"Otra punki, yonki y borrachuza" decía un aficionado después del primer concierto de una gira que luego fue suspendida.
"Otra punki, yonki y borrachuza", esa es la imagen que hoy tenemos de ella, la imagen que han utilizado los medios para anunciar su muerte. La de ella -hoy- y la de otros tantos músicos -ayer-, como Jimi Hendrix, Janis Joplin, Kurt Cobain o Jim Morrison, músicos que se hicieron mitos a los 27 años. Sin embargo, ¿hubieran sido tan geniales sin esa vida llena de excesos? Probablemente no. El talento innato es causa necesaria pero no suficiente para ser artista. Uno nace y se hace artista.
"Otra punki, yonki y borrachuza", que era capaz de transformar las melodías en palabras transportándonos, por un momento, a los orígenes del soul. Y es que su música no habla de princesas rescatadas y finales felices. No. Su música habla de ella (que no fue ni princesa, ni rescatada). Su música nos hace protagonistas de su propia historia.
"Otra punki, yonki y borrachuza" que mantendremos -algunxs- con vida mientras escuchemos su voz y no la olvidemos.
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