[Con intención de reactivar la economía y la marca España andamos en reformas. Disculpen si le desahuciamos, expropiamos o simplemente le jodemos. Mientras seguiremos hablando..]
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23.7.15

La sanidad pública, ¿un elemento neutral de cohesión social?

Cada vez que no estemos de acuerdo, / empecemos mejor / por la buena noticia:/ "Hoy, aquí, / dos personas se han hecho a la vez / la misma pregunta".
Laura Casielles. 

En los últimos tiempos hemos podido ver cómo diferentes voces de diversas procedencias se alzaban para solicitar un gran pacto político por la sanidad pública; valgan como ejemplos tanto la Asociación de Facultativos Especialistas de Madrid (AFEM) o el portavoz del PSOE en la comisión de sanidad del Congreso de los Diputados, Pepe Martínez Olmos.

Ese pacto se ve como una posibilidad de eliminar algunas de las grandes -y vetustas- lacras de nuestro sistema, tales como el cortoplacismo en la gestión, la instrumentalización partidista de las reformas sanitarias y el uso de la sanidad como mecanismo de extorsión electoral. Estos tres aspectos son, dentro de unos márgenes de cierta cordura, inequívocamente un terreno común en el que todo el mundo puede coincidir a la hora de querer eliminarlos; sin embargo no acabamos de tener claro que un Gran Pacto sea el antídoto ante esos males.

Los sistemas sanitarios son, en gran parte, la consecuencia directa de un modelo social y cultural, rindiendo cuentas a una serie de valores representados en la colectividad del estado donde el sistema sanitario se implanta; sin embargo, y a pesar de esta aparente determinación cultural, el predominio de una ideología concreta en el gobierno sí que puede tener efectos determinantes en la implantación de un determinado modelo de sistema de salud -partidos más conservadores se asocian con la implantación de modelos tipo seguridad social, mientras que los más progresistas lo hacen con los sistemas nacionales de salud-.

Entonces, si las tensiones entre diferentes grupos políticos llegan a algo tan tremendamente básico como el modelo de sistema sanitario - PP y Ciudadanos, no en vano, defienden el modelo de aseguramiento implantado por el actual gobierno mediante el Real Decreto 16/2012, lo que vino a instaurar una regresión desde la sanidad como derecho colectivo a la sanidad como prestación ligada a la cotización-, ¿es posible reclamar un Gran Pacto que no resulte en una versión jurídica y socialmente debilitada de la sanidad que queremos? ¿no sería más lógico tratar de construir acuerdos largoplacistas entre aquellas opciones políticas más alineadas entre sí para posteriormente tratar de extenderse en la horizontalidad ideológica?

Las anteriores son dos preguntas clave, pero la más importante, a nuestro parecer, es ¿a qué estamos dispuestos a renunciar quienes defendemos un sistema sanitario del tipo de lo que hablamos en este post, a cambio de lograr compromisos duraderos a 10 años*? ¿a la universalidad de la cobertura sanitaria para llegar a acuerdos con Ciudadanos? ¿a la adecuación de la financiación a los requerimientos de la sociedad, aunque esto la obligue a ser contracíclica, y no procíclica, para llegar a un acuerdo con el Partido Popular?

En nuestra opinión, y aunque sea menos efectista que un Gran Pacto y se salga de la tendencia -mediáticamente muy amplificada- de divinizar el término medio como virtud aristotélica -olvidando que lo es cuando se da entre dos virtudes, no entre dos posicionamientos cualesquiera-, creemos que las ansias de lograr reformas fijadas en el largo plazo deberían tomar como referencia el marco que nos brinda el King's Fund en un documento publicado muy recientemente (¿hoy?).

El texto, con el título de "Making change possible: a Transformation Fund for the NHS" viene acompañado de la siguiente imagen:


Algunos de los aspectos que se mencionan como fundamentales para promover cambios en el sistema sanitario son justamente los que hemos señalado como deficitarios en muchos de los textos compartidos en esta página. Rendición de cuentas, inversión en aprendizaje y evaluación, compromiso de los trabajadores -y las condiciones estructurales que posibilitan que esto sea así-,... mientras las diferentes propuestas que se quieran encontrar en un terreno de juego común no tengan bien apuntaladas sus visiones sobre estos aspectos -y sobre los otros más típicos de la organización de los sistemas de salud- creemos complicado un Gran Pacto que mejore lo actual y que sea algo más que un arreglo cosmético a la capacidad de pensar en el bien común de unos partidos que no parecen caracterizarse por eso precisamente.

Un sistema sanitario que sea universal, gratuito en el punto de la asistencia y público tanto en la financiación como en la propiedad, gestión y control, no es un ente políticamente neutro, y cuanto antes comprendamos esto, antes seremos capaces de entender ciertas reformas -reducciones del 20% de la financiación en 5 años, por ejemplo- y de articular estrategias de encuentro o desencuentro.



* Decimos 10 años y no 25 -como defiende Pepe Martínez Olmos en su artículo- porque creemos que en la actualidad es complicado encontrar valores sustentados socialmente que aguanten durante más de 10 años sin necesidad de ser radicalmente reevaluados. Los 25 años eran válidos para los años 80-90, pero es ilusorio negar la variación de los ciclos de recambio de valores y modelos.

6.6.15

El activismo sanitario: el dilema técnico-participativo.



Una de las tensiones más presentes a la hora de trabajar temas de salud con la población (ya sea desde el ámbito comunitario micro y mesopolítico o desde un nivel institucional más macro dentro del diseño de políticas de salud y priorización de necesidades y demandas) es cómo conjugar los abordajes técnicos con la participación y el control de los procesos por parte de gente que puede tener un mayor o menor conocimiento de los aspectos técnicos del tema en cuestión pero que, indudablemente, es la que más sabe sobre sus necesidades y preferencias vitales.

Esta dualidad técnico-participativa en el mundo sanitario es especialmente notable cuando hablamos de cómo confrontar las políticas de salud que se llevan poniendo en marcha desde hace años en nuestro país y que se adoptan tras un barniz técnico que en ocasiones no es más que la ropa de camuflaje de unas determinaciones mayormente ideológicas.

¿Es posible ganar la batalla de lo técnico a la vez que guiamos nuestros pasos y acciones pegados al territorio? ¿supone la batalla de lo técnico una concesión hacia los que marcan la senda de qué temas han de tratarse y de qué manera? En situaciones de conflicto entre las prescripciones técnicas y las decisiones participadas, ¿qué y cómo prevalece?

Pierre Bordieu, el sociólogo francés, ante las personas trabajadoras que estaban en huelga en París en 1995 dijo -según hemos podido leer en un artículo de ssociologos:
Es posible hacerse la misma pregunta a propósito de la salud o de los transportes. ¿Cómo luchar contra la precarización que golpea al personal de los servicios públicos y que conlleva formas de dependencia y de sumisión, particularmente funestas, en las empresas de difusión cultural, radio, televisión o prensa escrita por el efecto de censura que ejercen, incluso en la docencia?
(...) 
 Lo que he querido expresar, en todo caso, y quizás mal, por lo que pido excusas a quienes pude haber escandalizado o aburrido, es una solidaridad real con aquellos que hoy se baten por cambiar la sociedad: pienso en efecto que no se puede combatir eficazmente la tecnocracia, nacional o internacional, si no es enfrentándola en su terreno privilegiado, el de la ciencia, principalmente económica, y, oponiendo al conocimiento abstracto y mutilado del cual ella se vale, un conocimiento, más respetuoso, de los hombres y de las realidades a las cuales ellos se ven confrontados”
Combatir la tecnocracia enfrentándola en su propio terreno, tratando de evidenciar sus contradicciones y de hacer transparentes los condicionantes contextuales e ideológicos que llevan a que lo que se concibe como conocimiento objetivo inmutable en el ámbito de las ciencias sociales no sea más que, como dijo Varoufakis recientemente, ideología con fórmulas.

Esta labor de aparecer en el debate público confrontando a la tecnocracia en su propio terreno la pudimos ver en las movilizaciones de Madrid frente a la privatización de la gestión de múltiples centros sanitarios, donde se logró elaborar un discurso técnico que ayudó a que, conjuntamente con las movilizaciones en las calles y los puestos de trabajo, se desdibujara la situación de superioridad técnico-moral desde la que los dirigentes sanitarios esgrimían sus argumentos llenos de "la gestión privada es más eficiente".

Las reivindicaciones sociales en el ámbito de la salud siempre han combinado movilizaciones desde las bases, desde la ciudadanía -asociaciones de vecinxs, pacientes, profesionales,...- con elaboración de discursos alternativos y, especialmente en los últimos años, creación de propuestas que supongan una alternativa al modelo existente. Sin embargo hay algo que aún no hemos sabido abordar: ¿qué pasa cuando el discurso del movimiento social nos guía hacia un lado y el discurso técnico elaborado desde la retaguardia de dicho movimiento nos indica argumentos en la dirección opuesta? El activismo sanitario siempre ha tenido un claro predominio de las visiones tecnificadas, al contrario que muchos otros ámbitos de luchas sociales; sobre los efectos del desbordamiento de nuestros propios discursos y la cesión de poder desde lo técnico habrá que ir discutiendo, porque en esa tensión técnico-participativa se va a dirimir, probablemente, la credibilidad y aceptación de muchos de los discursos que generemos en el ámbito de la salud y la sanidad en los próximos años.

Mientras tanto, aquí seguiremos tratando de desempeñar el papel que tan certeramente definió Boaventura Sousa Santos con el término de "intelectuales de retaguardia" (aunque, como dice la cabecera del blog, nosotros preferimos el término "activistas de retaguardia", mezclando todo un poco, que la autoatribución de la intelectualidad nos huele a naftalina), y de cuya explicación copiamos un párrafo de una entrevista:

... me considero un intelectual de retaguardia, no soy un teórico de vanguardia. He escrito muchas veces que el papel del intelectual no es estar en la vanguardia, es ir en la retaguardia: es acompañar a los movimientos, ver dónde están sus debilidades, darles más información acerca de aquello que sucede en otros lugares con buenos o malos resultados; aquello que les puede fortalecer; aquello que les puede perjudicar. Caminar con aquellos que caminan más despacio, como dice el subcomandante Marcos. Es, por lo tanto, un papel de retaguardia, de facilitador, y no propiamente de guía.

1.12.14

Teresa, su dignidad y mi superioridad moral.

El otro día Teresa Romero, la auxiliar de enfermería que se contagió del ébola mientras atendía a una de las personas repatriadas por haber contraído la enfermedad por virus ébola, salió en un programa de televisión en horario de máxima audiencia.

Desde entonces he podido ver pasar por mis muros de las redes sociales todo tipo de juicios (la mayoría de ellos morales) sobre esta aparición. Desde el desagradecimiento con las personas que la habían curado (mejor, que le habían "salvado la vida", mesianic-modus-on) hasta valoraciones sobre su dignidad como persona.

Yo no vi la entrevista y no tengo especial interés en verla. Además, no imagino ningún escenario en el cual me encontrara en la situación de emitir juicios de valor sobre las acciones de Teresa Romero. Recordemos que Teresa Romero es una auxiliar de enfermería -es decir, que su sueldo neto anual no debe distar demasiado de esos 12.000 € que se dice que podría haber cobrado de Telecinco-, trabajadora de la sanidad pública -con el deterioro de las condiciones de trabajo que eso supone en los últimos años- y que se contagió mientras ejercía su profesión en unas condiciones de formación específica para esa tarea que están puestas en entredicho -principalmente por la lentitud en la gestión de los procesos de formación y preparación de los profesionales que hemos observado desde la llegada del ébola a Occidente-. Una trabajadora que, tras enterarse por los medios de comunicación de que se había contagiado de una enfermedad que por aquel entonces mataba a la mitad de gente que la padecía -ahora la tasa de letalidad es de un 35% aproximadamente-, tuvo que escuchar como representantes del hospital y consejeros de sanidad (jerárquicamente superiores) la señalaban como culpable inequívoca de su situación y la ridiculizaban hasta la náusea (no-hace-falta-un-máster-para-__________). Una trabajadora que ha podido leer su esquela en medios de comunicación, que no ha vuelto a ver viva a su mascota -inserte aquí su comentario graciosete y moralmente superior acerca de los vínculos emocionales de las personas con sus mascotas-.

Cuando escuché las declaraciones de Javier Rodríguez, consejero de sanidad de la Comunidad de Madrid, pensé que si se tratara de un médico (masculino licenciado) no habría hecho las declaraciones que hizo y éstas se encontrarían más cerca del heroísmo que de la acusación-con-chascarrillos. Ahora me planteo si las críticas sobre su moralidad y su dignidad por decir-lo-que-quiera-que-dijera en televisión serían las mismas si se tratara del jefe de servicio de enfermedades infecciosas o si lo que estamos viendo es una versión destilada del "onanismo literario" que ya hemos comentado algunas veces por aquí.

¿Quiere decir esto que apoyo lo que dice y hace Teresa Romero? No. Quiere decir que no me encuentro en posición de criticar a una compañera (sí, mi corporativismo también incluye a las auxiliares de enfermería) que en unas condiciones de trabajo mejorables y con unos culpables de esas condiciones claramente identificables contrajo una enfermedad que casi le cuesta la vida. Haga lo que haga Teresa aquí esperamos que nos pille mirando a la luna (no al dedo).

10.7.14

El recambio generacional sanitario que no llega...



Durante los dos últimos años se han perdido28.500 empleos en sanidad según una estadística publicada por el Ministerio de Hacienda; estadística tramposa porque no tiene en cuenta a los trabajadores eventuales ni a los contratados por empresas privadas que prestan servicios a la sanidad pública (desde personal de limpieza hasta médicos que trabajan a sueldo de empresas como Ribera Salud o IDC –el-artista-antes-conocido-como-CAPIO-).

Si bien siempre decimos que la financiación es la responsable de la sostenibildad externa del sistema y que es conditio sine qua non para dicha sostenibilidad, la existencia de una plantilla de profesionales suficiente en número y capacitación es una condición imprescindible para que ese sistema sanitario funcione en el día a día.

Más allá de lo que arrojan estos números –que en su magnitud son más anecdóticos que informativos porque no nos muestran más que una parte muy sesgada del universo sanitario-, hay un dato que nos parece alarmante porque puede suponer una gran amenaza para el futuro a medio plazo del sistema público de salud: la falta de relevo generacional.

Con la llegada de las restricciones en la contratación de personal una de las cosas que ha ocurrido es que se ha agrandado aún más la dualidad (que no es dua, sino trina) de los trabajadores sanitarios: estatutarios con plaza megafija – interinos más-o-menos-asentados – eventuales convertidos en eternos eventuales.

Esto que se podría ver simplemente como un freno en el desarrollo profesional de los jóvenes médic@s, enfermer@s, auxiliares,…, teniendo que esperar más tiempo para poder seguir escalando en la línea sucesoria de la aristocracia sanitaria, puede tener efectos tan dañinos para dichos profesionales como para el sistema en su conjunto.

Decía recientemente Ulrich Beck en una entrevista publicada en eldiario.es, acerca de los políticos actuales:
“Esta generación de políticos en su mayoría se crió en un mundo seguro. No piensan en el cambio, son pragmáticos. No hay tantas diferencias entre los distintos partidos, de hecho no hay mucho debate sobre las alternativas. Y sí, ellos no saben lo que es sufrir para empezar de nuevo. Pero esto no es solo acerca de los políticos, los científicos sociales tienen el mismo problema también. Todos ellos se adhieren a temas muy específicos y no ven que todo el entorno está cambiando. Este es un problema muy importante.”
Lo que quiere decir Beck, y que es aplicable también al mundo de la sanidad, es que los que ostentan los puestos de responsabilidad en nuestra sociedad no entienden cómo funciona la sociedad actual. Justo en el momento de mayor rapidez de cambio en las dinámicas sociales –e individuales en lo relativo a la posición del individuo en la sociedad y consigo mismo- nos encontramos con una ralentización de los procesos de relevo en las instituciones (políticas, universitarias, sanitarias), de modo que podemos llegar a la situación de que los que nos guíen por las aguas del cambio sean los que en condiciones normales estarían más ahogados.

Este hecho me parece especialmente relevante en la organización de la sanidad y en la práctica de la medicina/enfermería (normal que me parezca especialmente relevante… ceguera cognitiva se llama); la relación entre el individuo y la salud/enfermedad es reflejo de las pautas sociales de interacción con el entorno y los demás, por ello, la falta de comprensión del cambio constante que se produce en estas interacciones puede llevarnos a analizar con marcos obsoletos problemas que se mueven de otra forma.

¿Un ejemplo? Cuando la sociedad muestra signos de querer incrementar su nivel de participación en los procesos de toma de decisiones, establecimiento de prioridades,…, cuando la sociedad pide que su voz –politonal- se escuche y se le dé importancia por parte de las instituciones, surgen iniciativas como la creación de comisiones de participación dentro del Servicio Andaluz de Salud, consistentes en la elección por sorteo (participación obligatoria por sorteo, podríamos definirla) de unos interlocutores ¿representativos? Para que expongan la voz del pueblo dentro del sistema sanitario. La creencia de la época de la cultura-de-la-transición según la cual mientras a la población se le oferten los servicios ésta no va a exigir mayores espacios de participación y deliberación es muestra de que hace falta un recambio urgente.


[cuando hablamos de recambio generacional no siempre aplicamos el criterio cronológico para establecer la generación, sino que nos referimos a la presencia de las ideas y visiones que acompañan a generaciones y que no tienen que pertenecer de forma unívoca a las personas nacidas en una u otra década]

11.6.14

Epidemiología Política

To the extent that human-made public, social and health policies and programmes are powerful determinants of health, epidemiology is a social, and inherently political, science.[...]At a minimum, dismissing it as such, naively discounts the huge powers of government to affect the distribution of the social, physical environmental, and life-course determinants of health that ultimately affect the social distribution of infant mortality[...]. 
[[Teniendo en cuenta que los programas y las  políticas públicas, sociales y de salud son importantes determinantes de la salud, la epidemiología es una ciencia social e inherentemente política. [...] Como mínimo, decir que no lo es, resta importancia al enorme poder del gobierno al afectar la distribucion de los determinantes de la salud sociales y físicos, que en el fondo afectan a la distirbución social de la mortalidad infantil [...].]] (Traducción al vuelo ;-))
Tomado de aquí

Tres artículos de reciente aparición, con metodologías muy similares y perspectivas análogas han estudiado el efecto de grandes determinantes políticos en la salud.

* Pregunta: Está relacionada la abolición de las leyes Jim Crow(leyes que permitían legalmente la discriminación racial en EEUU) con la mortalidad infantil de blancos y negros en Estados Unidos?
* Metodología: Comparación de tasas de mortalidad infantil en estados en función de la presencia o no de estas leyes de discriminación racial
* Respuesta: Entre 1965 y 1969 (abolición de leyes Jim Crow: 1964) las tasas de mortalidad infantil de blancos y negros convergieron, haciéndose similares desde 1970 en estados con estas leyes y estados sin ellas

* Pregunta: Está relacionada la abolición de las leyes Jim Crow con la mortalidad prematura de blancos y negros en Estados Unidos?
* Metodología: similar a la anterior, incluyendo un análisis especifico por cohorte de nacimiento y edad.
* Respuesta: La abolición de las leyes ayudo a reducir las diferencias de mortalidad prematura entre blancos y negros (2 veces mayor en negros), sin eliminarlas del todo.

(3) Rodriguez JM et al. US infant mortality and the President’s party. Int. J. Epidemiol. (2014) 43 (3): 818-826.
* Pregunta: Está relacionado el partido en el gobierno con las tasas de mortalidad infantil en EEUU?
* Metodología: Análisis de series temporales, en busca de aumentos o disminuciones de la mortalidad infantil en años con gobiernos demócratas o republicanos.
* Respuesta: La mortalidad infantil aumenta con gobiernos republicanos y disminuye con gobiernos demócratas.


La interpretación a gran escala la dejo en el aire, pero la acompañare de una cita de Ng y Muntaner en un reciente artículo:
Because our research topics are intrinsically value-relevant (e.g., reducing health inequalities involves the removal of exclusionary mechanisms that undermine the advantages of the affluent, credentialed, and privileged), it is impossible and even undesirable for public health researchers to remain value-free in the pursuit of social justice in public health. How can we expect to remain objective and apolitical when our profession strives to reduce health inequalities caused by unjust relations? Although it is not possible for public health researchers to remain apolitical, we do have the power to choose which positions to support, the responsibility to conduct high-quality research, and an ethical duty to remain transparent throughout all stages of the research process.
[[Dado que nuestros temas de investigación estan cargados de valor de forma intrinseca (por ejemplo: reducir las desigualdades en salud involucra eliminar mecanismos exclusionarios que eliminen las ventajas de los ricos y privilegiados), es imposible e incluso no deseable permanecer libre de valores para los investigadores en salud publica, en su persecucion de la justicia social en salud pública. Cómo podemos esperar permanecer objetivos y apolíticos cuando nuestra profesión intenta reducir desigualdades en salud causadas por relaciones injustas? A pesar de que no es imposible que los investigadores sean apolíticos, tenemos el poder de elegir que posiciones apoyar, la responsabilidad de llevar a cabo investigación de calidad, y un deber ético de permanecer transparentes en todas las etapas del proceso de investigación]] (Traducción al vuelo ;-))

28.2.14

Determinantes sociales de la pena que nos da una noticia

Leo en El Pais la siguiente noticia: Un muerto y seis intoxicados por beber de una botella de la basura en Almería

Un hombre de 30 años ha muerto y, al menos, otras seis personas, de entre 21 y los 37 años, han sido hospitalizadas en la madrugada del jueves por una posible intoxicación en Almería, supuestamente tras hacer botellón. Al parecer, las víctimas bebieron de una botella de whisky que "habían encontrado" en unos contenedores en el municipio de El Ejido. Según las primeras investigaciones, seis jóvenes encontraron la botella y consumieron de ella, algo que también hicieron dos "gorrillas" de origen marroquí, entre ellos el fallecido.
(Negritas añadidas)

Las partes más relevantes de una noticia acaban estando en los matices, en las comillas. Te indican lo que hay detras de las palabras. En este caso un claro desprecio clasista (y esto sin meterme en la parte xenófoba)
Alguien acaba de morir en un desgraciado incidente por beber algo de la basura y el apelativo más informativo que se le ocurre al periodista para describir al fallecido es la mencion a una actividad que genera desprecio y rechazo por parte de la población.

La interseccionalidad es un concepto desarrollado desde el feminismo negro (Crenshaw, Kimberlé (1989). "Demarginalizing the Intersection of Race and Sex: A Black Feminist Critique of Antidiscrimination Doctrine, Feminist Theory and Antiracist Politics". University of Chicago Legal Forum 1989: 139–67) a finales de los 80. Viene a decir que los ejes de desigualdad no estan separados. Que no tenemos un efecto negativo A por no ser blanco, un efecto negativo B por ser mujer y un efecto negativo C por ser pobre y que estos efectos se suman tal que A+B+C. Las relaciones de poder son integrales, y el privilegio del hombre-blanco-rico tiene un efecto sobre la noblanca-mujer-pobre que no es proporcional al que tiene sobre el hombre-blanco-pobre.
En otras palabras, a la gente no le gustan los "gorrillas". Pero tampoco le gustan "los moros".

Juntemos los dos en la noticia para que nos de igual que alguien se haya muerto por beber mierda de una botella de la basura.

26.7.13

En contra de la medicina heroica

Una vez me dio por escribir aquí mi curriculum. No el que mandó a los sitios serios, sino el que comparto con la gente importante. En realidad es un curriculum que no hablar de publicaciones ni de vidas salvadas. Es un curriculum que deja ver mi respuesta a la pregunta "¿Cómo ha de ser un buen médico?" (no porque yo lo sea, sino porque viendo lo que pondero en él puede entreverse mi respuesta a dicha pregunta).

Pero la sociedad actual no tiene médicos para que acompañen mientras palíen (mejor dicho, para que palíen mientras acompañan), sino que parece buscar héroes. El médico al que se encumbra como brillante, heroico o excelente es el que convive con la muerte inesperada (no vayamos a confundir el abismo frente a la muerte por una parada cardiorrespiratoria en un chaval de 25 años con el lento camino hacia la muerte de una anciana de 97 años -y encima encamada, con Alzheimer y meándose encima-), el que opera con el pecho abierto de par en par o el que utiliza un ordenador con nombre de inventor para operar sin que siquiera sea necesario ver la cara dormida del paciente.

En uno de esos libros que hay que releer de vez en cuando ("Un hombre afortunado", de John Berger) dice lo siguiente:
"Se le considera un buen médico. Puede que no se aprecien en lo que valen la organización de su consulta, los adelantos que ofrece, su ojo clínico y sus técnicas. Puede que sus pacientes no se den cuenta de la suerte que tienen con él. Pero en cierto sentido es inevitable. Sólo los más conscientes consideran que es una suerte tener tan bien cubierta una necesidad primordial. Y es a un nivel muy básico, elemental, donde se reconoce que es un buen médico.
Los pacientes dirían que es honrado, que no le asusta el trabajo, que es fácil hablar con él, que es amable, comprensivo, que no es estirado, que sabe escuchar, que siempre acude cuando se le necesita, que es muy concienzudo. También dirían que es temperamental, que no es fácil de entender cuando habla de uno de sus temas teóricos, como el sexo, que es capaz de hacer cosas sólo para sorprender, que es atípico.
Su forma de atender como médico a las necesidades de sus pacientes es mucho más complicada de lo que dan a entender cualquiera de esas descripciones. Para comprenderla, hemos de tener en cuenta, en primer lugar, el carácter peculiar y la profundidad de cualquier relación médico-paciente."
 Se discute sobre si los médicos que atendieron a los pacientes heridos en el accidente de tren de Santiago de Compostela el pasado jueves son "héroes" o solo "excelentes profesionales", como si fuera necesario colgarles la medalla de la heroicidad para honrar su trabajo; como si el heroísmo fuera algo que el médico pudiera alegrarse de conseguir. El médico como héroe, salvando vidas y resucitando enfermos.

Sin embargo, podríamos pensar que para un médico es una vergüenza ser considerado un héroe. Basicamente, los héroes son gente que hace cosas que nadie espera de ellos, tomando unos riesgos para sus "salvados" que nadie en su sano juicio tomaría, resultando siempre exitosos, sin errar. Son exactamente la prudencia consciente en la toma de riesgos y la capacidad de errar dos de los valores que caracterizan al médico como intermediario y acompañante entre el paciente y la enfermedad (o, en el último momento, entre el paciente y la muerte).

El lenguaje mitificador que no habla de alargar la vida unos años sino de salvarla dificulta que podamos, en un momento dado, ayudar al paciente a ser dueño de sus decisiones y sus acciones de mejora de su salud... ¿cómo va el paciente, oh mortal paciente, hacer algo por "salvar su vida"? En todo caso podremos hacer algo porque la alargue, mejore su calidad o, simplemente, la disfrute... pero la salvación o la resucitación no parecen conceptos que ayuden a horizontalizar la relación médico-paciente(1)

Entonces... Si huimos de la narrativa heroica, ¿cómo establecemos -socialmente- que un médico es mejor que otro o, simplemente, que es bueno? En otro párrafo del libro de John Berger dice:
"No hay muchos médicos que sepan diagnosticar bien; ello no se debe a que carezcan de conocimientos, sino a que son incapaces de comprender todos los datos posiblemente relevantes, no sólo los físicos, sino también los emocionales, históricos y medioambientales. Buscan una afección concreta en lugar de buscar la verdad sobre la persona, lo que podría sugerirles varias. Se dice que con el tiempo los ordenadores terminarán diagnosticando mejor que los médicos. Pero los datos que se introduzcan en el ordenador tendrán que ser el resultado de un reconocimiento íntimo e individual del paciente" 
Si pudiéramos establecer una evaluación de los médicos según parámetros distintos a su perfil de prescripción farmacéutica o su indicación de pruebas complementarias, acercándonos a las características ponderadas en el curriculum citado al principio de este texto, tal vez tendríamos que tener en cuenta alguno de los siguientes indicadores:

  • Conoce los nombres de sus pacientes.
  • Nunca les dice a sus pacientes "si se toma esto se curará seguro", "este medicamento/esta intervención le salvó/salva/salvará la vida", "si no hace esto se va a morir usted" (2).
  • Conoce las últimas novedades terapéuticas incluso si no las utiliza. Especialmente si no las utiliza.(3)
  • Piensa que cuando el paciente tiene algún problema, sus acciones clínicas pueden ser una de las causas.
  • No utiliza al paciente como rehén (prescribiéndole medicamentos más caros o haciéndole más/menos pruebas) ante sus desacuerdos con las administraciones sanitarias.
  • Sabe decir "No" y "No lo sé", tanto a sus jefes, como a sus compañeros, como a sus pacientes.
  • ...
En algún momento previo hemos compartido con vosotros este párrafo del libro "Ayudar a morir", de Iona Heath:
"El médico es el familiar de la muerte. Cuando llamamos a un médico le pedimos que nos cure y alivie nuestro sufrimiento, pero si no puede curarnos también le pedimos que sea testigo de nuestra muerte. El valor del testigo es que ya vio morir a muchos otros [...]. Es el intermediario viviente entre nosotros y los innumerables muertos. Está con nosotros y estuvo con ellos, y el consuelo difícil pero real que los muertos ofrecen por su intermedio es el de la fraternidad."

El médico como familiar de la muerte, como su testigo, pero no como su sustituto. La medicina heroica nos coloca en la orilla contraria a la muerte, cuando en realidad somos sus más estrechos colaboradores... en ocasiones para decir un "ahora no", en otras para decir "lo mejor posible", pero nunca para negarla porque, como ya hemos comentado, es lo único seguro de nuestra práctica médica y, especialmente, de nuestra práctica vital.


(1) Cuando se habla de que la relación médico-paciente es asimétrica, se suele hacer alusión a que el médico tiene mucho mayor conocimiento que el paciente. A este respecto queremos hacer una consideración: la asimetría de conocimiento es doble; puede que el médico tenga mayor conocimiento técnico sobre la forma de hacer la anamnesis y la exploración, cómo establecer un diagnóstico y establecer un tratamiento, pero existe una segunda asimetría que favorece al paciente; dicha asimetría es la que versa sobre el conocimiento sobre el propio paciente que, en el acto médico, tiene tanta o más importancia que la "superioridad" técnica del médico sobre el paciente.

(2) Ley de Hierro de la Epidemiología: Aquel que nace, muere. Dicho esto, tal vez sería útil que cuando establezcamos la muerte como un evento cierto, acotemos un poco más su temporalidad, porque la muerte es el único evento de probabilidad = 1 que manejamos.

(3) "Conocer lo último, recetar lo penúltimo"  dicen por ahí...

Si quieres huir de la medicina heroica lee "Un hombre afortunado" (John Berger), "La ciudadela" (A.J. Cronin), "Ayudar a morir" (I Heath) y "La enfermedad de Sachs" (M. Winckler).

[Gracias -infinitas- a las superpitagóricas, no sólo por descubrirnos el concepto que da nombre y forma a este texto.]

13.4.12

Politología en la consulta

La sabiduría, así como la soberanía, reside en el pueblo, y las consultas de un médico (de los que hablan con el paciente, especialmente) son una muestra relativamente representativa de qué es el pueblo (aunque más lo sería una frutería o una droguería -de los dos tipos de droguería hablo-). Una muestra de ello es que las frases que ahora repiten los políticos se pueden escuchar con frecuencia en una consulta cualquiera:

Si es que he estado viviendo por encima de mis posibilidades dijo Braulia mientras se sostenía, mano derecha en bastón mano izquierda en mi mesa. Todas las navidades comiendo lo que he querido y ahora me sobran tantos kilos que no hay quien eche a andar este cuerpo.

Tranquila, Braulia, esto se pasa con un poquito de austeridad alimentaria.


La culpa de todo esto la tiene la herencia recibida decía José, un carpintero de 45 años que hace unos meses comenzó a tener movimientos espasmódicos involuntarios en las manos; el mismo José cuyo padre, también José (¿cómo si no?) murió hace unos años por una enfermeda llamada Corea de Huntington

En su caso tiene razón, José, la culpa es de la herencia recibida... aunque no siempre es todo así, hay veces que el código postal influye más en tu salud que el código genético.


He hecho algunas reformas en lo que teníamos hasta ahora, dijo Antonio cuando vimos las úlceras de su pie (diabético).

No, Antonio, no se llaman reformas, lo que usted ha hecho ha sido recortar el 100% del tratamiento y no ponerse la insulina ni hacer dieta/ejercicio.


Venga, doctor, si sólo es un recargo temporal de solidaridad,comentaba con risa nerviosa el Jonathan, mientras en la mano me daba la tarjeta sanitaria para que le cargara nuevamente el tranki(mazin) para poder ir a la farmacia a recogerlo.

No, Jonathan, venderlos en el parque no se llama solidaridad, sino trapicheo.


Aún no tuve ningún paciente que me dijera nada sobre un gravamen de activos ocultos... pero ya nada me sorprendería...