Durante la carrera de medicina tuve bastante poco contacto con los representantes de la industria farmacéutica: por un lado los evitaba y por otro lado tampoco llegamos a coincidir demasiado. Al terminar la carrera y comenzar la especialidad tenía muy claro que no iba a recibir a los delegados comerciales que vinieran a presentarme ningún medicamento/aparatillo/loquefuera, así como tampoco iba a aceptar que me pagaran la inscripción a cursos, congresos, viajes o me obsequiaran con ninguna cosa. Cada uno por su camino pero yo teniendo muy claro que creo que la suya es una profesión que no debería existir.
Al final de la especialidad de medicina familiar y comunitaria escribí un texto llamado "Me dejaron elegir el color de mis cadenas", del que rescato los siguientes párrafos:
Desde un primer momento dije a los representantes de la industria que no les iba a recibir, les explique mis motivos y lo cierto es que desde el primer mes disminuyeron notablemente los intentos por mostrarme su publici... información. De esta negativa al contacto he hecho mi bandera que he tenido la oportunidad de exponer y debatir allá por donde he ido (centro de salud, hospital, centros de especialidades...).
Este camino en busca de la independencia como principio rector de mi formación me habrá llevado, seguramente, a perderme comidas en restaurantes de postín (también llamadas "simposio de actualización de noséqué) y semanas en la play...en congresos científicos que, siendo sinceros, no me interesaban lo más mínimo. A cambio, es este camino el que me ha llevado a millones de fuente de formación e información que no dependen de tener que sonreír a nadie.
Cuando tomé la decisión de formarme de la forma más independiente posible (o, mejor dicho, generando un número de interdependencias que excluyera el contacto directo con la industria farmacéutica) lo hacía apoyado en múltiples convicciones y en evidencia empírica variada de que los profesionales sanitarios no somos muy conscientes de la influencia que tiene el contacto con la industria farmacéutica sobre nuestra prescripción (incluso desde nuestra más tierna infancia formativa). Sin embargo, apenas existía evidencia empírica que ante la pregunta de "¿Pero realmente crees que tener contacto con la industria te va a ser peor médico?" nos capacitara para responder firmemente "Sí".
Recientemente el JAMA Internal Medicina ha publicado un artículo titulado "Association of marketing interactions with medical trainees' knowledge about evidence-based prescribing: results from a national survey." (enlace al texto completo), donde, ¡oh, sorpresa! dicen que los estudiantes y residents sometidos a mayor contacto con la industria farmacéutica presentan un peor conocimiento de la prescripción de medicamentos basada en la evidencia; es decir, apoyan la idea que plantábamos hace unos años en el texto "Relaciones con la industria farmacéutica, ¿se puede estar en la trinchera sin llenarse de barro hasta las rodillas?" de que el márketing farmacéutico actúa como un factor de distorsión entre la mejor prescripción posible (concebida como la que aún a la evidencia científica y las preferencias del paciente) y la práctica clínica.
Como se puede observar en la siguiente gráfica, los autores observaron que una diferencia de 10 puntos en el índice de relaciones con la industria se asociaba con un 15% menos de probabilidad de seleccionar el fármaco más adecuado según la práctica basada en la evidencia.
Los estudios vinculando contacto con la industria y calidad de la prescripción van apareciendo, y no hacerles caso solamente es una forma de manifestar que la evidencia solo nos atañe cuando no incordia a quien nos paga los congresos. Los defensores del mantenimiento de las relaciones con la industria, así como los propios trabajadores de la misma, siempre habían ensalzado la capacidad de dichas relaciones para mantener actualizados los conocimientos sobre nuevos tratamientos, sin embargo dicha actualización parece lejana a adecuarse a los estándares de la buena práctica prescriptora.
Cómo materializar esta independencia en un entorno tremendamente jerárquico y pseudofeudal (como son los servicios y unidades hospitalarias y, en muchísima menor medida, las de atención primaria) lo dejaremos para más adelante (pero pronto, que se lo debemos a alguna R1 vallisoletana)
Nota al pie: cuando decimos que creemos que el trabajo de representante farmacéutico que visita a médicos y médicas en sus consultas no debería existir no lo hacemos como algo personal, sino que tenemos la firme certeza de que, para la consecución de los objetivos del sistema sanitario y de la relación médico-paciente, producen más perjuicio que beneficio, y que seguramente esos mismos recursos -tanto económicos como profesionales- podrían tener mucho mayor valor social en otros menesteres.
Nota al pie: cuando decimos que creemos que el trabajo de representante farmacéutico que visita a médicos y médicas en sus consultas no debería existir no lo hacemos como algo personal, sino que tenemos la firme certeza de que, para la consecución de los objetivos del sistema sanitario y de la relación médico-paciente, producen más perjuicio que beneficio, y que seguramente esos mismos recursos -tanto económicos como profesionales- podrían tener mucho mayor valor social en otros menesteres.
6 comentarios:
Buenas.
Yo soy una recién licenciada. Durante mis años de (escasas y mal distribuidas) prácticas me he encontrado con más de uno y más de dos representantes, y he sido testigo de su "camaradeo" con algunos profesionales. Hasta me he llevado un puñado de bolígrafos, panfletos y demás merchandising por el camino.
Nunca he estado muy segura (supongo que no tengo perspectiva suficiente) de cuál es la repercusión en la práctica, pero siempre me ha parecido fuera de lugar, como los mercaderes en el templo. Me alegra saber que no iba muy desencaminada.
Un saludo,
CTV
Un aplauso a todos y todas aquellas que no se dejan mangonear y anteponen sus principios y el bien comunitario a dádivas materiales sean las que sean.
Mi reconocimiento, apoyo... y sorpresa al leer esto¡¡
Chapó
Interesante tu respuesta hacia las presiones de la industria farmaceutica. Echa un vistazo a un articulo que escribi hace tiempo sobre el tema, creo que te interesara. http://mifilosofiacasera.blogspot.be/2012/06/conflictos-de-intereses-en-la.html
en mi opinion la solucion tiene q venir de mas arriba y no dejarla en manos de medicos a titulo individual.
Es cierto todo lo que dices, y poco a poco va desapareciendo la figura del representante farmacéutico de los centros de salud. Aunque yo creo que las armas contra la publicidad engañosa han de venir de la información y no de la prohibición (que es más efectiva pero resulta más polémica y muchos médicos están reaccionando contra ella en los centros qe se está prohibiendo recibirlos) y de prácticas como no financiar productos que no aporten beneficios para el paciente, así evitamos que se puedan prescribir con dinero público, o contar con asesoramiento de farmacéuticos de zona que contrasten la información dada por los representantes, o mejor aún por enseñar a estudiantes y residentes a hacer lectura crítica del Merchandaising de la industria. Lo que de se aprende al principio deja mucha huella.
Personalmente mi postura es de seguir visitando a los comerciales, teniendo muy claro que vienen a venderme un producto, mirarme bien las fichas de los fármacos, los datos de los estudios qe me presentan y hacer crítica de ellos, y así tomar una decisión. Estoy seguro que a veces me engañan, pero otras descubro productos interesantes de los que desconocía su existencia. Además de que son la vía más rápido de conocer la novedades farmacéuticas. A pesar de ello no receto novedades en los primeros 2 años a no ser que sean claramente beneficiosas, espero datos de postcomercilizacion e intento no usarlos mucho en los primeros 5 años. Una vez pasado este tiempo suele haber datos independientes disponibles que valoren mejor el producto.
Aprendamos a ser médicos críticos y tengamos un mínimo de ética para no aceptar regalos, que por cierto, no se si por mi edad o por trabajar en primaria son ya casi inexistentes, excepto las inscripciones a congresos, algunos de los cuales si que considero muy interesantes (otros claramente no, y creados para vender un producto, hay que saber distinguir y no ir a hacer vacaciones pagadas)
La evolución natural con las políticas de control farmacéutico, los estándares de prescripción farmacéutica y la proliferación de blogs críticos como este están haciendo desaparecer la profesión de visitador de forma natural. Además la nueva generación de médicos ya no ha vivido la barra libre de regalos qe había antes, así que tenemos otra mentalidad respecto a la industria
Un saludo!
Enhorabuena por la entrada. Me parece fundamental que se plantee este tema. Creo que es esclarecedora la evidencia empírica que aportas, ya que a veces cuestiones como la actitud frente a la industria queda en una extraña nebulosa entre lo personal y lo profesional de la cual no solemos hacer esfuerzos por salir (¡suficiente tenemos con sacar el trabajo adelante!). El análisis de la cuestión de Kike me parece magnífico, por lo exhaustivo. Pero a veces la cosa es tan sencilla (en la formación MIR) como el simple hecho de dar ejemplo y explicar tus motivos. Por supuesto el sistema no debería abandonar su responsabilidad docente, pero estamos lejos todavía de que se reconozca el problema. Por mi parte llevé a cabo un cambio de actitud al finalizar la residencia. Desde entonces recibo una primera vez a los representantes para explicarles que no acepto gratificaciones ni invitaciones. Que el material científico lo obtengo por mis propios medios y que si necesito ampliar alguna información sobre su producto ya les llamaré. Ahora intento racionalizar los libros que acepté y los viajes en ave que me regalaron durante mi formación como una mezcla de inexperiencia y la conciencia de no estar realmente en posesión de sello para recetar. No se trata de algo trivial. Evidentemente un se da cuenta de para qué vienen y cree poder manejar sus decisiones con neutralidad, pero que una persona (y muchas veces son gente maja) te agasaje de vez en cuando acaba teniendo un efecto inevitable a nivel emocional. Esa simpatía subliminal existe, y es algo a lo que nos podemos negar. Un saludo.
Muy bien blog y escribo super informaciones differente por la tema y tu trabajo que escribiste muchas cosas todos son muy buenas y interasantes
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