanciadas porque realmente no son efectivas y cuáles pueden generar un problema de salud pública. Y claro, andar pagando por tu cuenta cada vacuna que sale al mercado no es barato NI SEGURO.
Los recortes oportunistas en estos tiempos de crisis no son precisamente un buen contexto para abandonarse a las autoridades sanitarias. Y los magufos lo saben.