[Con intención de reactivar la economía y la marca España andamos en reformas. Disculpen si le desahuciamos, expropiamos o simplemente le jodemos. Mientras seguiremos hablando..]
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20.7.11

Diez eran diez las nefastas calendas de julio. De Giuliani a #Camps y (me pego un )tiro porque me toca.

En 2001, “Génova, 20 de julio”, significa el primer asesinato directo a uno de los nuestros, el primer balazo a conciencia a uno de los manifestantes que trataba de llevar el Otro Mundo es Posible a allá donde se trajinaban los polvos que traen los lodos de hoy. Una cumbre del G8 donde con total naturalidad se apostaba por mantener a millones de personas hambrientas y a otros pocos millones idiotizados a base de consumo galopante y propaganda travestida de prensa; objetivo a todas luces conseguido. Un asesinato impune contra un movimiento antiglobalización que pedía poner freno a la rapiña de las multinacionales, a la barbarie al amparo de los vacíos legales, que pretendía devolver el dinero a su lugar y su lugar a las personas. Que pretendía poner freno a que un occidental valiera más que un negro (fuera literalmente negro, árabe, asiático u occidental descarriado en formato cuartomundo). Justo eso sí lo consiguieron, de pronto el asesinato de un occidental costó lo mismo que el de un paria de la globalización: Nada.

[Inserte usted mismo el recursodemierda de moda en esta época, rememorando todos los gadgets que no había en 2011 y en los que igual hasta está leyendo esto. Busca simbolismos de todo a cien y hazte una paja con ellos. Ya has cumplido con los deberes de tu generación.]

Diez años más tarde “Génova, 20 de julio”, es el lugar donde miramos a ver si por fin, en este país con su propia plaza Tahrir mancillada por magufos, encontramos un atisbo de decencia en la clase política; hoy 20 de julio que gozamos de una de esas escasas dimisiones tras un caso de corrupción flagrante y vergonzoso hasta la náusea (¿o era que así son todos?). Una de las pocas ¿alegrías? que podemos llevarnos, vislumbrando un atisbo de sentido común poblacional. Durará poco.

Una dimisión paripé, que es lo más parecido a una victoria que tenemos (o tendremos) en este país donde, como tantos otros, la corrupción está a la vuelta de la esquina y no se llama corrupción, porque eso sólo lo hacen los negros, y si acaso los italianos. Nosotros sólo nos aprovechamos de las oportunidades que se nos dan. Mientras, nuestras propias mentiras nos van quemando.

Tal día como hoy, hace 10 años, la muerte de Carlo Giuliani debió provocar, si la Unión Europea fuera aquello que nos quisieron vender (hoy ni se molestan en disimular su buitresca facies), una regulación estricta de los cuerpos de seguridad de los estados, con una limitación infranqueable del uso de la fuerza policial durante las movilizaciones; fuerza policial que debiera emplearse para garantizar la seguridad de la población (empezando por los manifestantes) y nunca para reprimir las protestas, y mucho menos para asesinar a los que protestan.

Lo que sucedió en realidad: valga una muestra, diez años más tarde un hijo de Puig-ta queda indemne tras el uso salvaje de la fuerza desalojando las protestas del #15M en barcelona y otra vez, volverá a no pasar nada.
Diez años más tarde, este hijo de Puig-ta no es rara avis. Estos diez años han servido para que el resto de presos de galeras que rema con nosotros no sólo no proteste, sino que se crea a pies juntillas la propaganda que tacha a los manifestantes de violentos antes siquiera de escuchar lo que dicen. Presos de galeras que, cutrecitando, despotrican contra “los inmigrantes que vienen a robar y luego votan a camps”.

No cambió el mundo, cambiaron las protestas. Ya no decimos otro mundo es posible, nos tenemos que conformar con evitar desahucios. Somos la puta que pone la cama; si en aquella Génova intentamos liberarnos del chulo y empezar una vida nueva, hoy peleamos porque entre cliente y cliente nos dejen cambiar las sábanas.

Estos diez años nos colocan como la generación que trató de enfrentarse al poder y se llevó una colleja y se fue castigada al rincón (a las rastas como única disidencia, al turismo solidario, al salvanegrismo patrocinado por multinacionales y al volver a la caridad abandonando la rabia). Comiéndose una supuesta crisis que curiosamente no afecta a ninguno de los que manejaba el mundo entonces; cada vez más monstruosamente ricos. La generación en que protestan uno de cada diez y los otros nueve se creen que no va con ellos.

La generación que ve cómo se pulveriza el estado de bienestar y no es capaz de hacer nada para evitarlo.

Dice RobertoSánchez (léanlo todo junto) que al final se llega, que cuesta el doble pero se llega. Le creo. Pero me cuesta ver cuál es el camino, si aquello que pareció el principio de su fin resultó ser más bien el final del nuestro.

Ojalá seamos la generación de la que se rían los que sí consigan aquel otro mundo posible. La generación pardilla a la que fueron quemando (y se dejó quemar) poco a poco, pero cuyo fracaso fue reversible.

16.2.11

En los noventa no se llamaba bullying

Les conoces. Son esos hijos de puta que te hicieron llorar en el colegio, en el parque o al salir de inglés. Son Marta González y Lucía Arenal chismorreando en clase y riéndose de ti, viniendo a comentarte que no te invitan a su cumpleaños porque su madre sólo les deja invitar a 16; son Guillermo del Barrio y Nacho Acero convenciendo a los demás de que si se meten contigo no se meterán con ellos; son los borregos mirándote mal por aparecer escayolado después de que Chuti tirara con ese balón a dar y te hiciera un precioso tallo verde en el radio, “pero es que si Don Antonio ve la escayola le va a regañar”. Es tu incomprensible ilusión cuando Nacho García, que te puteó hasta la saciedad en el colegio, años más tarde va y te agrega al facebook. Y tú, que eres memo, vas y le agregas porque, por fin, aunque haya caducado, te han admitido entre ellos.

Son esos hijos de puta que, además de pequeños, son malos; que cimentan su identidad en amedrentar a otros, los matones, las arpías, los que arrastran a la masa, los que se apropian del sonido “risa del grupo” y lo convierten en zarza.

Pasan los años, algunos toman de su propio remedio y reculan, otros cambian de bando porque sí, otros pierden fuelle y se desdibujan en la masa, pero algunos siguen siendo los mismos hijos de puta de siempre.

Como los demás somos mayoría han aprendido a disimular, han afinado objetivos, en el mundo que ya no se limita a los 30 de clase se puede escoger. Y escogen a sus pringados favoritos, de los que tienen que reírse para poder convencerse cada día de que siguen siendo “los que molan”.

Los tenemos en medicina también, cómo no. Estos, eso sí, no suelen meterse con los empollones (sólo faltaba). Escogen más bien al rarito, al que no habla, al que no encaja. Lo buscan, ya de mayores, en los hospitales.

Allí, claro está, cómo cebarse con el personal (que ellos creen) “inferior”, con lo sabiamente que han sabido blindarse. Cómo cebarse con el paciente habitual, que puede denunciarles o que podemos ser todos, ellos mismos, sus familiares. No, no. Tienen que escoger a alguien Débil. Y entre otros (des)afortunados hay un candidato a saco de boxeo que siempre pisa fuerte: el paciente psicótico. Ese cronicazo con gafas de culo de vaso que viste de esa forma tan atroz, esa mirada fija malrollera, ese movimiento incesante de boca buscando la saliva que secó el neuroléptico, esa respuesta inesperada de aquel primer brote que parece como tú o como yo, ese contacto desasosegante que hace que no sepas si te está escuchando o qué carajo te va a contestar. ¿Cómo no cebarse con él? No va a quejarse.

Funcionan entonces como adultos razonables en su vida y práctica habituales, pero recuperan la mala hostia de Lucía Arenal cuando encuentran una nota de psiquiatría en los antecedentes, cuando pides una valoración somática para un psicótico.

Son pocos, son los menos, pero hacen todo el ruido que pueden. Ponen una y mil excusas para no ver a esos pacientes, le despotrican a sus compañeros normales, esos que son mayoría y simplemente sienten desconcierto ante un paciente distinto al habitual, sin mayor (ni per)juicio. Pero ellos no. No entienden que un psicótico necesite una cama de urgencia y lo comentan jocosos, cerca de él, a ver si con suerte lo oye. Manifiestan su rechazo sin pudor alguno, en la Urgencia, en el café, en sus blogs, mientras construyen su kit de Nancy Especialista, buscando las risitas cómplices contra el diferente, coro de risas que les recuerden que ellos son los “pro”, los que deciden a quien se desprecia, la pandilla alfa, esa gente normal y guay a la que todos los médicos se desvivirían por atender lo mejor posible, esa gente que nunca generaría rechazo por sus antecedentes.

Terror-de-posible-mala-praxis-por-dejadez aparte, pue confiamos en la mayoría sensata; cuando estos cretinos pasean ufanos su repulsa sólo viene una cosa clara y límpida a la mente: detrás del rechazo al diferente, al raro, al discordante, sólo hay un pozo de mierda personal que brota cuando os miráis al espejo, necesitando despreciar a otros para reafirmaros.

Ya me jodería ser como vosotros.

3.6.10

¡qué logro, qué logro, tenemos el logo del ogro!

Ya dijo un sabio del celuloide "no empecemos a chuparnos las pollas todavía" y le hicimos caso pero no el suficiente: una vez más nos encontramos con las divertidas e higiénicas prácticas de nuestras amigas las farmacéuticas (lo cual no nos sorprende) pero esta vez nos sorprende un poco más de lo habitual porque nos las hemos encontrado en casa: en lo que creíamos era el corazón (delator) de la resistencia a su hegemonía. ¡já!

Traductio: los sanitarios mo(n)goles que nos dedicamos a estos bonitos blogs en nuestros ratos (de mentes) libres íbamos a reunirnos por primera vez, ponernos caras y presumiblemente pasarnos hielos; en un congreso con pinta de molón y que ¿casualmente? satisfacía nuestros requisitos éticos: entre otras cosas nuestras amigas las farmacéuticas brillaban por su ausencia.

Y ahí estábamos tan majos pensando en asuntos verdaderamente importantes, como qué nos íbamos a poner, cuando a alguien le ha dado por fijarse y zás, a la página del evento le ha salido algo de moho. Resulta que de golpe y porrazo en medicocritico estamos promocionando a dos farmacéuticas, gracias al inocente banner de nuestro congreso-de-e-colegas.

Camarero, hay una farmaindustria de vello púbico en mi sopa.

En estos instantes en un googlegroup la redacción de farmacríticxs decide cómo actuar anivel corporativo interno; la redacción de médicocrítico masca tabaco y levanta una ceja por chat de gmail; a nivel individual volvemos todos a la eterna duda de hasta dónde me dejo llevar y si las llamas del aro me chamuscarán si al final paso; pero de lo que no nos cabe ninguna duda es de:
1.- tch, tch, tch.
2.- pregunta clave: ¿estos patrocinadores acaban de aparecer ahora en plan fichaje estrella, o estaban ahí desde el principio y lo único que ha aparecido es el logo?
3.- a los organizadores les risperdal consta ® (OH MIERDA, YA HE EMPEZADO) que este detallito nos importa mucho bastante a muchos bastantes de los participantes. La sorprendente discreción, ¿es casual?
4.- más tch, tch, tch.

en fin, fuimos a un congreso y nos crecieron los laboratorios...