[Con intención de reactivar la economía y la marca España andamos en reformas. Disculpen si le desahuciamos, expropiamos o simplemente le jodemos. Mientras seguiremos hablando..]
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9.3.17

La sanidad y el ladrillo: una historia de amor.



Decíamos ayer...
Otro de los casos investigados en la actualidad y con relación parcial con el ámbito sanitario es el de la presunta financiación ilegal del Partido Popular. En los llamados papeles de Bárcenas se encuentran registradas donaciones de empresas a las que posteriormente se concedió la construcción o gestión de algunos de los centros sanitarios de la Comunidad de Madrid. La aparición de empresas de construcción en este entramado es especialmente significativa porque la concesión de contratos para la construcción de estos centros supondría, para ellas, la amortiguación de la estacionalidad de su negocio de construcción.


Hoy leemos lo siguiente:

Fuente: eldiario.es


Al parecer, en la frase "vamos a construir nuevos hospitales", lo importante no era la parte de los "nuevos hospitales", sino la parte de "construir", y esto trae consigo algunos problemas.

La sanidad que vino a salvar al ladrillo.

1. La industria de la construcción española se estaba quedando sin personas a las que venderle su segunda vivienda a costa de hipotecar a sus nietxs, y necesitaba alguna manera de desestacionalizar sus ingresos económicos.

2. España tenía un marco jurídico perfecto para ello con la Ley 15/97 que posibilitaba las llamadas "nuevas formas de gestión" (que siempre serán nuevas al igual que un móvil nokia de los antiguos será una nueva tecnología).

3. Una sanidad en manos de la propaganda política buscaba una forma de presentar nuevas infraestructuras a la ciudadanía sin incurrir en gastos que le hicieran salirse del marco de control presupuestario impuesto por Europa.

1 + 2 + 3= los centros sanitarios públicos de gestión privada de la Comunidad de Madrid (y de otros sitios, pero el madridcentrismo hoy tiene motivos).

En España, la construcción de nuevos hospitales se realizó para colmar las necesidades de las constructoras, en primer lugar, y de ciertos grupos políticos que necesitaban financiarse y comprar voluntades, en segundo lugar; la planificación basada en necesidades en salud nunca estuvo sobre la mesa.


No es el modelo de sistema sanitario, es que tú no me rentas.

Los defensores incansables de los modelos centrados en la atención primaria. al ver que se construían nuevos hospitales a golpe de gestión privada mientras la red de atención primaria de la Comunidad de Madrid seguía siendo de las más débiles del territorio estatal, saltaron diciendo que seguía sin ponerse a la atención primaria en el centro de sistema, etc, etc, etc.

El asunto es que la atención primaria tiene mucha menor capacidad de extracción de rentas que la construcción de megahospitales con tecnologías a la última, cambios urbanísticos, construcción de aparcamientos,...

En un modelo centrado en la planificación de la industria de la construcción y la compra de la voluntades, la atención primaria o la salud pública son adornos colaterales o, en el caso de modelos PFI (ver explicación aquí), la puerta de entrada para controlar los gastos hospitalarios -por eso en la reasignación del modelo Alzira se incluyó la atención primaria-

Podemos devanarnos los sesos pensando que es que "a nuestros políticos no les interesa la atención primaria" y excusas similares, pero en realidad lo que ocurre es que es la propia atención sanitaria la que no está en en centro de la planificación.

Podrían haber sido centros comerciales en lugar de centros hospitalarios, pero entonces habría sido menos justificable blindar contratos a 20-30 años para asegurar su rentabilidad desde el dinero público. Los hospitales son un negocio perfecto: contratos a largo plazo y prestación de unos servicios tan fundamentales que hacen que ningún gobierno pueda dejarlos caer si ocurren incumplimientos de contratos.

Una vez más, la parasitación público-privada como modelo de gestión de la sanidad pública.


12.9.16

La sanidad privada como parásito.

Cuando las instituciones empresariales de la sanidad privada hablan de los servicios sanitarios que venden suelen utilizar términos como accesibilidad, excelencia, calidad, comodidad, modernidad o innovación.

Por ello es de agradecer cuando alguien del sector se anima a utilizar -aunque sin nombrarlo- el concepto que a nosotros nos parece más adecuado para definir el funcionamiento de la sanidad privada en nuestro país: parasitosis.

Fuente: eldiario.es

"Los ingresos del lado público son más rentables que los del lado privado"

Sabemos (por la bibliografía disponible) que la sanidad privada tiende a empeorar más que a mejorar la sanidad pública. En un texto que hemos comentado en este blog en otras ocasiones (How Does Private Finance Affect Public Health Care Systems?) se afirma:
"la existencia de (sanidad privada de) financiación privada es más probable que perjudique más que beneficiar a los sistemas sanitarios de financiación pública".
Ese perjuicio por parasitismo es lo que vamos a comentar en los siguieentes párrafos.


La sanidad pública como estabilizador de la sanidad privada.

La gran ventaja de los conciertos y concesiones por parte de la sanidad pública hacia la sanidad privada radica en dotar de estabilidad a la demanda de servicios sanitarios. La gran mayoría de las Comunidades Autónomas no han dimensionado su capacidad de dar respuesta (mediante infraestructura, mediante revisión de la adecuación de las indicaciones,...) a la demanda generada pro el sistema, de modo que de forma constante derivan una cantidad determinada de servicios a la sanidad privada.

En el caso de las concesiones para la gestión de un centro sanitario público (*)  la sanidad privada logra estabilidad a largo plazo para los conglomerados empresariales (que en muchas ocasiones incluyen empresas del sector de la construcción) que firman dichos contratos y de esa manera no quedan tan a merced de las variaciones del mercado "libre".

En lo que respecta a los conciertos (generalmente, comprarle a la sanidad privada la realización de algunos servicios concretos) siempre se han justificado por parte de las administraciones públicas en la necesidad de aligerar las listas de espera, cubrir picos de demanda en pruebas complementarias o cubrir necesidades que no se pueden cubrir con la capacidad de las infraestructuras de los servicios públicos. Lo lógico es que para vencer estas razones aparentemente temporales en el sistema público se hubiera hecho algo para adecuar las peticiones a su capacidad y así no tener que buscar fuera del propio sistema lo que debería poder hacer dentro (y, probablemente con mejores condiciones), pero esto no ha sido así y la firma coyuntural de conciertos ha dejado de ser coyuntural y ha pasado a ser estructural.

* Los denominados modelos de gestión privada mediante los cuales se le concede a una empresa privada la gestión de un centro sanitario durante un número determinado de años -20 años es lo más frecuente- a cambio de recibir una cantidad fija por cada paciente que le es asignado a dicho hospital; esta cantidad se puede incrementar si consigue captar pacientes de otras áreas para la realización de servicios concretos como intervenciones quirúrgicas, pruebas complementarias o partos) 

Abundante y poco compleja: dónde encontrar la rentabilidad.

La sanidad privada en nuestro país ha logrado hacerse con un porcentaje poco variable de prestación de servicios sanitarios públicos... pero no de cualquiera de estos; principalmente se especializan en procesos de complejidad media y media-baja con baja tasa de complicaciones (bajos gastos indirectos derivados de la intervención concreta, por ejemplo).


El productivismo sanitario como única opción: nuestro "There is no alternative".

Generalmente tendemos a sobreestimar la influencia de los eventos que actúan de forma inmediata y a infraestimar lo que produce cambios o influencias en el largo plazo. Desde nuestro punto de vista quizá el mayor daño producido por la sanidad privada a la sanidad pública no es por el parasitismo sobre consultas, cirugías o pruebas complementarias, sino por la constante presión para que la sanidad pública ejerza unas prácticas puramente productivistas, medicalizando todo lo medicalizable y menoscabando los tímidos esfuerzos que en muchas ocasiones se intentan hacer desde las administraciones públicas para disminuir la sobreactuación del sistema sobre la vida de la gente.

La sanidad privada no es la solución a las listas de espera, sino una parte bastante importante del problema que actúa no solo en lo que Rafa Cofiño llama "presión poblacional para derivaciones" sino principalmente aprovechando (vía parasitosis) la no adecuación de los servicios sanitarios a la demanda (que no tiene por qué tener relación con la necesidad) y fomentando visiones cortoplacistas dentro de la sanidad pública asociadas a modelos muy deficientes de gobernanza en salud.


Frente a la ley de cuidados inversos llega la ley de inversiones cuidadas.

Al hablar de cómo se distribuyen los recursos y las necesidades en salud siempre recordamos la ley enunciada por Julian Tudor Hart según la cual las personas que más necesidades tienen reciben menos asistencia y al revés, siendo esto más acusado cuanto mayor es la influencia del libre mercado en la provisión sanitaria. Esta ley podríamos reformularla con la ley de inversiones cuidadas, según la cual daría igual cómo se distribuyeran los recursos y las necesidades en salud, mientras reporten el beneficio económico esperado y siempre y cuando haya un cargo público preocupado por garantizar que el trato dispensado a las empresas privadas sea menos exigente y financieramente más amable que los tratos que se dispensan internamente en el ámbito de lo privado.


7.2.16

Mitos de la sanidad privada (II): la privada le ahorra dinero a la pública.


[podéis leer en el enlace la primera entrada de esta serie "Mitos de la sanidad privada (I): el gasto sanitario privado"]

Posiblemente uno de los aspectos más complejos de analizar y sobre los que posicionarse cuando uno plantea su modelo sanitario ideal es el de la interacción entre el sistema público de salud y la sanidad privada. En este ámbito hay un fenómeno que es muy intuitivo y por ello constituye una de las puntas de lanza fundamentales desde las empresas de aseguramiento sanitario privado a la hora de plantear los beneficios de que la mayor población posible tenga un seguro privado, no solo para la maximización de sus beneficios económicos, sino incluso para el sistema sanitario público.

En una entrevista a Juan Abarca Cidón, ex-secretario general de IDIS ("patronal" de la sanidad privada en España) y actual candidato a presidente del Colegio de Médicos de Madrid (de esto hablaremos en otro post, espero) éste decía lo siguiente [nuestro desglose de dicha entrevista se puede leer aquí]


"Cada vez que un paciente se da de alta en un seguro es una bendición para este país", frase fundamentada en la idea de que cuando una persona se hace un seguro privado, el dinero gastado en ello es un dinero que la sanidad pública deja de gastar en pruebas, tratamientos, rehabilitaciones, consultas, etc y pasa a ahorrarlo. Por ello apoyan con fervor la desgravación fiscal de los seguros sanitarios privados, medida que hemos analizado en este blog y cuya regresividad tenemos meridianamente clara.

¿Es cierto que a la sanidad pública le beneficia que la gente se saque seguros sanitarios privados porque así van a consumir menos recursos públicos y van a desatascar listas de espera, consultas, pruebas diagnósticas...?

Pues la verdad es que no existe ningún dato que afirme eso (ni mucho menos que lo cuantifique), y sin embargo sí que existen algunos artículos que nos pueden ayudar a aclarar algunos conceptos aún a la espera de que se obtengan más datos que respondan a la difícil pregunta de "¿cuál es la relación entre la contratación de seguros sanitarios privados, la salud de la población y el consumo de recursos en los sistemas públicos de salud?":


  • En un artículo publicado en la revista Health Economics en el año 2000, titulado "Duplicate coverage and demand for health care. The case of Catalonia" (Vera-Hernández, AM -resumen-) se comenta que con los adtos analizados procedentes de Cataluña se observó que las personas que tenían un doble aseguramiento tenían una tendencia a llevar a cabo un mayor consumo de recursos que quienes sólo tenían aseguramiento público. En este artículo, igualmente se comenta que las personas con doble aseguramiento, al menos los cabeza-de-familia de las familias con doble aseguramiento, presentaban un peor estado de salud, por lo que sería necesario tener en cuenta este peor estado de salud a la hora de considerar si el exceso de consumo de recursos está relacionado con una sobre-utilización de los servicios sanitarios (y por ende, no serían servicios que al realizarse por la vía privada se estuvieran "ahorrando" al sistema público, sino servicios innecesarios que no deberían ser prestados o que, al menos, no se prestarían en el caso de un aseguramiento simple).
  • En un artículo de 2005, publicado en Gaceta Sanitaria bajo el título de "A vueltas con el aseguramiento sanitario privado" (López-Casasnovas G, Saez M -texto completo-) se hace un pequeño repaso a algunas consideraciones del aseguramiento privado, con unas conclusiones que uno podía barruntar a poco que conociera las opiniones habitualmente plasmadas en diversos medios por uno de sus autores... una de las cosas que se comentan en el artículo es la siguiente "Es interesante señalar que es más probable que se consulte a un especialista del sistema público si se trata de la primera visita (con una probabilidad del 70%) y de un especialista privado si no es la primera visita (con una probabilidad del 57%)" ... esto nos podría llevar a pensar que en casos de doble aseguramiento, la carga del diagnóstico se hace recaer sobre los servicios públicos de salud, mientras que para el seguimiento es mayor la probabilidad de acudir a la sanidad privada. Las repercusiones que esto puede tener a efectos de consumo de recursos serían muy interesantes de analizar (así como comparar la periodicidad de las consultas de revisión, así como su adecuación a lo que la evidencia publicada recomienda/prueba según la titularidad pública o privada del servicio sanitario utilizado).
  • En el año 2004, la revista Journal of Health Politics, Policy and Law publicó el artículo "How does private finance affect public health care systems? Marshaling the evidence from OECD nations" (Tuohy CH, Flood CM, Stabile M -texto completo-), donde se analizaban los efectos de la interacción entre sistemas públicos y privados de salud según fuera su grado de coexistencia en diferentes países de la OCDE. Al enunciar las conclusiones sobre los países que muestran coexistencia de sistemas públicos y privados -el caso de España, por ejemplo- dicen (traducimos al castellano): "Los sistemas que permiten sistemas paralelos de financiación pública y privada hacen que aparezca la cuestión acerca de si la coexistencia del sistema privado puede reducir la presión sobre el sistema público. Nuestra revisión sufiere que esto no es así: las listas y tiempos de espera en el sector público son mayores en los países con sectores privados paralelos, tales como Reino Unido y Nueva Zelanda, con respecto a los países que muestran una interacción público-privada diferente. La coexistencia del sector privado puede, en realidad, detraer recursos del sector público, y/o poner en juego incentivos que pueden tener el efecto de incrementar las listas de espera en el sector público.Las listas de espera en los servicios financiados con dinero público son tendentes a responder a la entrada de financiación pública, no privada", y además concluyen afirmando que en términos globales, la existencia de un sector con financiación privada es más probable que perjudique a que beneficie a los sistemas de financiación pública, aunque los efectos variarán según la forma de financiación privada.
En resumen, siendo conservadores en nuestras afirmaciones podemos decir que la manera en la que la adquisición de un seguro privado repercute en el consumo de recursos y en la financiación de la sanidad pública es, cuanto menos, compleja y está influida por factores que se escapan a la mera relación en la que el gasto sanitario público por habitante es ahorrado a las arcas públicas, como afirman los proveedores de sanidad privada (como ocurre en el informe de IDIS) al no consumir dicho asegurado ningún recurso público.

Habría otros ejes de análisis, más relacionados con la calidad de los servicios prestados, la equidad en el acceso al sistema o la orientación basada en el paciente/mercado/sistema que pueda tener un tipo de sanidad u otra... pero eso lo dejaremos para otros posts de esta serie... aunque eso será después del próximo post, en el que trataremos de responder a la pregunta de si es cierto que cuanto más recortes se hacen a la sanidad pública mejor le va a la sanidad privada.

[Nota al pie: existen más artículos al respecto del aseguramiento, pero hemos cogido los más directamente relacionados con la interacción entre lo público y lo privado. De todos modos irán saliendo más referencias a lo largo de la serie de posts.]


31.1.16

Mitos de la sanidad privada (I): el gasto sanitario privado.

[Tras leer el lamentable informe de IDIS "La suma de todos aporta valor a la sanidad" -que no es sino una infografía de 8 páginas, muy acorde con la estrategia vendehumos asociada a ciertos sectores de la sanidad- vamos a destinar una serie de 3-4 post de publicación semanal a tratar algunos aspectos sobre la sanidad privada que no suelen quedar muy claro y son claramente malinterpretables-manipulables-tergiversables].

Es famosa la frase de Benjamin Disraeli (también atribuida a Mark Twain) de que existen las mentiras, las malditas mentiras y las estadísticas. Mucha gente se escuda tras esta frase para justificar su anumerismo o su absoluta ignorancia de lo que nos quieren decir los datos, que aunque sean manipulables, no siempre lo son hasta la extenuación.

Ayer la cuenta de twitter del Instituto para el Desarrollo y la Integración de la Sanidad (patronal de la sanidad privada en España, para entendernos) nos brindaba esta maravillosa imagen


En esa imagen se afirma que la sanidad privada representa un 28.3% de la sanidad en España. ¿Qué quiere decir esto? ¿Un 28.3% del gasto? ¿un 28.3% de las infraestructuras? ¿un 28.3% de los memes erróneos que intentan circular por twitter?

Esa cifra, el 28.3%, es la cifra del gasto sanitario español que corresponde al gasto sanitario privado. Como se observa en el siguiente esquema, el gasto sanitario según la composición de su financiación se puede dividir en público y privado. El público se divide, a su vez, en el procedente del gobierno central (predominante en los sistemas sanitarios tipo "Sistema Nacional de Salud o Beveridge" -España, Suecia, Reino Unido-) y el procedente de la financiación por parte de la seguridad social (mayoritario en los sistemas tipo "Seguridad Social o Bismarck" -Alemania, Francia,...). Por otro lado, el gasto privado se compone principalmente del gasto que se produce en la contratación de seguros sanitarios privados y el que forma parte del denominado gasto de bolsillo (el gasto en el que incurren los usuarios para sufragar prestaciones no cubiertas o participar en la financiación de las parcialmente cubiertas -copagos-).


Si queremos observar la composición de la financiación en los países de la OCDE, incluida España, en el último año disponible, según el informe Health at a Glance, tendremos lo siguiente:


En el caso de España se puede ver que el gasto sanitario público sería de un 75% y el gasto sanitario privado de un 28%...

...un 28%...

Ese es el 28.3% al que se refieren los representantes de la sanidad privada en España para tratar de transmitir el importante peso de la sanidad privada en nuestro país. Sin embargo, a estas alturas ya podemos darnos cuenta de que esto no tiene mucho sentido.

Ese 28.3% NO es lo que representa la sanidad privada, sino que es lo que representa la financiación privada de nuestra sanidad, lo cual incluye desde seguros privados sanitarios (tan solo un 4% del total) hasta el gasto derivado de los copagos farmacéuticos o la asistencia bucodental pobremente cubierta en la mayoría de los sistemas autonómicos de salud.

Por otro lado, el 71.7% del gasto sanitario público no podemos decir que sea exclusivamente público, porque de ahí salen también los conciertos y concesiones (todo eso que metemos bajo el concepto de "colaboración público-privada") que llevan a la sanidad pública a transferir fondos a la sanidad privada.

Esa confusión entre gato sanitario privado y representación de la sanidad privada en el conjunto de la sanidad podría ser un error puntual, pero su insistencia y permanencia en el tiempo hace pensar que no es más que la simplificación manipulada de un dato para vender un producto (que no un servicio): la sanidad privada en nuestro país. Rescatando un tuit de ayer de Joseba Zalakain, esa confusión es similar a decir que el gasto en el comedor infantil ha de ser atribuido a un servicio realizado por la educación privada.

En las próximas entregas de "Mitos de la sanidad privada" hablaremos de la frase de "cada persona que contrata un seguro sanitario privado le ahorra al estado XXX euros al año" con su correlato político convertido en desgravación fiscal de los seguros sanitarios privados, y de "los avances de la sanidad privada no se relacionan con recortes de la sanidad pública", para tratar de las connivencias y relaciones entre las buenas-malas gestiones público-privadas.

29.12.15

Mutuas, funcionariado, periodistas y poder: Sanidad Pública Universal para otros.



Hace unas semanas la Asamblea de Madrid aprobó algo tan tremendamente radical como eliminar el acuerdo por el cual le paga una mutua sanitaria privada a los socios de la Asociación de Prensa de Madrid que así lo desearan (aquí explican qué ofrece la mutua ellos mismos). Es decir, lo mismo que se hace con los funcionarios (MUFACE) o los jueces (MUGEJU) pero en versión periodistas de Madrid.

La Asamblea de Madrid ha decidido destinar la partida presupuestaria habitualmente utilizada en esta mutualidad para implantar un programa de atención bucodental para población infantil y personas de rentas bajas. Bocas de niños y pobres frente a mutuas sanitarias privadas para periodistas... no nos cabe duda de que lo más sensato para la Asociación de Prensa de Madrid habría sido aceptar el golpe y mantenerse callados, pero no han pensado que esa dicotomía de financiación fuera suficiente para callarles, por lo que se han lanzado a defender "lo-que-es-nuestro". (esta ""noticia"" en la web de la Asociación de la Prensa de Almería describe bien el papel de cada cual en este asunto)

Esto podría no ser más que una anécdota en un contexto de priorización de partidas presupuestarias en un momento en el que el partido en el gobierno de la comunidad de Madrid (PP) no cuenta con mayoría absoluta y se aprueban cosas en contra de su voto. Sin embargo tiene un análisis bastante más profundo: las élites de poder público y de la construcción de los discursos presentes en los medios de comunicación no tienen ningún problema con la sanidad pública... porque no usan la sanidad pública.

Para no perdernos en bucles argumentales vamos a tratar de apuntar algunas notas al respecto de forma listada:

1. La existencia de colectivos concretos de trabajadores y trabajadoras públicos o no que tengan acceso a una cobertura por parte de una mutua privada financiada con dinero público, no tiene una justificación económica sólida y llegan a incurrir en aberraciones desde el punto de vista del derecho a la salud como es la selección de riesgos, denegando pólizas por motivos de existencia previa de enfermedad. Un buen y resumido texto sobre esto lo publicó Vicente Ortún hace unos años.

2. Desde la Asociación de la Prensa de Madrid (al igual que desde otros colectivos a los que se ha otorgado un régimen mutualista especial) se argumenta que lo que ellos ofrecen a sus asociados es sanidad pública, nada privado, solo que lo gestionan a través de unos proveedores específicos. Esto es una falacia. Sin más.  

3. Suele argumentarse que las mutualidades presentan una cápita (gasto por habitante) inferior a la sanidad pública del régimen general. Lo que no se suele hacer es comparar estos datos ajustándolos por edad, nivel socioeconómico o gravedad y complejidad de enfermedad. Las mutualidades tienen una cápita inferior principalmente porque 1) tratan a pacientes que suelen enfermar menos (suele haber más mutualistas en Pozuelo que en San Cristobal) y 2) tienen cierta capacidad para llevar a cabo procedimientos de selección de riesgos desechando a los pacientes potencialmente "caros".

4. Si un asegurado en la mutua de la Asociación de la Prensa de Madrid presenta un gasto sanitario anual de XXX euros y uno del régimen general de la sanidad pública un gasto sanitario anual de 100 euros superior (XXX + 100 €) no quiere decir que al incorporar al mutualista al régimen general éste vaya a pasar a incrementar el gasto sanitario anual del régimen general en XXX + 100 ni en XXX; cualquier cálculo apriorístico y hecho a base de titular es probable que sea falso, pero especiamente si no tiene en cuenta que la heterogeneidad de las personas cubiertas por la sanidad pública general es mucho mayor que la cubierta por los regímenes mutualistas y que, además, el coste de incrementar en 1 persona (o en Y, siendo Y el número de mutualistas que pasarían de un régimen a otro) el total de población cubierta no es igual en un sistema que en otro. 

5. Hasta ahora casi ninguna voz dentro del panorama político se posicionaba de forma clara a favor de la eliminación de estos regímenes mutualistas. Básicamente lo hacían guiados por la idea de que políticamente es poco sabio tomar medidas que perjudican mucho a pocos (los asegurados en estas mutuas) y benefician poco a muchos (los presentes en el régimen general de la sanidad pública); este aspecto de estrategia política, conjuntamente con unos sindicatos débiles que enarbolaban los seguros sanitarios privados como un privilegio y no como algo que evitar para poder defender todos a una la sanidad pública, y gracias a que los colectivos "afectados" tenían cierta capacidad de alzar la voz (funcionariado, periodistas, Banco de España,...) ha hecho que estos regímenes de aseguramiento se hayan mantenido sin que se evaluaran de forma muy decidida (y metiendo bajo la alfombra las tímidas evaluaciones que decían que tal vez no tenían mucho sentido dentro de nuestro sistema sanitario en su conjunto) y sin que nadie haya querido enfrentarse a su desmantelamiento de forma clara.

6. No podemos hablar de universalidad del sistema sanitario público sin hablar de la inclusión en el régimen general de la sanidad pública de los colectivos que actualmente gozan de mutualidades privadas pagadas con dinero público. La fragmentación de los proveedores financiados con fondos públicos es una debilidad para los sistemas sanitarios, especialmente cuando estos se complejizan y quieren que igualmente se complejicen sus políticas y modos de gestión.

7. Los defensores del mutualismo suelen defender que la gran mayoría del funcionariado elige MUFACE/MUGEJU/ISFAS frente a la sanidad pública cuando les llega el turno de elegir. Al hacer esta afirmación (que es cierta) suelen obviarse tres aspectos: a) La sanidad pública no hace publicidad para que los pacientes la elijan, mientras que las mutuas privadas sí que la hacen, 2) La sanidad pública está sometida a recortes importantes en épocas de crisis, mientras que las mutualidades no, como muestra este artículo de Juan Simó y que viene a recalcar lo que ya sabemos, que en nuestro país las colaboraciones público-privadas con modos de que lo público asuma riesgos financieros para la estabilización de las cuentas de resultados de lo privado, y 3) En los países con Atención Primaria que ejerce la función de puerta de entrada al sistema, las clases pudientes han hecho que el acceso directo al especialista hospitalario se haya convertido en la "diferenciación de clase" de la asistencia sanitaria; al gozar de esa "diferenciación de clase", los mutualismos se revisten de un halo de calidad que, no obstante, está bastante alejado de lo que dice la literatura científica al respecto del acceso directo al especialista y los resultados en salud y en desempeño del sistema.

Podemos aceptar que la arquitectura actual de nuestro sistema sanitario bastante bien está para ser el resultado de equilibrios de poder en una transición hecha con la política del "no miren atrás, patadón p'alante" en el que era preferible "fragmentar y contentar" que hacer un ejercicio potente de pedagogía político-sanitaria. Ahora bien, el momento de arreglar los desarreglos de ese pasado es ahora, y hay que hacerlo sin contando con la opinión de todos los actores implicados pero sabiendo que el rumbo debe ser claro: abrir nuestro sistema sanitario a una universalidad más amplia de la actual, aprovechando para hacer pedagogía acerca de que lo que hasta ahora se ha concebido como un privilegio no era más que la subvención pública de un modelo de provisión beneficioso para unxs pocxs y sin resultados de mejora en resultados en salud para lxs muchxs que lo elegían año tras año, fragmentando más y más un sistema que, hoy más que nunca, necesita ser fortalecido y necesita dentro de él a todas las fuerzas de nuestra sociedad.

[hace unas semanas mantuvimos una discusioncilla con la cuenta de twitter de la Asociación de la Prensa de Madrid, pero ahora mismo no la encontramos... cuando lo hagamos la enlazamos, aunque no aporta nada más -a su favor- de lo que señalan en los enlaces puestos en este texto-]