[Con intención de reactivar la economía y la marca España andamos en reformas. Disculpen si le desahuciamos, expropiamos o simplemente le jodemos. Mientras seguiremos hablando..]
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15.2.16

Personas sin hogar: aportando datos sobre personas invisibles.

(Texto de Sebas Tornero, pediatra y MIR de Medicina Preventiva y Salud Pública)


 “Sin nuestra pieza, el puzle no va a estar completo. La sociedad está hecha de unas cuantas piezas. Si yo compro un puzle, cuando descubro que me falta una pieza, ese puzle ya no me sirve. Ese puzle debe completarse.”
 Luis (Persona sin hogar en Madrid) 

Algo que parece tan obvio como lo que dice Luis, pasa a segundo plano cuando esa pieza es una persona que no tiene hogar. No tener hogar es una situación que engloba no tener techo, tenerlo sin que lo que cubra sea un hogar o bien tener un hogar que sea inadecuado o inseguro. Aunque parezca algo propio de otra especie, cualquier persona puede perder su hogar. Más aún en el contexto de crisis económica que tantos desahucios está provocando ante la insensible mirada de nuestros dirigentes políticos.

Según la encuesta del INE 2012, en España había 22.938 personas sin hogar. Sin embargo, las ONGs que trabajan con estas personas afirman que el número asciende a más de 40.000. La cifra oficial supone que 5 de cada 10.000 habitantes en España no tenían hogar en 2012, una proporción mucho menor a la que declaran países como Francia, EEUU o Canadá. 

Las personas sin hogar enferman más y mueren hasta 30 años antes que las que tienen hogar. Numerosos estudios realizados en otros países describen el predominio de las enfermedades mentales, infecciosas y traumáticas o por agresiones en las personas sin hogar. Sin embargo, en España no existen tantos estudios dedicados a la investigación del efecto de la carencia de hogar sobre la salud de las personas.

Como sanitario, me preguntaba cuál sería ese efecto en mi ciudad. Y, desgraciadamente, no me sorprendí al comprobar que los ingresos de las personas sin hogar en los dos hospitales principales de Sevilla durante los años 2013 y 2014 (n=163) fueron a edades más tempranas que los de las personas con hogar (media= 48 años), mayoritariamente de hombres (76,5%) y con carácter urgente en un 92%. Los motivos principales de ingreso fueron por enfermedades mentales (27,0%), infecciosas (19,6%) y respiratorias (18,4%). La estancia media fue 4,8 días mayor en la personas sin hogar y el 10% se marchó de alta voluntaria o se fugó.

Otros resultados de este estudio que manifiestan las diferencias de morbilidades en función del tener o no hogar son: la elevada prevalencia de enfermedad mental como comorbilidad (83,7%), la mayor probabilidad de tener ideas suicidas (11,7 veces más que las personas con hogar) e infecciones como tuberculosis (39,8 veces más), hepatitis B y C (6,7 y 6,9 veces más respectivamente), anemia (2,5 veces más) o desnutrición (16,8 veces más). 

 Por último, es de destacar que los pacientes sin hogar que fallecieron en los dos hospitales lo hicieron siendo 23 años más jóvenes que los pacientes con hogar. 

Los resultados de este estudio demuestran que la mayor necesidad de atención hospitalaria de las personas sin hogar, a edades más tempranas y con un marcado carácter de urgencia, así como su mortalidad precoz, es la expresión del deterioro extremo del estado de salud que se produce por la falta de vivienda. Si bien, como sanitarios, no es nuestra obligación luchar contra las causas de la desigualdad extrema que padecen estas personas, si es competencia nuestra reconocer a los pacientes que padecen esta situación, proporcionarles un trato profesional y digno, y contribuir mediante la investigación, a sensibilizar tanto a la comunidad científica como ciudadana sobre su situación.

Las personas sin hogar tienden a ser invisibles a nuestros ojos... en nuestros parques, bancos, aceras,... Hagamos que no lo sean también en nuestras salas de espera. Mirémosles también con el corazón (Antoine de Saint-Exupéry). El estudio al que se refieren los resultados puede descargarse en este enlace: Hospitalizaciones de PSH en Sevilla 

13.2.14

El derecho a la vivienda, el derecho a la salud.

[Texto escrito por Vicky López, compañera médica de familia y salubrista-es-proceso]

Hace unos días la PAH denunciaba que desde Enero las órdenes de desahucio no llevan ni fecha ni hora. El Consejo General de la Abogacía señala que el juez no tiene obligación de dar esa información en los procesos que van por vía penal, es decir, aquellos casos de “ocupaciones ilícitas” en palabras del gobierno o “recuperaciones” en palabras de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH).
Las políticas públicas de vivienda deberían estar encaminadas a garantizar el acceso a la vivienda de los ciudadanos. No sólo esto no es así, sino que además cuando la ciudadanía se organiza y articula respuestas por medio de las plataformas, el gobierno vuelve a lanzar políticas que intentan desarticularlas.
Ante esta situación, nos surgen algunas preguntas: ¿es la vivienda un derecho real? ¿qué podemos hacer ante esta violación sistemática de los derechos humanos? ¿podemos relacionar la consecución de derechos con nuestro estado de salud?
Vivienda y salud

Hay muchos estudios que relacionan las condiciones de la vivienda y con la salud. Según el informe “Vivienda y salud”, presentado en 2003 por la British Medical Association (BMA), "la vivienda digna es un primer requisito para la salud"

Además, en una revisión bibliográfica sobre investigaciones que relacionan infravivienda y salud, se afirma que existen indicios suficientes para argumentar que las condiciones de la vivienda son importantes para la salud física y mental de la población, y que las políticas dirigidas a garantizar unas adecuadas condiciones de vivienda tendrán un efecto positivo en la salud[1]

Pero más allá de las evidencias que afirman que esta relación, debemos buscar las repercusiones que está teniendo en la salud la actual política de vivienda y el fenómeno de los desahucios.  Hacia finales de 2012, según la PAH el número de desahucios llegaría a los 171.110 desde el comienzo de la crisis en julio de 2008. Según el Banco de España los desahucios subieron en 2013 en relación a 2013. En los 6 primeros meses de 2013 hubo 19.567 desahucios, casi tantos como en todo 2012, año en el que hubo 23.774.  Personas de todas las edades se han visto en la calle por créditos hipotecarios que no podían asumir. Es fácil vislumbrar las consecuencias fatales que tiene esto para la salud mental y física de los/as afectados/as.

Dado que el fenómeno de los desahucios es relativamente nuevo, al menos con estas dimensiones,  es difícil aún cuantificar las consecuencias que tendrá para la salud. Sin embargo, ya hay estudios que permiten entrever lo que está ocurriendo. En un estudio publicado en el European Journal of Public Health en 2013 se observa que independientemente  de los riesgos observados por la situación de desemple , exite un riesgo dos veces mayor de depresión mayor asociada con dificultades de pago de la hipoteca ( OR = 2,12 , P < 0,001 ) y  de casi 3 veces más con los desalojos ( OR = 2.95 , P < 0,001 ) . De manera que alrededor de un tercio del riesgo general en la asistencia de la población que consulta por trastornos de salud mental podría ser atribuido a los riesgos combinados de las dificultades de desempleo de los hogares y de pago de hipoteca.[2]

El Derecho a la vivienda

Párrafo 1 del Artículo 25 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos

“Toda persona tiene derecho a un nivel de vida adecuado que le asegure, así como a su familia, la salud y el bienestar, y en especial la alimentación, el vestido, la vivienda, la asistencia médica y los servicios sociales necesarios; tiene asimismo derecho a los seguros en caso de desempleo, enfermedad, invalidez, viudez, vejez y otros casos de pérdida de sus medios de subsistencia por circunstancias independientes de su voluntad."

Además de esto, el Pacto de Derechos Económicos, Sociales y Culturales que ha sido ratificado por 108 estados, entre ellos España, contiene el que quizás sea el fundamento más importante del derecho a la vivienda enunciado en todos los principios jurídicos que integran las normas internacionales sobre derechos humanos, ya que en este se reconoce el papel del Estado como garante de este derecho.

Párrafo 1 del artículo 11 del Pacto de Derechos Económicos, Sociales y Culturales

"Los Estados Partes en el presente Pacto reconocen el derecho de toda persona a un nivel de vida adecuado para sí y su familia, incluso alimentación, vestido y vivienda adecuados, y a una mejora continua de las condiciones de existencia. Los Estados Partes tomarán medidas apropiadas para asegurar la efectividad de este derecho, reconociendo a este efecto la importancia esencial de la cooperación internacional fundada en el libre consentimiento."

En particular en la Observación General Nº 4 del Comité de Derechos Económicos, Sociales y Culturales sobre el derecho a una vivienda adecuada se define este derecho como integrado por diversos aspectos concretos, entre ellos van a estar la seguridad jurídica, gastos de vivienda soportables o la disponibilidad de servicios básicos.

Los desahucios son una negación absoluta al reconocimiento de este derecho por parte del estado. El 14 de marzo de 2013 el Tribunal de Justicia de la Unión Europea (TJUE) dictaminó que las leyes españolas sobre desahucios no garantizaba a los ciudadanos una protección suficiente frente a cláusulas abusivas en las hipotecas y vulnera, por tanto, la normativa comunitaria. En mayo de 2013, un dictamen firmado por el Presidente del Banco Central Europeo, Mario Draghi, indicaba que la ejecución hipotecaria debía considerarse “el último recurso” considerando insuficientes las medidas adoptadas por el gobierno español.
Pero, ¿qué podemos hacer si este derecho no es protegido por las políticas públicas?
La lucha por la vivienda, la lucha por la salud

En contexto actual, en el que el derecho a la vivienda se ha convertido en una utopía, la salud se torna borrosa. Si aludimos a los condicionantes socioeconómicos de la salud encontramos que la vivienda es un elemento fundamental para el desarrollo de una vida saludable.

Según la Teoría Crítica de los Derechos Humanos, los derechos humanos son productos socio- históricos fraguados a partir de luchas sociales y de conquistas del pueblo en la lucha por una vida digna. Asumir unos derechos como naturales o universales, supondría robarles la significación y aceptar que no podemos hacer nada por alcanzar lo que el Estado no nos da.

Por lo tanto, hoy día,  luchas como la de Stop Desahucios o la de las Corralas no hacen otra cosa que lanzar a la calle lo que siempre ha estado en un papel. Hoy, la ciudadanía construye derechos a partir de la lucha social, construye salud a partir de plataformas ciudadanas (buena prueba de ello es el estudio realizado por la médica de familia y antropóloga médica Elena Ruiz Peralta «Desahuciar, desalojar, ejecutar. Cuando la política callejera se convierte en medicina»[3]). 


Así pues, podremos hablar de estas luchas como focos de salutogénesis, que llevan la estrategia de “Salud en todas las políticas” a la calle, en la que la salud se convierte en un eje transversal al realizar acciones políticas con impacto positivo en salud, ya sea por hacer de la unión ciudadana un activo en salud o por intentar conquistar un derecho que les fue arrebatado.





[1]  Water, AM. Do housing conditions impact on health inequalities between Australian’s rich and poor? Australian Housing and Urban Research Institute; Sydney. 2001
[2] Gili. M.; Roca. M.; Basu S.; McKee M.; Stuckler D. The mental health risks of economic crisis in Spain: evidence from primary care centres, 2006 and 2010 Eur. Journal of P. Health; 2013