algún día me gustaría hacer un libro con fotografías de los domicilios que visito, porque son un reflejo de los pacientes que veo y de cómo viven sus vidas compartidas. Santos, “vírgenes” y toreros se mezclan a partes iguales con los nietos disfr, perdón, vestidos de comunión y los recuerdos de una cabellera más tupida y una piel más lisa. Y aprovechar la visita para charlar de las esquinas rotas de la vida e intentar hacer ver que también con el médico se puede hablar de todo eso que es Salud sin ser sanidad...
Querría decirle a Antonio que eligiera el lugar de su casa rococó en el que le gustaría posar y que él se encaminara hacia el rincón donde una imagen de Camarón de la Isla está colocada por encima de la “virgen” María. Que me contara por qué es tan importante para él seguir conduciendo con 82 años, cogiendo el coche a diario, cuando nos llama para que vayamos a su casa a verle porque no puede moverse (hoy sí que no puedo moverme... las piernas hinchadas).
Que Dolores (todas las mujeres que precisan atención sanitaria se llaman “Dolores”, al menos en algún momento de sus vidas) escogiera ser inmortalizada junto a las fotos en las que sale con sus 12 nietos, procedentes de 5 hijos a-los-que-crié-yo-sola-mientras-mi-marido-pasaba-meses-y-meses-trabajando-en-Francia-…-con-el-sudor-de-mi-frente-y-la-ayuda-de-mis-vecinas. Que me dijera qué le rompió más las piernas, si la caída de la cama de hace una semana o la falta de su esposo desde hace 4 años.
Pero no, mejor haré una auditoría de los bifosfonatos que se prescriben en mi centro de salud; en mi programa docente dicen que esto último es mucho más útil.
2 comentarios:
Bolotudo, me emocionaste.
Muy bonito.
Todos nos abrimos de par en par a casi cualquiera que nos preste algo de atención en algún momento determinado. Pero si se trata del médico no digamos. Al menos en ese entorno de visitas a domicilio.
Un saludo.
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