[Con intención de reactivar la economía y la marca España andamos en reformas. Disculpen si le desahuciamos, expropiamos o simplemente le jodemos. Mientras seguiremos hablando..]
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31.5.14

Estatinas: hasta que la muerte nos separe.

Yo, Antonio, te quiero a ti, atorvastatina, como esposa y me entrego a tu, y prometo serte fiel en las alegrías y las penas, en la salud y la enfermedad, todos los días de mi vida, hasta que la muerte nos separe.
Muchas personas, cuando un médico les receta un medicamento, piensan que éste será "para toda la vida".
Muchos médicos, cuando recetan un medicamento al paciente, piensan que éste será "para toda la vida".

Por ello de vez en cuando tienen que salir artículos como éste que comentan en el blog de JAMA.


"El uso de estatinas puede interrumpirse cuando existe una enfermedad terminal, afirma un estudio".

Parece una cosa obvia que cuando la expectativa de vida es muy corta no tiene sentido tomar medicamentos que no van encaminados a curar, sino a prevenir una hipotética enfermedad en una vida que no va a existir. Sin embargo, muchos médicos siguen recetando hasta la (pretendida) eternidad estos medicamentos "por si acaso".

El "por si acaso" igual vale para mantener los fármacos para la osteoporosis en una paciente de 90 años encamada y con demencia que para tomar homeopatía como coadyuvante de un cáncer de pulmón. "Por si acaso le vamos a hacer un TAC/RM/Imposición-de-manos/analítica-de-todo/..."

En el caso de las estatinas (fármacos para bajar las cifras de colesterol) y las personas que se encuentran en los últimos momentos de su vida la situación es más llamativa. No solo no tenemos claro que estos medicamentos tengan alguna utilidad en ancianos (Zoungas 2014), sino que además sabemos que el papel de la hipercolesterolemia en la aparición de ictus en ancianos es muy discreta (Byatt 2014); para colmo, las estatinas son consumidas por un notable porcentaje de ancianos en situación de corta (muy corta) esperanza de vida (Un 19.4% de los pacientes incluidos en el estudio de Barceló 2013).

En el año 2013 se publicó un boletin INFAC llamado "No hay medicamentos 'para toda la vida'". No hay que esperar a una situación de enfermedad terminal para replantearnos qué medicamentos no son necesarios para el paciente y le aportan menos de lo que le perjudican.

Las frases como "este medicamento es para toda la vida" forman parte del lenguaje mesiánico de la medicina heroica que se atribuye las vidas salvadas, resucitaciones logradas y otro tipo de vueltas lingüísticas para hacernos pasar de la medicina de cabecera a la medicina de altar y púlpito. La próxima vez que salga un artículo como éste comentado en alguna revista de gran impacto en vez de sorprendernos y decir "ya te lo decía yo" ojalá la reacción generalizada sea "pues claro, eso ya lo llevamos haciendo mis pacientes y yo mucho tiempo".

12.5.14

Deprescripción prudente y autonomía con poder de veto.



Alguna vez hemos hablado en algún texto de la reinversión en salud como la otra cara de la misma moneda de los procesos de financiación de prestaciones. Recientemente se ha publicado un texto (1) que analiza la deprescripción ("proceso de desmontaje de la prescripción de medicamentos por medio de su análisis, mostrando y tratando de resolver sus contradicciones y ambigüedades") como la otra cara de la moneda de la prescripción, dibujando el marco ético que debe regir ambos procesos.

Extraemos los siguientes párrafos de las conclusiones:

Se  han  realizado  estudios  de  deprescripción  muy  variados, implicando  a  médicos de familia  y/o farmacéuticos  y/o  enfermería, y  con  resultados  también  variables,  si bien en  su  mayoría  se demuestra que  son  efectivos:  se  logra  deprescripción  de medicamentos  con  reducción  de  costes, hospitalizaciones,  caídas,  efectos adversos medicamentosos  y  mortalidad.  Esto  permite  concluir  que la deprescripción  es posible (justicia),  puede  atraer  beneficios  para la  salud  (beneficente)  y  es  segura (no maleficente).

Sin  embargo,  es  poco  prudente  la  deprescripción  sin  deliberación,  sin  tener  en cuenta  las preferencias  del  paciente.  La autonomía  del  paciente  es  el  poder  de veto que  debe  modificar las prioridades  de  deprescripción  definidas  por  los  otros 3 principios  (justicia,  no  maleficencia  y beneficencia).  De  no  ser así,  se  corre  el riesgo  de  que  el  paciente  interprete  el  proceso  de prescripción/deprescripción  de manera  distante,  pasiva,  desconfiada,  como  un  problema  burocrático, de  reducción de  costes  o  de enfrentamiento  interniveles.

Especialmente interesante nos parece la frase de "la autonomía del paciente es el poder de veto", máxime en un contexto en el que toda medida decrecentista es tomada como estrategia de recorte de prestaciones. No se puede predicar la necesidad de un cambio de foco en la asistencia sanitaria reproduciendo los mecanismos medicocéntricos de la prescripción farmacológica estándar, así como no podemos seguir defendiendo un modelo de "enfoque centrado en el paciente" que realmente quiere decir "enfoque centrado en el paciente que se centra en mi enfoque", colocando al paciente en el centro, pero no en el sujeto.

Tal vez la manera de conseguir que los "enfoques centrados en el paciente" sean reales pasa por lograr que la participación social en salud logre conjugar los elementos micro de la consulta con los elementos macro de la participación en la organización de los servicios de salud y los sistemas sanitarios... mientras tanto seguiremos celebrando abordajes que introduzcan marcos éticos en la práctica clínica habitual.


(1) Hortal J, Aguilar I, Parrilla F. Un modelo de desprescripción prudente. Med Clin 2014;143(10): doi:10.1016/j.medcli.2014.02.026