[Con intención de reactivar la economía y la marca España andamos en reformas. Disculpen si le desahuciamos, expropiamos o simplemente le jodemos. Mientras seguiremos hablando..]
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22.3.16

Debajo de los panfletos sobre (no/sí) vacunación está la playa.


"Yo sé que tú estás de mi lado", me dijo una vez un inmunólogo mientras charlábamos sobre políticas de vacunación. No estuve de acuerdo, pero solo porque no me sentía cómoda con eso que él presentaba como una confrontación entre partes. El debate sobre la vacunación tiende a describirse con lo que la filósofa de ciencia Donna Haraway llamaría "dualismos preocupantes".

En su libro "Inmunidad", Eula Biss trata de saltar por encima del dualismo preocupante que aparece en el debate público sobre políticas de vacunación para tratar de divulgar en dos sentidos que, en nuestra opinión, resultan fundamentales para orientar las políticas en materia de vacunación hacia un lugar más cercano al entendimiento que al combate: la divulgación de la epistemología detrás del método científico y la presentación de los beneficios y riesgos de las vacunas de ayer, hoy y mañana, y por otro lado la exposición de cuáles son algunos de los ejes discursivos por los que transita el pensamiento de algunas personas que dudan acerca de si vacunar o no a sus hijos e hijas, si vacunarlos de todas las vacunas disponibles, si hacerlo según marca el calendario vacunal...

En esta línea de tratar de entender qué discursos llevan a algunas personas a no querer vacunar a sus hijxs (o al menos a dudar acerca de la idoneidad de dicha acción) es en la que se centra el estudio que junto con alguns compañerxs echaremos a andar, llamado "La no vacunación como punto de encuentro: analizando discursos para tender puentes"; dentro de la introducción del protocolo de investigación de este proyecto se puede leer lo siguiente:

Los distintos marcos de ética de salud pública propuestos en los últimos quince años subrayan los valores del respeto a la autonomía, la generación de confianza, la transparencia y la participación comunitaria en la toma de decisiones. No es razonable ni deseable hacer todos los argumentos simétricos pero sí lo es dar cabida proporcional a todas las voces implicadas. Una intervención de salud pública dirigida a una amplia población sana, menor de edad, debe tener también un amplio consenso social y ser sensible a las opiniones contrarias. Es una obligación moral hacer acopio de esa expresión de la autonomía individual expresada como "el mayor beneficio del/la menor" confrontada, o más bien entretejida, con el bien común.

Es ahí donde, probablemente, se encuentre el punto principal de conflicto en el diseño de las políticas de vacunación, ese aparente compromiso (en ocasiones) entre autonomía y derechos colectivos. Cuando estos dos conceptos se enfrentan siempre suele asociarse la autonomía al individualismo y el ejercicio dominante de los derechos colectivos al paternalismo. Es en este punto donde Eula Biss plantea un par de párrafos que nos han parecido interesantes:

En respuesta a las críticas que Merry hizo del paternalismo, la educadora Barbara Peterson nos propone pensar en el problema de la obesidad infantil desde una perspectiva maternalista: "Cuidar de alguien no tiene por qué suponer una amenaza a su libertad", añade.
"Desde un punto de vista feminista y centrado en el cuidado, la libertad no se define como una separación y una independencia totales con respecto a los padres", escribe Peterson: mientras que la figura paterna puede evocar un control opresivo, la figura materna nos ayuda a imaginar relaciones que no estén basadas solo en el ejercicio del poder, sino también en el cuidado.

A veces las respuestas de los organismos oficiales dejan mucho que desear a la hora de afrontar problemas complejos que no se pueden solucionar con herramientas procedentes de la epidemiología más cuanti, así que seguiremos transitando por este camino (y dando noticias de lo caminado).

4.2.16

¿Vacunación obligatoria? Reflexiones a propósito de un informe.




Si las vacunas deben ser obligatorias es un debate que periódicamente sale a la opinión pública. Generalmente lo hace aprovechando el oportunismo de algún caso de enfermedad prevenible con la vacunación, por lo que leer análisis más sosegados suele ser bien recibido.

Hace unos días el Comité de Bioética de España publico el informe "Cuestiones ético-legales del rechazo a las vacunas y propuestas para un debate necesario".

El informe, en términos generales, nos parece bastante malo, teniendo errores de bulto en algunos aspecto de política sanitaria o economía de la salud, incluso en cuestiones de salud pública (bastante épicos los párrafos en los que hace de la baja cobertura de la vacuna antigripal una causa universal muestra de las derivas antivacunales -ignorando los factores que intercedieron en esa dinámica-, o la total ausencia de planteamientos relacionados con la exclusión y los determinantes sociales para explicar qué haya gente que no se vacune, hipertrofiando la representatividad de las no-vacunaciones por motivos ideológicos). El documento ha dejado titulares relacionados con la recomendación principal que emiten en forma de conclusiones:
"... parece adecuado que junto al impulso de medidas educación, información y promoción de conductas favorables por parte de la población a la vacunación como política de salud pública, puedan imponerse, en supuestos concretos, la vacunación obligatoria, por ejemplo, cuando las tasas de vacunación se aprecie que se ven reducidas de manera que se pierda el efecto rebaño, sin necesidad a que aparezca una epidemia o, incluso, un mero brote."
Dada la importancia del tema queremos hacer algunas anotaciones (un poco a vuelapluma) que pueden abrir el camino para futuros posts más monotemáticos y menos deslabazados...

1. ¿Cuál creemos que es la mayor razón para que algunas vacunas fueran obligatorias? Coincidimos con estos tweets de Joaquín Hortal en que el motivo fundamental, desde el punto de vista ético, y que apenas está mencionado en el documento del Comité de Bioética de España, sería la necesidad de generar una inmunidad de rebaño para que se pudieran beneficiar aquellas personas que no pueden vacunarse por motivos clínicos (inmunodepresión, fundamentalmente); la protección de los más indefensos -y que no se pueden defender, en este caso- es el motivo ético (lo de "bio" la verdad es que nos parece un poco monguer, con todos los respetos) más potente para sobreponer el beneficio de la colectividad a la autonomía individual.

2. ¿Las estrategias de calendario vacunal obligatoria son efectivas? A nuestro parecer, aquí se encuentra uno de los aspectos fundamentales de este debate si hacemos un abordaje de políticas basadas en la evidencia; parece claro que nadie plantea hacer obligatorias todas las vacunas del calendario vacunal, sino simplemente aquellas en las que exista un consenso acerca de su importancia y su papel en la salud pública (no tanto en la individual, como podrían ser las vacunas frente al tétanos o el virus del papiloma humano). A este respecto solamente queremos hacer dos anotaciones:

  • La implantación de calendarios vacunales obligatorios en coexistencia con vacunas voluntarias puede disminuir la tasa de cobertura de las vacunas voluntarias (European Journal of Public Health, 2015) y favorecer la generación de comportamientos contrarios a la vacunación al fortalecer la visión del Estado como institución que ejerce el biopoder. Este podría ser considerado un efecto secundario de una política de coerción vacunal.
  • Debido al punto anterior sería importante delimitar con claridad y precisión las vacunas que entrarían dentro de esa obligatoriedad, porque probablemente estaríamos condenando a las que quedaran fuera de ese calendario obligatorio a la disminución de cobertura.
Partiendo de la base de que el objetivo de las instituciones que impulsan los programas de vacunación es lograr que se vacune el mayor porcentaje posible de población, ¿eso lo vamos a conseguir mejor con un programa obligatorio o con uno voluntario? Esa fe ciega en la coerción como medio de acción política recuerda a quienes creen que al ilegalizar las interrupciones voluntarias del embarazo éstas disminuirán.

3. ¿y la obligatoriedad para las vacunas que bajen de un umbral de cobertura? Ese es uno de los planteamientos realizados por el informe del Comité Español de Bioética y pone en relieve un aspecto que pocas veces se trata: la calidad de los Sistemas de Información de Cobertura Vacunal. Si visitamos la web del Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad podemos encontrar las coberturas vacunales por Comunidades Autónomas y su serie histórica; ahí podemos observar la heterogeneidad de las fuentes utilizadas para determinar la cobertura vacunal en cada Comunidad Autónoma, derivada principalmente de la heterogeneidad de estrategias vacunales implantadas en cada región (escuelas, centros de salud,...). Para que las políticas de obligatoriedad vacunal se ejecuten según el gatillo de un dato es necesario que previamente esos datos tengan la fiabilidad necesaria para ello, y eso es algo que a día de hoy no podemos asegurar. Mejorar y coordinar los sistemas de información en materia de cobertura vacunal es una responsabilidad que el Consejo Interterritorial del Sistema Nacional de Salud debería asumir como mandato ineludible de Salud Pública.

4. ¿Y las otras opciones para mejorar las coberturas vacunales? En el documento del Comité de Bioética de España se plantean fundamentalmente dos estrategias alternativas a la obligatoriedad para mejorar las coberturas vacunales: los incentivos y la educación. Sorprende la falta de crítica a las políticas de incentivos, que tan llenas de críticas están cuando se llevan al ámbito de la gestión clínica. Introducir variables de recompensa monetaria en aspectos que deberían basarse en éticas colectivas e informaciones científicas no parece muy adecuado, ni desde el punto de vista ético ni desde el meramente de políticas eficaces.

En nuestra opinión, antes de abordar medidas coercitivas o de incentivación económica, deberíamos priorizar los siguientes tres aspectos:

  1. Lograr que los servicios de salud que realizan las vacunaciones lleguen a toda la población, con especial énfasis en aquellos colectivos en riesgo de exclusión (o excluidos) que son donde se suelen concentrar los casos de brotes de enfermedades prevenibles con la vacunación y que no representan un foco de oposición a la vacunación por motivos ideológicos.
  2. Dejar de decir que "las campañas de información no funcionan" cuando realmente no hemos pasado de campañas aisladas con tono prescriptivo y paternal. De informar a promover y educar hay un salto cualitativamente importante y es justamente el que hemos de saltar. De los carteles en las paradas de autobús a la penetración en aquellos lugares donde existan colectivos contrarios a la vacunación, para incluirles en los programas de vacunación de modo que podamos conocer los porqués más allá de los clichés en los que habitualmente nos movemos [valga este momento para meter la cuña de que el que esto escribe participará con otrxs compañerxs en un proyecto encaminado al análisis de los discursos sobre la no-vacunación, tratando de darle algo de cualitatividad a la literatura generada en torno a este tema].
  3. Trasladar la transparencia que se pide en otros ámbitos de decisión al diseño de los calendarios de vacunación. A pesar de que existe una guía de la ponencia de vacunas del Ministerio de Sanidad acerca de la toma de decisiones en materia de financiación vacunal, es imposible saber porqué unas vacunas quedan rápidamente incluidas en el calendario y otras se demoran décadas o se incluyen con una pauta contraria a la que dictamina la mejor evidencia disponible.
La idoneidad de las políticas que coloquen la vacunación como obligatoria nos puede poner en el debate típico de la ética de la salud pública en el que se contrapone la autonomía del individuo a los beneficios de la colectividad, pero en el terreno de la realidad material, las condiciones actuales están lejos de colocarnos en ese escenario, tanto por los niveles de oposición a la vacunación por motivos ideológicos como por el camino por delante que le quedan a los organismos públicos para actuar sin necesidad de recurrir a mecanismos de coerción.


9.2.15

Sobre la idiotez de idiotizar a los que creemos "irracionales"

Periódicamente hay dos temas que vuelven cual boomerang a los diferentes foros de discusión que -más o menos voluntariamente- frecuentamos: la homeopatía -entendida de forma más o menos amplia- y los niños cuyos padres no quieren que sean vacunados. La diferencia fundamental entre ambas discusiones suele ser el hecho de que la no-vacunación puede convertirse en un problema de salud pública mientras que el uso de tratamientos no efectivos para una dolencia concreta suele limitarse a problema de salud individual -al menos hasta que su popularidad no se dispare hasta límites no deseados-.

La forma de abordar ambos temas sí que guarda bastantes aspectos en común, en nuestra opinión. El resumen de la base de nuestra postura a este respecto lo dijimos ya en un texto sobre la iniciativa #NoSinEvidencia

  • La idiotización del usuario nos parece una actitud deontológicamente reprobable y humanamente execrable. Colocarnos en una posición de superioridad moral a través del uso del método científico no nos parece una forma ética ni efectiva de abordar la utilización de terapias pseudocientíficas por parte de la población.

En estos últimos días han vuelto a salir a la luz diversos debates en torno a los movimientos contrarios a la vacunación o sobre los p/madres que dudan si vacunar a sus hijxs, a raíz del brote de sarampión que ha habido en los Estados Unidos de Norteamérica, originado en Disneyland -sí, esto da para película-. Muchos de los debates y noticias al respecto se centran con rapidez en el apelativo de antivacunas, mientras que nosotros preferimos utilizar el término "p/madres contrarios a la vacunación por motivos ideológicos"; el porqué de esta distinción no es aleatorio ni causado por un fetichismo por las frases largas, sino que se debe a que conocemos una variedad de posturas relacionadas con la vacunación que hacen dudar a algunas personas acerca de vacunar a sus hijxs y que rechazan el término de antivacunas porque no están en contra de las vacunas como concepto y, principalmente, porque son dudas que se pueden salvar mediante diversas estrategias diferentes a la de la confrontación anti-pro.

Esta distinción lingüística queda muy bien reflejada en una diapositiva subida a twitter por la cuenta de la John Hopkins University, sacada de un debate sobre el sarampión; hemos traducido la gráfica, como podéis ver a continuación:




Este estudio de Kempe et al muestra las actitudes, percepciones y creencias de médicos de familia y pediatras acerca de qué postura toman habitualmente los padres y madres de sus pacientes en relación a la vacunación infantil y cuál es la manera más útil de afrontar los disensos y las dudas. En este artículo, el concepto al que se hace alusión es "padres con dudas en torno a las vacunas", que probablemente forman un colectivo más numeroso que los que podrián ser genuinamente denominados como "antivacunas". La visión bélica, épica y dicotómica del problema nos lleva a pensar que todo aquel que no sigue el calendario vacunal al dedillo es un antivacunas irracional (como si el que sigue el calendario vacunal lo hiciera guiado por la racionalidad más que por el "es lo que se hace"), cuando en muchas ocasiones, como muestra la gráfica, son planteamientos que se pueden modificar con información o con explicitación de la conducta seguida por el médico en su vida habitual.

Existen multitud de guías y protocolos sobre cómo afrontar una situación de desacuerdo en relación con la vacunación infantil, pero lo que se suele obviar cuando se plantea este problema es que no es sino un síntoma de la manera que tenemos los profesionales sanitarios de relacionarnos con los pacientes que demandan información o que, incluso, toman decisiones con información distinta -o incluso con la misma- a la que nosotros manejamos. Las estrategias de comunicación nombradas en el artículo de Kempe no son diferentes de algunas estrategias de comunicación de riesgos que deberíamos manejar habitualmente en la consulta; lo que ocurre es que para manejar esas estrategias hacen falta conocimientos (los efectos adversos de las vacunas suele ser algo de lo que pocos médicos sabemos cuando nos preguntan en una consulta, más allá del falso "nada, no se preocupe"), aptitudes de comunicación (que incluso den lugar a que no haya un acuerdo y eso no se viva como una ofensa personal) y nivel ético para reconocer hasta dónde sabemos (y así comunicarlo tanto a los pacientes como a nosotros mismos).

Nosotros pensamos que ojalá el 100% de los niños estuvieran vacunados con dos dosis frente al sarampión, pero no pensamos que llamar idiotas a los padres y madres que tienen dudas acerca de la vacunación sea correcto -deontológica ni científicamente- ni efectivo.


[Recomendamos leer el documento "25 ideas clave sobre ética y vacunación del sarampión", que escribió Pablo Simón allá por 2010].


14.5.13

La importancia de los determinantes de la no-vacunación: ¿antivacunas o pobre?

Si ante un grupo de personas preguntas qué es lo que hace que exista población que no se vacune, lo más probable es que la primera respuesta que te encuentres esté relacionada con los movimientos antivacunas o con los recelos de cierta población (de forma más o menos organizada) ante posibles efectos adversos o similar. Después ya se entraría en otros argumentos relacionados con la exclusión social, las dificultades de acceso al sistema sanitario, etc.

Si uno acude a las fuentes de búsqueda bibliográfica científica habituales se encuentra conque los textos en relación a los movimientos antivacunas no se dedican a contabilizar la prevalencia del antivacunismo como determinante de la no-vacunación en una población concreta, sino que, dando por hecho su existencia e importancia, elaboran guías de comunicación científica para tratar de persuadir a esa población para que se vacune o para que vacune a sus hijos (1) (2) (3).

En cambio, si uno mira más allá e intenta ver cómo otros determinantes sociales actúan sobre la cobertura vacunal de la población, podemos encontrar algunos textos más explicativos. Son múltiples los trabajos que insisten en señalar una importante asociación entre bajo seguimiento de los programas de vacunación y clase social (4)(5)(6)(7)(especialmente relacionado con el nivel educativo de los padres, por encima de otras formas de medir la clase social) . Así mismo, también se ha visto que un mayor número de hijos en la familia se relaciona con una menor tasa de vacunación.

En Estados Unidos, entre los años 1996 y 2001 se observó también un incremento de las desigualdades en la tasa de vacunación según la raza. Las personas de raza negra presentaban menores tasas de vacunación que las de raza blanca, incrementándose las diferencia a razón del 1.1% anual durante los años estudiados.(8)

Una medida que ha demostrado ser efectiva es el desarrollo de un fuerte sistema de atención primaria (aquello de "la atención primaria es la base del sistema", pero de verdad), logrando disminuir las inequidades en el acceso a la vacunación yconsiguiendo una mejora en la cobertura vacunal.(9)

No cabe ninguna duda de que las decisiones individuales de no-vacunación pueden tener una repercusión importante en salud sobre poblaciones enteras, por lo que los movimientos de anti-vacunación podrían tener efectos a este nivel. Sin embargo, ¿cómo es posible actuar contra un problema si ni siquiera tenemos constancia de la magnitud del mismo? (10)(11)

¿No estaremos cayendo en dar una importancia mayor a aquellos determinantes contra los cuales nos sentimos más cómodos peleando (ya sea por sensación de superioridad intelectual o porque se puede hacer desde un sofá), dibujando un panorama irreal? Defendemos el uso de la ciencia y la objetividad (la subjetiva objetividad, todo sea dicho) para el abordaje de la realidad -especialmente en temas de salud- y fallamos a la hora de dar el segundo paso en dicho abordaje (el de la observación y medición de la realidad).

Los movimientos antivacunas pueden ser un problema de salud pública llegado el momento, pero a día de hoy lo son más los grupos de población excluida sin apenas acceso al sistema sanitario. El grado de exclusión es tal que nos olvidamos de ellos hasta para considerarlos un problema.



1. Poland GA, Jacobson RM. The clinician's guide to the anti-vaccionists' galaxy. Hum Immunol 2012;73(8):859-66
2. Poland GA, Jacobson RM. Understanding those who do not understand: a brief review of the anti-vaccine movement. Vaccine 2001;19(17-19):2440-5
3. Behrmann J. The anti-vaccination movement and resistance to allergen-immunotherapy: a guide for clinical allergists. Allergy Asthma Clin Immunol 2010;6(1):26
4. Stronegger WJ, Freidl W. A hierarchical analysis of social determinants of measles vaccination coverage in Austrian schoolchildren. Eur J Public Health 2010;20(3):354-9
5. Barata RB, Ribeiro M, De Moraes JC, Flannery B. Socioeconomic inequalities and vaccination coverage: results of an immunisation coverage survey in 27 Brazilian capitals, 2007-2008. J of epidemiol and community health;66(10):934–41
6. Smith, PJ, Lindley MC, Rodewald LE. Vaccination coverage among U.S. children aged 19-35 months entitled by the Vaccines for Children program, 2009. Public health reports (Washington, D.C. : 1974), 126 Suppl:109–23.
7. Topuzoglu A, Ozaydin GA, Cali S, Cebeci D, Kalaca S, Harmanci H. Assessment of sociodemographic factors and socio-economis status affecting the coverage of compulsory and private immunization services in Istanbul, Turkey. Public Health 2005;119(10):862-0
8. Chu SY, Barker LE, Smith PJ. Racial/ethnic disparities in preschool immunizations: United States, 1996-2001. Am J Publich Health 2004;94(6):973-7
9. Mosquera, P, Hernández J, Vega, R, Martínez J, Labonte R, Sanders D, San Sebastián M. The impact of primary healthcare in reducing inequalities in child health outcomes, Bogotá-Colombia: an ecological analysis. International journal for equity in health;11:66. doi:10.1186/1475-9276-11-66
10. Gangarosa EJ, Galazka AM, Wolfe CR, Phillips LM, Gangarosa RE, Miller E, et al. Impact of anti-vaccine movements on pertussis control: the untold story. Lancet. 1998;351:356–61.
11. Jansen VA, Stollenwerk N, Jensen HJ, Ramsay ME, Edmunds WJ, hodes CJ. Measles outbreaks in a population with declining vaccine uptake. Science. 2003;301(5634):804.