(((Tras leer este post de Bruno (compañero de fatigas universitarias y actual residente de Medicina Preventiva y Salud Pública) me sale escribir esto...)))
cualquier intervención terapéutica será aplicable sobre cualquier paciente en cualquier situación siempre y cuando el profesional que la aplique diga ante los requerimientos de explicaciones por parte de un compañero, un residente o el paciente: "es que esto va muy bien"...
...lo opuesto a lo que se comentaba en la sesión clínica sobre estadística con sentido clínico...ese "va muy bien" viene a decir "no he leído Nunca nada al respecto pero un tío de una farmacéutica (que me ha regalado un fonendo/linterna/martillo de reflejos/sonrisa seductora/.../) me ha dicho que funciona, no podría darte más datos porque simplemente los ignoro"...
...además, podría suponerse que el "esto va muy bien" es dicho por médicos que ejercen una actividad donde prima la longitudinalidad de los cuidados y revisan al paciente viendo su evolución pormenorizada... ERROR!! la frase del "va muy bien" es rápidamente aprendida desde el primer año de residencia y puede ser dicha al más puro estilo "el dexibuprofeno va muy bien para el dolor de la primera articulación metatarsofalángica"...habiendo visto la afección de esa articulación 1 vez (o ninguna) en la vida y no habiendo vuelto a ver al paciente con posterioridad...
En cambio, hay otras cosas que "van muy bien" y no nos esforzamos demasiado en hacerlas...por ejemplo, saludar al paciente cuando entra, mirarle a los ojos al hablarle*, explicar por escrito los tratamientos, sonreír, Escuchar...
*esto tiene más evidencia científica que la mayoría de los "va muy bien".
Activistas de retaguardia. Para abrir los ojos ante la (compleja) realidad sanitaria (y socioeconómica) de nuestro entorno cercano (y no tanto).
[Con intención de reactivar la economía y la marca España andamos en reformas. Disculpen si le desahuciamos, expropiamos o simplemente le jodemos. Mientras seguiremos hablando..]
25.3.10
24.3.10
Disfruta de la mejor época de tu vida
.-Disfruta de estos cuatro meses, porque no volverán a repetirse.
Afortunadamente.
Cuatro meses de apatía, de abulia, de no me hace falta ver españoles por el mundo para pensar en qué cojones hago aquí. Cuatro meses para ver que el objetivo de los últimos siete(؟) años se ha dejado atrás y ahora flotas en el aire. El triunfador(؟) académico que de pronto pertenece a la generación ni-ni.
.-Aprovéchalos al máximo.
Eso. Corre de hospital en hospital añadiendo preguntas absurdas al formulario con el que bombardeas a cada incauto residente que pasa por allí. Que si sois biologicistas, que si tenéis fibro-scan (wtf), que si libráis las guardias, que si tenéis columna (¿u os sostenéis por un sistema de andamios no cordados?), que pero-a-ver,-de-R2-cómo-cuanta-laringe-te-dejan-operar. Acumula cientos de datos para hacer amalgamas de sensaciones y llegar a paseo del prado con una lista engorrosa y entachonada donde empieza el resto de tu vida. Manifiesto mi indignación: al menos una bola de cristal tiene algo de clase, y ciertamente alguien debió advertirme de esto cuando entré.
.-Por cierto, ¿Qué número tienes?
Hártate de los que preguntan a bocajarro y de los que tantean hasta que la úvea les grita bingo cuando lo escupes, hastíate y díselo o invéntate uno que no es. Tus últimos ocho(؟) meses y tus anteriores seis(؟) años convertidos en una cifra, welcome to Dachau-riau-riau. Y ahora mírate en el espejo con desidia; si el número es bajo porque olvidas donde carajo te habías conseguido ir viendo al ampliarse el abanico en ocho dimensiones y si es alto porque gente que no conoces va a a acabar escogiendo por ti. Lo mejor, que si bien conocidos y desconocidos no preguntan otra cosa, tampoco podrías contestar si les diera por irse de originales, porque ahora mismo no tienes mucho más que aportarle al mundo. Pues eso, Dachau riau riau, clasifíquese en esa lista.
.-¿Y qué quieres hacer?
Y yo qué hostias quieres que sepa, si hace 11 meses que no veo un paciente, si ya ni me acuerdo de por qué vine aquí, si per-yódicamente pienso en viajar en el tiempo y darme una hostia cuando aquel día dije a los cinco años que quería ser médico, o en dártela a ti cuando después de selectividad echaste a cara o cruz si medicina o teleco, o en dársela a tus padres cuando te convencieron de que veterinaria no, que sólo ibas a cortarle uñas a yorkshires con olor a coño de Señoras que tienen sexo con sus yorkshires.
Qué quieres que haga si ahora lo que me apetece es hacerme instructora de buceo o montar una casa de putas en el algarve, si la medicina no es más que listas y clasificaciones y 225 preguntas que acerté o fallé; y si vaya donde vaya no paro de obtener pruebas de que la vida profesional puede resumirse en diez preguntas coroladas por un ¿volverías a coger esta plaza? (contestado en general con un ladeo de cabeza y una mirada vacía).
.-Pero, ¿qué te motiva?
Así para empezar me motiva dejar de tener esta conversación de una puta vez. Me motiva ver a mis colegas de la carrera, mayores que yo, puteados porque acaban la residencia y no les contratan, u optan a contratos de mierda, o bien se han desengañado y no quieren seguir en lo suyo y liban becas y másteres a sus treinta para ver a qué otro desengaño aspirar. Me motiva pensar que dentro de unos meses sólo hablaré de cuán jodida fue la guardia de tal día, de si voy más o menos apurado para la sesión del miércoles y en el mejor (؟) de los casos quién folló con quién en esa fiesta de residentes.
Me motiva acordarme de que una vez me interesó todo esto aunque no consigo recordar por qué.
.-Tampoco te agobies, ya verás como hagas lo que hagas te gusta.
Y si ese es el problema, y si esa sensación de inquietud son las llamas del aro por el que hace tiempo que pasamos, y si hagas lo que hagas te vas a conformar porque la elección está mal planteada, porque no tiene sentido, porque la vida no debería ser así, y la medicina tampoco (sin necesidad de catalogarla aparte), y si simplemente todo esto es una hercúlea estupidez.
Quién gana con que yo tenga que escoger entre hacer guardias de puerta o tener la remota posibilidad de ponerles hip-hop a las pro-anas en el hospital de día, quién gana haciéndome valorar si las guardias se libran o no y confiar en que la docencia cristalice ella solita entre mis dedos. Quién. ¿Yo? ¿De verdad? Que si me lo dicen me lo creo. Ah, se me olvidaba ¿y hacéis transplante?
.-Ánimo y suerte en la elección. Bueno, suerte a los demás, a ti, adrasteita, te deseamos sensatez.
Náusea, desencanto y autohumor: busco candidatos para colaborar a un ensayo clínico cuyo objetivo es distinguir qué es más lesivo, ir a coger plaza borracho o ir enamorado.
Definitivamente tenía que haber hecho filología eslava, y jugar a mileurista en Katowice, en una casa sin calefacción.
Afortunadamente.
Cuatro meses de apatía, de abulia, de no me hace falta ver españoles por el mundo para pensar en qué cojones hago aquí. Cuatro meses para ver que el objetivo de los últimos siete(؟) años se ha dejado atrás y ahora flotas en el aire. El triunfador(؟) académico que de pronto pertenece a la generación ni-ni.
.-Aprovéchalos al máximo.
Eso. Corre de hospital en hospital añadiendo preguntas absurdas al formulario con el que bombardeas a cada incauto residente que pasa por allí. Que si sois biologicistas, que si tenéis fibro-scan (wtf), que si libráis las guardias, que si tenéis columna (¿u os sostenéis por un sistema de andamios no cordados?), que pero-a-ver,-de-R2-cómo-cuanta-laringe-te-dejan-operar. Acumula cientos de datos para hacer amalgamas de sensaciones y llegar a paseo del prado con una lista engorrosa y entachonada donde empieza el resto de tu vida. Manifiesto mi indignación: al menos una bola de cristal tiene algo de clase, y ciertamente alguien debió advertirme de esto cuando entré.
.-Por cierto, ¿Qué número tienes?
Hártate de los que preguntan a bocajarro y de los que tantean hasta que la úvea les grita bingo cuando lo escupes, hastíate y díselo o invéntate uno que no es. Tus últimos ocho(؟) meses y tus anteriores seis(؟) años convertidos en una cifra, welcome to Dachau-riau-riau. Y ahora mírate en el espejo con desidia; si el número es bajo porque olvidas donde carajo te habías conseguido ir viendo al ampliarse el abanico en ocho dimensiones y si es alto porque gente que no conoces va a a acabar escogiendo por ti. Lo mejor, que si bien conocidos y desconocidos no preguntan otra cosa, tampoco podrías contestar si les diera por irse de originales, porque ahora mismo no tienes mucho más que aportarle al mundo. Pues eso, Dachau riau riau, clasifíquese en esa lista.
.-¿Y qué quieres hacer?
Y yo qué hostias quieres que sepa, si hace 11 meses que no veo un paciente, si ya ni me acuerdo de por qué vine aquí, si per-yódicamente pienso en viajar en el tiempo y darme una hostia cuando aquel día dije a los cinco años que quería ser médico, o en dártela a ti cuando después de selectividad echaste a cara o cruz si medicina o teleco, o en dársela a tus padres cuando te convencieron de que veterinaria no, que sólo ibas a cortarle uñas a yorkshires con olor a coño de Señoras que tienen sexo con sus yorkshires.
Qué quieres que haga si ahora lo que me apetece es hacerme instructora de buceo o montar una casa de putas en el algarve, si la medicina no es más que listas y clasificaciones y 225 preguntas que acerté o fallé; y si vaya donde vaya no paro de obtener pruebas de que la vida profesional puede resumirse en diez preguntas coroladas por un ¿volverías a coger esta plaza? (contestado en general con un ladeo de cabeza y una mirada vacía).
.-Pero, ¿qué te motiva?
Así para empezar me motiva dejar de tener esta conversación de una puta vez. Me motiva ver a mis colegas de la carrera, mayores que yo, puteados porque acaban la residencia y no les contratan, u optan a contratos de mierda, o bien se han desengañado y no quieren seguir en lo suyo y liban becas y másteres a sus treinta para ver a qué otro desengaño aspirar. Me motiva pensar que dentro de unos meses sólo hablaré de cuán jodida fue la guardia de tal día, de si voy más o menos apurado para la sesión del miércoles y en el mejor (؟) de los casos quién folló con quién en esa fiesta de residentes.
Me motiva acordarme de que una vez me interesó todo esto aunque no consigo recordar por qué.
.-Tampoco te agobies, ya verás como hagas lo que hagas te gusta.
Y si ese es el problema, y si esa sensación de inquietud son las llamas del aro por el que hace tiempo que pasamos, y si hagas lo que hagas te vas a conformar porque la elección está mal planteada, porque no tiene sentido, porque la vida no debería ser así, y la medicina tampoco (sin necesidad de catalogarla aparte), y si simplemente todo esto es una hercúlea estupidez.
Quién gana con que yo tenga que escoger entre hacer guardias de puerta o tener la remota posibilidad de ponerles hip-hop a las pro-anas en el hospital de día, quién gana haciéndome valorar si las guardias se libran o no y confiar en que la docencia cristalice ella solita entre mis dedos. Quién. ¿Yo? ¿De verdad? Que si me lo dicen me lo creo. Ah, se me olvidaba ¿y hacéis transplante?
.-Ánimo y suerte en la elección. Bueno, suerte a los demás, a ti, adrasteita, te deseamos sensatez.
Náusea, desencanto y autohumor: busco candidatos para colaborar a un ensayo clínico cuyo objetivo es distinguir qué es más lesivo, ir a coger plaza borracho o ir enamorado.
Definitivamente tenía que haber hecho filología eslava, y jugar a mileurista en Katowice, en una casa sin calefacción.
23.3.10
¿a contracorriente?
(((o de cómo un residente de segundo año se queda impactado al ver cómo muchos de sus compañeros - adscritos a otros hospitales, afortunadamente - conciben la medicina de familia como un trabajo de secretariado y repiten como si fueran propios los argumentos mil veces usados por sus tutores afectos de "burn-out")))
Lugar: Unidad Docente de Medicina Familiar y Comunitaria Sevilla.
Acto: Curso sobre atención sanitaria al paciente inmigrante.
Pongamos que estamos en un curso en el que se habla largo y tendido sobre el "Síndrome de Ulises", el docente lanza al aire una pregunta:
- ¿Qué haríais con un paciente que llega a vuestra consulta con un cuadro como el del paciente del caso clínico? (cefalea, insomnio y multitud de síntomas encuadrables en el síndrome de Ulises).
Ante esta pregunta un sector inusitadamente amplio del grupo de alumnos (todos MIR de 2º año de Medicina Familiar y Comunitaria) comienzan a defender que "en 5 minutos no hay tiempo para nada", "yo le daría un analgésico y un tranquilizante y ya está, no puedo más que tratar el síntoma que tenga", "a mi me gustaría hacer más, pero con el poco tiempo de consulta no voy a ponerme a preguntarle que de donde viene o qué otras cosas se le pasan por la cabeza"... incluso hay quien dice "es que si tratamos correctamente a ese paciente tendríamos que hacerlo también con otra gente en estado de problemática social".
Tenemos 2 opciones:
1. Llorar.
2. Alegrarnos de la gente que reivindicó la Medicina Familiar y Comunitaria como el lugar idóneo para el abordaje de este tipo de pacientes, con longitudinalidad (cada consulta no es un empezar de cero), abarcando más allá del puro aspecto orgánico y acudiendo a hacer una exploración completa en el ámbito de lo psico y de lo social. Alegrarnos por la Confianza de que esa gente será la que lleve la voz y la iniciativa de la Medicina Familiar y Comuntiaria en un futuro cercano... y además, podemos dar idea de algunos lugares de los que sacar 20 minutillos para atender a algún paciente de este tipo a diario:
- No recibir visitadores farmacéuticos, de tal modo que ganaremos en torno a 15 minutos diarios (como mínimo).
- No pedir analíticas sin justificación o, si se insiste en pedirlas, dar los resultados por teléfono si hubiera algo reseñable.
- No revisar a personas sanas (la TA no tiene por qué tomarse una vez al mes, y además no tiene por qué tomarse en la consulta del médico).
- No convertirse en una máquina expendedora de bajas; revisar cada incapacidad laboral y plantear planes conjuntamente con el paciente para favorecer la incorporación la trabajo (de forma terapéutica en la mayoría de los casos). La baja como herramienta terapéutica, no como elemento de evitar conflictos médico-paciente.
- Usar un número de fármacos que conozca a la perfección, para no tener que emplear tiempo cada dos por tres en revisar posibles interacciones, efectos adversos o pautas de inicio/retirada.
- Explicar a los pacientes la evolución esperada de los procesos patológicos, evitando que reconsulten por algo que evoluciona correctamente. El paciente informado utiliza los recursos de forma más adecuada.
...
...
Ahora habrá quien diga que la gente tal o la gente cual...yo simplemente croe que hay pacientes y situaciones ante las cuales no valen excusas y que en esos casos hay que ejercer de Médico de Familia y Comunidad...sin matices...
Como complemento dejo aquí el enlace a un texto de Juan Gérvas, Mercedes Pérez y Blanca Gutiérrez sobre las Consultas Sagradas...que al fin y al cabo es de lo que estamos hablando...
Lugar: Unidad Docente de Medicina Familiar y Comunitaria Sevilla.
Acto: Curso sobre atención sanitaria al paciente inmigrante.
Pongamos que estamos en un curso en el que se habla largo y tendido sobre el "Síndrome de Ulises", el docente lanza al aire una pregunta:
- ¿Qué haríais con un paciente que llega a vuestra consulta con un cuadro como el del paciente del caso clínico? (cefalea, insomnio y multitud de síntomas encuadrables en el síndrome de Ulises).
Ante esta pregunta un sector inusitadamente amplio del grupo de alumnos (todos MIR de 2º año de Medicina Familiar y Comunitaria) comienzan a defender que "en 5 minutos no hay tiempo para nada", "yo le daría un analgésico y un tranquilizante y ya está, no puedo más que tratar el síntoma que tenga", "a mi me gustaría hacer más, pero con el poco tiempo de consulta no voy a ponerme a preguntarle que de donde viene o qué otras cosas se le pasan por la cabeza"... incluso hay quien dice "es que si tratamos correctamente a ese paciente tendríamos que hacerlo también con otra gente en estado de problemática social".
Tenemos 2 opciones:
1. Llorar.
2. Alegrarnos de la gente que reivindicó la Medicina Familiar y Comunitaria como el lugar idóneo para el abordaje de este tipo de pacientes, con longitudinalidad (cada consulta no es un empezar de cero), abarcando más allá del puro aspecto orgánico y acudiendo a hacer una exploración completa en el ámbito de lo psico y de lo social. Alegrarnos por la Confianza de que esa gente será la que lleve la voz y la iniciativa de la Medicina Familiar y Comuntiaria en un futuro cercano... y además, podemos dar idea de algunos lugares de los que sacar 20 minutillos para atender a algún paciente de este tipo a diario:
- No recibir visitadores farmacéuticos, de tal modo que ganaremos en torno a 15 minutos diarios (como mínimo).
- No pedir analíticas sin justificación o, si se insiste en pedirlas, dar los resultados por teléfono si hubiera algo reseñable.
- No revisar a personas sanas (la TA no tiene por qué tomarse una vez al mes, y además no tiene por qué tomarse en la consulta del médico).
- No convertirse en una máquina expendedora de bajas; revisar cada incapacidad laboral y plantear planes conjuntamente con el paciente para favorecer la incorporación la trabajo (de forma terapéutica en la mayoría de los casos). La baja como herramienta terapéutica, no como elemento de evitar conflictos médico-paciente.
- Usar un número de fármacos que conozca a la perfección, para no tener que emplear tiempo cada dos por tres en revisar posibles interacciones, efectos adversos o pautas de inicio/retirada.
- Explicar a los pacientes la evolución esperada de los procesos patológicos, evitando que reconsulten por algo que evoluciona correctamente. El paciente informado utiliza los recursos de forma más adecuada.
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Ahora habrá quien diga que la gente tal o la gente cual...yo simplemente croe que hay pacientes y situaciones ante las cuales no valen excusas y que en esos casos hay que ejercer de Médico de Familia y Comunidad...sin matices...
Como complemento dejo aquí el enlace a un texto de Juan Gérvas, Mercedes Pérez y Blanca Gutiérrez sobre las Consultas Sagradas...que al fin y al cabo es de lo que estamos hablando...
18.3.10
Estadística con sentido clínico: un instrumento social y comunitario
Ayer di una sesión clínica en el hospital sobre "Estadística con sentido clínico"... tema a priori difícil de transmitir, pero al final parece que fue bien... aquí dejo la presentación a libre disposición de todo el mundo...
Estadística Con Sentido Clinico
Estadística Con Sentido Clinico
10.3.10
El año malo del residente de familia
Si has cogido Medicina Familiar y Comunitaria porque lo que te gusta es el trabajo de Centro de Salud, lo más cercano posible a la medicina generalista y al paciente en su hábitat, su entorno, su casa, su familia, su barrio... si eso es así, hay una época especialmente dura durante la residencia...el segundo año de residencia...
Después de los primeros 6 meses de estancia en el centro de salud (un acierto comenzar por ahí, desde mi punto de vista) comienza la estancia de 2 años en el hospital. Yo comencé con 6 meses en una unidad de pacientes pluripatológicos y después a medicina interna hasta que comencé el 2º año de residencia y comenzó el vagar de un servicio a otro con rotaciones dispares (Gran rotación de Salud Mental, así como también Buenísima la de endocrino, por ejemplo)...
En mi caso, el problema de este periplo hospitalario por las diferentes subespecialidades no es que me traten mejor o peor, que me den más o menos responsabilidades, que me integren o excluyan en el funcionamiento de sus servicios. Mi problema es que soy incapaz de dedicarle X meses a estudiar/pensar/hablar sólo de X especialidad, que me cuesta decir "esto no es de lo nuestro" y ponerle la hoja de consulta a otro médico de otra especialidad, que los abordajes parciales me hastían y me parecen eso mismo, parciales, de una parcialidad que mata (figuradamente y de verdad)...
en 8 meses (+ el de vacaciones de verano) estaré de nuevo en el centro de salud... mientras tanto tocará seguir aprendiendo y currando... siempre quedará la blogosfera como reducto de familiólogos que acompañan en el camino...
Después de los primeros 6 meses de estancia en el centro de salud (un acierto comenzar por ahí, desde mi punto de vista) comienza la estancia de 2 años en el hospital. Yo comencé con 6 meses en una unidad de pacientes pluripatológicos y después a medicina interna hasta que comencé el 2º año de residencia y comenzó el vagar de un servicio a otro con rotaciones dispares (Gran rotación de Salud Mental, así como también Buenísima la de endocrino, por ejemplo)...
En mi caso, el problema de este periplo hospitalario por las diferentes subespecialidades no es que me traten mejor o peor, que me den más o menos responsabilidades, que me integren o excluyan en el funcionamiento de sus servicios. Mi problema es que soy incapaz de dedicarle X meses a estudiar/pensar/hablar sólo de X especialidad, que me cuesta decir "esto no es de lo nuestro" y ponerle la hoja de consulta a otro médico de otra especialidad, que los abordajes parciales me hastían y me parecen eso mismo, parciales, de una parcialidad que mata (figuradamente y de verdad)...
en 8 meses (+ el de vacaciones de verano) estaré de nuevo en el centro de salud... mientras tanto tocará seguir aprendiendo y currando... siempre quedará la blogosfera como reducto de familiólogos que acompañan en el camino...
Predicando en el desierto
Uno se da cuenta de que está "pinchando en hueso" acerca de su interés en incidir en la necesidad de llevar una práctica médica basada en las pruebas científicas (ciencia, no sólo experiencia) cuando escucha a un médico adjunto decir "a mi que se dejen de estudios; cuando me demuestren las cosas de verdad, y no con estudios, cambiaré mi forma de actuar"
Desconozco qué quiere decir en este caso "demostrar las cosas de verdad"... si bien es cierto que detrás de las publicaciones científicas se esconden muchos sesgos e intereses, la práctica diaria no es en absoluto más representativa de la realidad general...
...en fin, que diría un Grande...
Desconozco qué quiere decir en este caso "demostrar las cosas de verdad"... si bien es cierto que detrás de las publicaciones científicas se esconden muchos sesgos e intereses, la práctica diaria no es en absoluto más representativa de la realidad general...
...en fin, que diría un Grande...
9.3.10
Yatrogenia no tan obvia
"Curado ayer de mi enfermedad, fallecí anoche de mi médico." Epitafio de Matthew Prior
En múltiples ocasiones hemos hablado aquí de la capacidad de la medicina (y cuanto más tecnificada más presenta parece que tenemos que tener esto para no cegarnos de modernidad) de generar enfermos e incapacitarlos por ello.
Leo en elmundo.es vía menéame (porque motu proprio no llego a leer elmundo) que a Labordeta (el político aragonés, cantante y protagonista del programa de televisión "un país en la mochila") le han diagnosticado un cáncer de próstata... y el titular que ilustra la noticia es "He aprendido que el PSA no es sólo el Partido Socialista de Aragón"... al leer "PSA" saltan las alarmas.
Ahondando en el artículo se puede leer que Labordeta fue por un dolor de cuello al médico de cabecera y éste decidió pedirle una "analítica general" en la que incluyó el tan renombrado PSA (Antígeno Específico Prostático), sin aparentemente informarle al respecto y pedirle consentimiento previo (como aconsejan la gran mayoría de las guías al respecto). El PSA salió alto y de ahí se llegó tras algunas pruebas al diagnóstico de cáncer de próstata. Le dijeron que no había posibilidad de operarlo y entonces le dieron quimioterapia y radioterapia. Como efecto secundario de la quimioterapia le bajaron las defensas y desarrolló una neumonía que requirió que pasara unos días ingresado en el hospital.
Como se puede ver en diversos lugares, la medición sistemática u oportunista del PSA no tiene base científica y parece hacer más daño que bien. Finalmente, lo más probable es que Labordeta (y cualquiera que se halle en su situación) acabe falleciendo de otra cosa distinta al cáncer de próstata (leer aquí) y con el diagnóstico no habremos conseguido alargar su vida, simplemente le habremos hecho vivir durante más tiempo sabiendo que tiene un cáncer, con la espada de Damocles sobre su cabeza...
...así es la medicina a veces, todo avances.
En múltiples ocasiones hemos hablado aquí de la capacidad de la medicina (y cuanto más tecnificada más presenta parece que tenemos que tener esto para no cegarnos de modernidad) de generar enfermos e incapacitarlos por ello.
Leo en elmundo.es vía menéame (porque motu proprio no llego a leer elmundo) que a Labordeta (el político aragonés, cantante y protagonista del programa de televisión "un país en la mochila") le han diagnosticado un cáncer de próstata... y el titular que ilustra la noticia es "He aprendido que el PSA no es sólo el Partido Socialista de Aragón"... al leer "PSA" saltan las alarmas.
Ahondando en el artículo se puede leer que Labordeta fue por un dolor de cuello al médico de cabecera y éste decidió pedirle una "analítica general" en la que incluyó el tan renombrado PSA (Antígeno Específico Prostático), sin aparentemente informarle al respecto y pedirle consentimiento previo (como aconsejan la gran mayoría de las guías al respecto). El PSA salió alto y de ahí se llegó tras algunas pruebas al diagnóstico de cáncer de próstata. Le dijeron que no había posibilidad de operarlo y entonces le dieron quimioterapia y radioterapia. Como efecto secundario de la quimioterapia le bajaron las defensas y desarrolló una neumonía que requirió que pasara unos días ingresado en el hospital.
Como se puede ver en diversos lugares, la medición sistemática u oportunista del PSA no tiene base científica y parece hacer más daño que bien. Finalmente, lo más probable es que Labordeta (y cualquiera que se halle en su situación) acabe falleciendo de otra cosa distinta al cáncer de próstata (leer aquí) y con el diagnóstico no habremos conseguido alargar su vida, simplemente le habremos hecho vivir durante más tiempo sabiendo que tiene un cáncer, con la espada de Damocles sobre su cabeza...
...así es la medicina a veces, todo avances.
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